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EEUU deja de comprar gas, petróleo y carbón rusos; Europa dice aspirar a lograrlo en 2030

La invasión de Ucrania y las sanciones impuestas a Moscú tensan la situación energética. EEUU y Gran Bretaña han optado por prohibir la importación de hidrocarburos rusos, pero la UE no puede hacerlo y fija ese objetivo en 2030. Y Putin ha firmado un decreto que permite prohibir las exportaciones.

Protesta contra la importación de hidrocarburos rusos en Los Ángeles. (Ringo CHIU | AFP)

La guerra de Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia han dado pie a un conflicto energético, en el que se suceden las amenazas, prohibiciones y temores de los países que no son autosuficientes.

Las tomas de posición se han acelerado este martes, en que el presidente de Estado Unidos, Joe Biden, ha anunciado un veto a las importaciones de petróleo, gas natural y carbón rusos, abriendo en paralelo una vía para restablecer las relaciones con Venezuela, con quien rompió las relaciones diplomáticas en enero de 2019.

En el caso de Estados Unidos el petróleo procedente de Rusia supone cerca del 8% del total del que importa, pero en Europa ese porcentaje se eleva hasta el 27%. Según un informe publicado este martes por la organización ecologista Transport & Environment (T&E), la Unión Europea paga cerca de 260 millones de euros cada día por las importaciones de petróleo ruso.

Y a esto hay que sumar la dependencia del gas ruso, aún mayor. El viceprimer ministro ruso, Alexander Novak, ha recordado que Europa consume alrededor de 500.000 millones de metros cúbicos de gas al año, el 40% procedente de Rusia, que está dispuesto a establecer un embargo al gas que envía a la UE a través del gasoducto Nord Stream 1.

Esta posibilidad ha encendido las alarmas en el seno de la Comisión Europea, hasta ahora reacia a intervenir los mercados energéticos. De momento, este martes ha presentado una propuesta para reducir dos tercios las importaciones de gas ruso durante este año y dice aspirar a lograr el objetivo de cortar la dependencia en el año 2030.

Novak, por su parte, ha indicado que con sanciones mutuas sobre el gas «nadie gana (...) a pesar de que los políticos europeos, con sus reclamos y acusaciones, nos están empujando hacia ello».

Putin firma un decreto para prohibir exportaciones

Apenas unas horas después de que Joe Biden anunciara el embargo de productos energéticos rusos, Vladímir Putin ha firmado este martes un decreto de «medidas especiales» para garantizar la economía de Rusia en el que autoriza al Gobierno a prohibir exportaciones de materias primas y otros productos.

El objetivo oficial del decreto es «garantizar la seguridad de la Federación Rusa y el funcionamiento ininterrumpido de la industria», y estará vigente hasta el 31 de diciembre de 2022, según han informado las agencias rusas.

Estas medidas no se aplicarán a los «productos y (o) materias primas exportados de Rusia y (o) importados al país por ciudadanos de la Federación Rusa, ciudadanos extranjeros y apátridas para uso personal».

Cuáles son los productos afectados quedará explicitado en la lista que apruebe el Gobierno de Mijail Mishustin en los próximos dos días, en la que también se indicará los países extranjeros de donde se prohibirá la importación.

De esta forma, Putin confiere al Ejecutivo «la autoridad para determinar los detalles de la aplicación de las medidas previstas» tanto para productos o materias primas como para personas físicas o jurídicas.

Las dudas de Alemania

El objetivo marcado por la UE para prescindir de los hidrocarburos rusos será difícil de alcanzar para estados como Alemania, que presenta una gran dependencia de Rusia y que no está dispuesta a prolongar la vida de sus centrales nucleares para contrarrestar la falta de gas ruso, como sopesa hacer Bélgica. Berlín considera que una extensión de la vida útil de las centrales solo podría hacer una «contribución muy limitada a la solución del problema, y ​​con costes económicos, riesgos constitucionales y de seguridad muy altos».

«Después de sopesar los beneficios y los riesgos, no se recomienda una extensión de la vida útil de las tres centrales nucleares restantes, también en vista de la actual crisis del gas», concluyen los ministerios de Economía y Protección del Clima de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza, Seguridad Nuclear y Protección del Consumidor.

En su lugar, advierten de que «ahora debe tratarse de poner el suministro de energía sobre pilares más sólidos y reducir constantemente la dependencia de las importaciones de Rusia y seguir adelante con la expansión de las energías renovables».

Roma, París, Madrid...

Italia también busca alternativas para reducir a la mitad la dependencia del gas ruso, que suponer el 43% del consumo. En su caso, la estrategia pasa por buscar un nuevo suministro bien sea Argelia, Catar o Azerbaijan. Y, «en caso de falta absoluta de energía», no se descarta poner a pleno rendimiento las dos centrales de carbón que aún funcionan, la de Brindisi y la de Civitavecchia.

En lo que afecta a Euskal Herria, el portavoz del Gobierno de París, Gabriel Attal, ha señalado que para el Estado francés «es más fácil» prescindir del gas ruso, que representa un 20% del consumo total, que para Alemania, donde supone un 60%, y qué decir Finlandia, donde asciende al 100%.

No obstante, el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, ha defendido que los europeos tienen «soluciones para ser independientes del gas ruso», en alusión a las terminales de regasificación. «Se puede mejorar el funcionamiento de esas terminales», ha manifestado.

En el Estado francés hay cuatro instalaciones de este tipo, y otras siete en el Estado español, cuya vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha reconocido que «no es fácil» sustituir a corto plazo el gas que suministra Rusia.

Consecuencias «asumibles»

Esta opinión no es compartida por algunos expertos y entidades de renombre, como la Academia Nacional de Ciencias Alemana, que considera «asumibles» las consecuencias que tendría una interrupción del suministro de gas ruso, bien como consecuencia de las sanciones, o como reacción de Moscú a las mismas.

«Los responsables políticos subestiman que ante un alza de los precios los consumidores y los precios buscarán otras fuentes de energía y procurarán reducir el consumo», ha subrayado el economista Moritz Schularick, de la Universidad de Bonn, uno de los autores del estudio elaborado por la academia, conocida como la Leopoldina.

La analista Aura Sabadus, de la empresa ICIS, especialista en mercados energéticos, también ha señalado que los países de Europa occidental se verían «relativamente poco afectados» si Rusia cortara el suministro de gas, ya que tienen terminales para importar gas natural licuado (GNL) de otros proveedores.

Además, ha recordado que cortar el gas perjudicaría a Rusia, «porque en última instancia con los ingresos de su venta financian esta guerra».

Shell rompe con Moscú

La decisión de no comprar gas o petróleo a Rusia no es exclusiva de las intituciones públicas. Empresas privadas como la petrolera Shell han anunciado su intención de sus relaciones comerciales con Moscú, «alineada con las pautas» del Gobierno británico.

«Shell anuncia su intención de retirarse de su implicación en todos los hidrocarburos rusos, incluidos el crudo, los productos derivados del petróleo, el gas y el gas natural licuado, de manera gradual», ha aseverado la empresa, que, como primera medida «inmediata», interrumpirá la compra al contado de crudo y cerrará todas sus estaciones de servicio y sus operaciones con combustibles de aviación y lubricantes en Rusia.