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Rusia sigue desescalando, pero no ceja en sus exigencias a Occidente

Un día después de que, en plena visita del canciller alemán, Kiev lanzara varios guiños a Moscú, que respondió bajando el tono, Rusia anunció ayer un repliegue parcial de sus tropas acantonadas en la frontera con Ucrania.

El canciller alemán Olaf Scholz, junto al presidente ruso, Vladimir Putin, este martes en Moscú. (Sergei GUNEYEV | AFP)

Rusia dio un paso más en la desescalada y anunció la retirada de parte de su contingente militar en la frontera con Ucrania.

«Los destacamentos de los distritos militares Sur y Oeste que cumplieron sus misiones ya empezaron a montar en trenes y camiones y se dirigen a sus guarniciones», señaló el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, confirmó el repliegue, pero señaló que «no es ninguna novedad (...) Rusia ha realizado y continuará realizando ejercicios en todo su territorio, como pasa en todos los países del mundo», reivindicó Peskov.

El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, insistió en que el repliegue no se debe a la «histeria» de Occidente. «Lo hacemos independientemente de lo que otros piensan e independientemente del ‘terrorismo informativo’ que se está produciendo», denunció Lavrov en alusión a las alarmas de EEUU y de sus aliados europeos más firmes sobre una pronta invasión rusa de Ucrania, a la que incluso han puesto fecha para esta misma semana, e incluso hoy mismo.

Lavrov compareció con el presidente de turno de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), el ministro de Exteriores polaco, Zbigniew Rau, de visita por una reunión urgente convocada a petición de Ucrania tras activar la cláusula prevista en el Documento de Viena, que busca la transparencia de sus miembros en el movimiento de tropas, para que Moscú explique su actividad militar cerca de las fronteras ucranianas.

«Los más preocupados por la pureza del Documento de Viena no movieron un dedo cuando el Ejército ucraniano bombardeó a su propio pueblo (en el Donbass)», señaló el segundo de la diplomacia rusa, Alexandr Grusko, en referencia a la guerra iniciada en 2014 tras el Euromaidan en el este de Ucrania.

La OTAN no se fía

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, mostró un «optimismo cauto», pero aseguró que el movimiento de tropas rusas debe ir acompañado también de retirada de equipamiento pesado y artillería, ya que «podrían permitir una incursión militar en poco tiempo».

El ministro ucraniano de Exteriores, Dmitro Kuleba, coincidió en que «cuando veamos la retirada creeremos en una desescalada». No obstante, se felicitó porque Ucrania y Occidente «han logrado impedir una escalada» rusa (...) Juntos con nuestros aliados, lo hemos logrado», señaló Kuleba en un intento de atribuirse el tanto.

No fue el único. Fuentes del Kremlin reivindicaron que habrían logrado doblegar a EEUU y Occidente sin pegar un solo tiro.

La embajadora de EEUU en la OTAN, Julianne Smith, se limitó a señalar que «estamos monitorizando la situación» para comprobar si Rusia «está llevando a cabo algún tipo de desescalada».

El primer ministro británico, Boris Johnson, habló de «señales contradictorias» de Rusia e insistió en que mientras «da muestras de una apertura diplomática», informaciones de Inteligencia alertarían de que los efectivos rusos se han trasladado «más cerca» de la frontera y están levantando hospitales de campaña, lo que podría interpretarse como «preparación para una invasión».

El portavoz del Gobierno francés, Gabriel Attal, señaló que el repliegue, si se confirma, sería una señal positiva y aprovechó para reivindicar los esfuerzos negociadores del presidente, Emmanuel Macron, pese a que fueron ninguneados por su homólogo ruso, Vladimir Putin.

A quien sí recibió con otro tono el inquilino del Kremlin fue al canciller alemán, Olaf Scholz.

En la comparecencia conjunta, Putin destacó las relaciones económicas entre Rusia y Alemania y recordó que «la energía es una de las áreas prioritarias», en referencia a la dependencia germana del gas ruso.

Putin aseguró que Rusia «no está satisfecha» con la promesa de que no está en la agenda permitir la entrada de Ucrania en la OTAN. «Dicen que no la aceptarán mañana, pero la aceptarán cuando esté preparada para ello«, reiteró, para advertir de que para Rusia «podría ser demasiado tarde».

Tras insistir en que Rusia «no quiere la guerra», abogó por «resolver este problema ahora, ahora mismo, en un futuro cercano (...) por medios pacíficos».

Scholz, quien había depositado una ofrenda floral ante la Tumba del Soldado Desconocido, cerca de la muralla del Kremlin, calificó el repliegue de «buena señal» y expresó su «esperanza de que se produzcan más pasos en este sentido».

El lunes aseguró en Kiev que no está previsto un ingreso de Ucrania en la OTAN. Tras recibirle, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, reconoció que afronta presiones para renunciar a sus aspiraciones euroatlánticas.

La zanahoria y el palo rusos

Mientras Scholz insistía en que la vía diplomática «no está agotada», el jefe de la diplomacia rusa afirmó en que la verdadera desescalada en Ucrania pasa por el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk y el establecimiento de un «diálogo directo» entre Kiev y las repúblicas rebeldes prorrusas de Donetsk y Lugansk, algo a lo que se niega Kiev.

Mientras, la Duma rusa instaba a Putin a reconocer la independencia de esas autoproclamadas repúblicas, lo que supondría su anexión a Rusia.

El Ministerio de Defensa ruso recordó que siguen con sus maniobras, incluidas sus flotas en el mar Negro, y que los destacamentos del distrito este y las fuerzas aerotransportadas en ejercicios en Bielorrusia no terminarán hasta el día 20.

Para el día 19 están programadas unas prácticas de tiro en el polígono Obuz-Lesnovski con la participación de una brigada rusa de infantería de marina y unidades del Ejército bielorruso, y los agregados militares acreditados en Minsk, también los ucranianos, «están invitados».