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Sin tiempo para hablar, cantar o bailar

‘tick, tick... Boom!’ nos devuelve a los angustiosos primeros años de la pandemia del SIDA. (NAIZ)

A nivel cinéfilo, 2021 será recordado como el año en que el musical volvió a reinar. Ahora mismo, por ejemplo, está a punto de llegar a nuestras salas el remake de ‘West Side Story’, a manos de Steven Spielberg. Pero en estas circunstancias, el nombre que estaba destinado a sobresalir por encima de los demás era evidentemente el de Lin-Manuel Miranda, punta de lanza del nuevo Broadway.

Hará unos meses pudimos ver ‘En un barrio de Nueva York’, adaptación de una de sus más famosas obras, ahora sigue en cartel ‘Encanto’, cinta de animación de Disney con música a su cargo y en Netflix podemos descubrir ‘tick, tick... Boom!’, su debut en la dirección, a partir de la partitura de otro de los grandes, Jonathan Larson, responsable de ‘Rent’, otro musical fundamental. La película que ahora nos ocupa está pensada como un homenaje a la vida, obra, milagros y tragedias de dicho hombre, encarnado aquí por un Andrew Garfield pletórico.

Poder interpretativo al servicio de unas canciones vibrantes, que son pura celebración de una vida... que se acaba. ‘tick, tick... Boom!’ nos devuelve a los angustiosos primeros años de la pandemia del SIDA, en el contexto de una Nueva York de jóvenes precarizados que, no obstante, luchan con arrojo por sus sueños. Pero estos, ya se sabe, piden un alto precio a cambio. Lin-Manuel Miranda y el emocionante recuerdo de Jonathan Larson reflexionan sobre ello, y sobre el poco tiempo que nos queda para vivir, animándonos con ello a exprimir cada segundo que nos ha sido concedido.