INFO

Feijóo inicia un nuevo tono en el PP pero sin cambio de propuestas

El presidente de la Xunta asume formalmente la presidencia del PP y la logra su foto de unidad tras sepultar la etapa Casado. Su discurso carece de insultos y de descalificaciones pero no vislumbra cambio de propuestas desde la oposición. La nueva Ejecutiva es el regreso de la generación anterior.

El nuevo presidente del partido del PP, Alberto Núñez Feijóo, tras su intervención en el segundo y último día del congreso. (Joaquin Corchero | EUROPA PRESS)

Con el 99,35% del voto de los compromisarios (unos 2.700), Alberto Núñez Feijóo es el nuevo presidente del Partido Popular y se acaban así tres años y medio de la regeneración neoaznarista de Pablo Casado, que tuvo un final precipitado por el enfrentamiento salvaje con Isabel Díaz Ayuso y la desconfianza persistente de barones y dirigentes territoriales.

El presidente de la Xunta de Galiza es de los militantes más experimentados del PP y lleva cuatro mayorías absolutas en su comunidad. Las cabezas giraron hacia él en febrero cuando la guerra interna desangraba al partido alfa de la derecha española y finalmente, en el XX Congreso que tuvo dos jornadas en Sevilla, se ha formalizado su encumbramiento para rescatar al partido del fratricidio y cambiar la estrategia frente la sangría de votantes que se van a Vox.

«No soy nuevo ni desconocido, ni una incógnita. Me queda la última cuarta parte del partido», ha dicho Feijóo en su discurso de aceptación del cargo, haciendo alarde de su experiencia («ya tengo 60 tacos», añadió). «No soy infalible, pero soy tenaz y no voy a parar hasta que a los españoles se le ofrezcan las soluciones a las cargas que están llevando. España es mucho mejor que el Gobierno que tiene. Voy a trabajar para merecer la confianza de los españoles», ha recalcado.

En la jornada de este sábado han hablado al mediodía los portavoces de los grupos en el Congreso, Cuca Gamarra, y en el Senado, Javier Maroto, además de dos líderes del PPE en Bruselas, el presidente de la Junta y anfitrión del Congreso, Juan Manuel Moreno, y la diputada del Parlamento de Ucrania, Lisa Yasko, aplaudida de pie durante varios minutos. Sobre las 14.00 ha concluido el evento con la declaración oficial del nuevo presidente del partido.

Durante el Congreso Feijóo ha hablado en tres oportunidades y en todas ha apelado a un nuevo tono. «No he venido a crispar, ni a insultar, ni a conformarme con la política inestable que hoy tenemos», dijo el viernes, en la primera jornada. En ningún momento nombró a Pedro Sánchez ni a los partidos de la coalición que gobierna el Estado. Sólo se refirió al «gobierno» a secas y a algunas políticas.

«No vamos a esperar a que caiga el Gobierno como consecuencia de su propia ineficacia, se trata de mostrarle a los españoles que no hay que resignarse, que hay otra manera de gobernar», ha dicho este sábado. Feijóo sabe que a Casado se lo fustigó por una oposición agresiva y anclada en el «no a todo» y sus palabras se perciben cuidadosamente calculadas para mostrarse como la contracara de ello: propositivo y sereno.

Le hizo un claro favor Casado en su discurso del viernes a la noche, con una apología al nacionalismo español, sus menciones al pasado glorioso hispánico durante la Edad Media y su mención obsecuente a Felipe VI. La comparación fue fácil para cualquier espectador, que no necesita ser semiólogo para entender el nuevo tono. Las palabras «golpistas», «herederos de ETA» y «comunistas» brillaron por su ausencia en uno y fueron nuevamente repetidas por el otro.

En lo que hace a las políticas, Feijóo no ha cambiado o no ha querido mostrar una transformación. El mantra de la bajada de impuestos sin anunciar cómo se cuadrarían las cuentas haciéndola se ha repetido por doquier y no ha habido ninguna mención a los hechos diferenciales de Euskal Herria y Catalunya. Sólo un guiño a las lenguas cooficiales –ha hablado en galego unas pocas frases– y ha criticado a quienes buscan «dividir» con su defensa en contra del castellano, «la lengua común».

La cohabitación de la derecha

En un primer y muy emblemático gesto de astucia, Feijóo ha buscado tras clausurar el cónclave conservador tener una foto de familia con Ayuso y Casado juntos sobre el escenario (ambos se saludaron con un beso delante de las cámaras minutos antes). Estaban también los presidentes autonómicos y Mariano Rajoy.

Es que el líder gallego había dicho el viernes que exigía a los dirigentes «unidad» y que esa era la única «condición no negociable» para aceptar el cargo. Fue en sintonía con los discursos de Aznar, Rajoy y varios barones que piden cerrar heridas para poder iniciar una nueva etapa.

Un nuevo momento que tendrá una particularidad nunca vivida en las cuatro décadas del PP: el nuevo presidente del partido asume no siendo la figura más popular. Ayuso concentra el liderazgo carismático y el fervor del votante de derecha y que haya sido la más ovacionada de todos los presentes fue una muestra más de ello.

Como decía la ciencia política francesa en relación a sus presidentes y los primeros ministros de diferente signo político, será necesaria una cohabitación entre el líder que representa la seriedad y solvencia (palabras muy repetidas por varios dirigentes, marcando sin decirlo una ruptura con la etapa juvenil de Casado-García Egea) y la líder que representa el calor ideológico y contestatario.

Ella es joven y ha decidido quedarse en Madrid. Él ha decidido finalmente dar el salto e intentar su camino a Moncloa. Elige como escuderos a Cuca Gamarra y Elías Bendodo, dos personas de partido, pragmáticas y sin ambición de regeneración (la cual sobraba en Casado y Egea), para acompañarlo a liderar el partido y prepararlo para un 2023 hiperelectoral. Ha empezado la era Feijóo y la derecha española empieza a probar a su nuevo líder.