Así de estelar se vería Iruñea de noche sin la contaminación lumínica
Un manto profundamente oscuro parece cubrir Iruñea cuando cae la noche, ¿pero realmente es así? Joanes Molina ha realizado un curioso trabajo fotográfico que muestra cómo se vería el cielo nocturno de la ciudad sin esa contaminación lumínica que nos priva de un espectáculo estelar.
¿Cómo se vería Iruñea de noche sin contaminación lumínica? Ese es el objetivo que busca mostrar el proyecto Iruñea Láctea, de Joanes Molina, a través de una serie de imágenes que ofrecen lo que se esconde detrás del manto oscuro que cubre la ciudad tras la puesta del sol.
«La gente quiere que haya luz en las ciudades por seguridad y demás, pero ese beneficio tiene el perjuicio de que no vemos el espectáculo que tenemos en los cielos. No es consciente del impacto de la contaminación lumínica en el lugar en el que vive», ha explicado Molina a NAIZ.
Para que no quede ninguna duda de lo que nos estamos perdiendo, se propuso realizar un ejercicio fotográfico de cómo sería Iruñea si no hubiera contaminación lumínica. «Sé que es una utopía, pero quería que la gente sepa que vivimos en un sitio privilegiado. Estamos acostumbrados a ver el cielo oscuro y se asocia como que es el cielo normal, pero es que a cincuenta kilómetros de Iruñea tenemos un montón de sitios donde se ve la Vía Láctea, todo lo que nos rodea», señala.
Aprovechar ‘la hora azul’
Para mostrar lo que el ojo no ve, Molina realizó un doble trabajo: fotografiar lugares concretos y reconocibles de Iruñea, y desde lugares donde es posible, ese cielo nocturno del que la iluminación artificial nos priva, para posteriormente fundir las dos perspectivas.
La imágenes de Iruñea las ha tomado durante el pasado enero. Ha aprovechado que ese mes «ha tenido muchos días muy despejados para sacar los edificios sin nubes ni nada». Pero no lo podía hacer en cualquier momento, ya que debía fotografiarlos durante lo que se llama ‘la hora azul’, que llega cuando «se ha puesto el sol, pero hay suficiente luz para hacer las fotos sin ver los edificios iluminados». Es un momento con «un margen muy pequeño, como de una media hora más o menos, que permite evitar el choque que supondría ver los edificios iluminados», explica.
La otra parte de las imágenes, la correspondiente a la Vía Láctea y el cielo estrellado en general, la obtuvo «durante el verano en el Pirineo más cercano, como la zona de Arbaiun». En este caso, resultaba fundamental «obtener fotografías desde muchas orientaciones, ya que el fondo nocturno tiene que coincidir en la medida de lo posible con la ubicación geográfica del edificio en cuestión».
Como explica, si el fondo de la imagen de un edificio corresponde con el sudoeste, la fotografía del cielo debe respetar esa orientación, ya que busca que el resultado final, en el que funde las dos fotografías, «respete lo máximo posible lo que se llegaría a ver si no existiera la contaminación lumínica».
Ese doble trabajo ha hecho que haya acumulado «cientos de imágenes del Pirineo, ya que me gusta buscar perseidas y estas, evidentemente, caen cuando caen». Como en Iruñea ya iba a por un espacio en concreto, «habré hecho unas treinta sesiones, de las que he publicado 13 en Twitter, en #IruñeaLactea. Si estas primeras gustan, lanzaré otras más adelante».
Este es el resultado visible de Proyecto Iruñea Láctea, que busca fomentar el gusanillo por conocer ese cielo estrellado que la luz artificial nos impide ver en Iruñea, pero que en otros lugares está a ojos vista. Como un lugar fácilmente accesible y cómodo, Molina recomienda «el mirador de la foz de Arbaiun. Es un sitio muy bueno, ideal, y además tiene parking. El único inconveniente es que nos podemos encontrar con bastante gente, especialmente en verano».
La cuestión fundamental para él es que «la gente salga de la ciudad y vaya a ver un cielo que nunca ha visto». Una recomendación que hace extensiva incluso a personas que viven en pueblos, ya que «en localidades de Sakana o de la Ribera también hay mucha contaminación lumínica». En cambio, «la zona este, con la Valdorba, y, por supuesto, el Pirineo son las que tienen menos contaminación de este tipo».
Pero incluso en los lugares más alejados, ese fenómeno también se llega a hacer presente, ya que «haciendo una foto de la Vía Láctea desde el Pirineo, al enfocar hacia el sur, siempre va a salir en la parte inferior de la imagen un halo de luz que puede corresponder a Iruñea o a Zaragoza a pesar de que estamos a cien kilómetros». Una evidencia de que «las ciudades tienen mucha iluminación y muchas veces la farolas no están enfocadas hacia el suelo, sino que son una bola y la luz se dispersa por todas partes. Incluso las costas, que parecen un lugar idílico para ver las estrellas fugaces, están llenas de luz».
Como fechas especialmente propicias para disfrutar de la observación del firmamento, sobre todo las lluvias de estrellas, Molina destaca diciembre y enero, en invierno, y agosto, en verano. Aunque la época estival es la mejor para verlas, «también recomiendo el invierno, porque se ven constelaciones diferentes».
Como buen amante de la naturaleza, el autor del proyecto Iruñea Láctea insiste en que «la gente vaya a ver las estrellas, porque es todo un espectáculo y encima gratuito».