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Un iniciático verano berlinés

EL DESPERTAR DE NORA
Alemania. 2020. 99’ Tit. Orig.: ‘Kokon’. Dtora. y guion.: Leonie Krippendorff. Prod.: Jost Hering. Int.: Lena Urzendowsky, Jella Haase, Lena Klenke, Elina Vildanova, Kim Riedle, Anja Schneider, Melanie Straub, Philomena Köbele. Fot.: Martin Neumeyer.

Lena Urzendowsky (20 años) interpreta a Nora (14 años). (NAIZ)

El segundo largometraje de la alemana Leonie Krippendorff se presentó en la Berlinale dentro de la sección Generation, como no podía ser de otra forma tratándose de una película joven y ambientada en el barrio berlinés de Kottbusser Tor, donde la vida de la chica adolescente del título de la versión doblada se desarrolla en medio de monocordes bloques de viviendas suburbiales.

Antes de realizar ‘El despertar de Nora’ (2020), Leonie había debutado con ‘Looping’ (2016), que retrataba a tres mujeres en la habitación de una clínica psiquiátrica y donde ya contó en el reparto con Jella Haase, que aquí interpreta a la chica mayor que servirá de revulsivo a la protagonista catorceañera en su salida del cascarón. Por cierto, la actriz Lena Urzendowsky, que da vida a Nora, tenía seis años más que su personaje ficcional, algo imposible de detectar por su convincente caracterización de una menor que crece en un ambiente de precocidad.

Resulta que Nora está acostumbrada a relacionarse con gente mayor que ella, debido a que convive con una hermana que también le supera en edad, por lo que se junta con las amistades que ella frecuenta.

Sin embargo, su encuentro con Romy, la rubia feminista de pelo corto incorporada por Jella Haase, se produce en el colegio durante una clase de gimnasia, en la que la protagonista pasa mucha vergüenza porque tiene su primera menstruación y la sangre mancha su ropa. Es Romy quien le echa una mano en el baño, tranquilizándola y limpiando sus pantalones. A partir de ese instante se abre un mundo de nuevas sensaciones para Nora, quien de inmediato comprende que su nueva pareja le lleva de la mano por el camino que ella ya intuía en su despertar sexual.

La película utiliza la recurrente metáfora de la oruga que se convierte en mariposa para ilustrar el proceso de transformación, aunque en medio de las fugas poéticas y oníricas se impone la realidad generacional del uso de las nuevas tecnologías, contagiando un estilo visual de pantalla vertical, como si las imágenes fueran grabadas por un móvil. La multiculturalidad en las aulas es otro rasgo de la Generación Z.