Un 80% de fondos propios y un 20% de nuevas tecnologías, para el ‘nuevo’ Euskal Museoa
Bilboko Euskal Museoa está metido de lleno en algo más que un simple lavado de cara: una renovación integral que busca modernizar este museo centenario y ganar un 85% más de espacio expositivo. Este jueves se han desvelado algunas claves para saber sobre cómo será.
El centenario museo etnográfico y arquitectónico situado en pleno Casco Viejo de Bilbo, en la plaza Unamuno, tiene ya nuevo logo –los característicos arcos de su icónico claustro barroco–, un lema –‘Aretza bizia’– y va tomando forma, inmerso como está actualmente en pleno proceso de obras. Una renovación de arriba a abajo que parece que sufrirá algún retraso. La fecha de inauguración que se dio inicialmente fue 2023, pero a falta de la próxima licitación de las obras de remodelación –se hará en el plazo de un mes y durarán 17 meses– Sorkunde Aiarza, directora de Bilboko Euskal Museoa, ha dado otra fecha estimada: 2024.
Cara a esa fecha se está trabajando en un proyecto que aúna la renovación arquitectónica, a cargo del estudio Vaillo+Irigaray, y una nueva propuesta museológica, acorde con las nuevas tendencias. De hecho, como ha explicado Aiarza, se gana un 85% más de espacio expositivo, en el que un 80% de lo que se mostrará serán los fondos propios –más de 50.000 objetos que gran parte no se han mostrado nunca– y un 20% nuevas tecnologías.
Inaugurado en 1921, el proyecto de aquel primer museo arquitectónico y etnográfico –eran dos museos en uno– venía ya de años antes. Al cabo de un siglo, tanto el espacio como su concepción se les había quedado pequeño y obsoleto. Con la amplicación, esperan triplicar el número de visitantes.
El objetivo de este espacio remozado es convertirlo en un «museo puntero» y ponerlo en «el mapa de los grandes museos», como ha apuntado Sorkunde Aiarza. «Un lugar que quien quiere conocer la cultura vasca deberá visitar», en palabras de Lorea Bilbao, presidenta de Bilboko Euskal Museoa y diputada de Euskera, Cultura y Deporte.
De hecho, ambas han querido destacar al papel y la importancia central que se le dará al euskara «como parte de nuestra historia y cultura», aunque no han aclarado específicamente cómo se plasmará o si existe un discurso sobre nuestro idioma que atraviese el proyecto.
Lo que sí se han avanzado son algunos detalles de la propuesta museológica, que es la que va a articular el nuevo discurso de este museo. Jesús Moreno, uno de los museógrafos del estudio JMASOC ha avanzado algunos de los contenidos de dos de los principales espacios.
El edificio vaciado: la Misericordia
La ‘absorción’ por el museo de la Casa de la Misericordia es una de las bazas del nuevo proyecto. Es el más antiguo de los cuatro edificios que conforman el conjunto museístico y es allí donde, tras ser sometido a un vaciado de su estructura, se ubicará la parte más sensorial del proyecto expositivo con el uso de recursos tecnológicos de última generación.
Es un edificio vaciado, a triple altura, con su tronco ingrávido y que incluye uno de los espacios que parece, a priori, la ‘joya de la corona’: al entrar en el museo un pasillo, a modo de ‘túnel del tiempo’, nos conduce a lo que se podría definir como una ‘inmersión’ en el país, en su naturaleza y su lengua, con un espacio con una gran maqueta que trepa por la pared a más de 14 metros de altura y sobre la que se multiproyectará una producción audiovisual. Y al fondo, unas escaleras a modo de grada que invitan a sentarse y a escuchar el euskara.
En la planta primera de Misericordia y conectándose por dichas escaleras se accede al último de los preámbulos, un hall que es un bosque contemporáneo de pódiums peanas por el que pasear, asomarse y sorprenderse. Aquí estarán las joyas colectivas (una pelota, una abarka, una txapela, un terrón de hierro o un katilu)... o un fragmento del viejo árbol de Gernika.
Es tal la cantidad de fondos del museo que las exposiciones serán semi permanentes, lo que permitirá ir sacándolos poco a poco.
El claustro
El claustro del centro expositivo seguirá siendo el espacio más icónico del museo y su pieza central y en sus distintas plantas se ubicará la exposición semipermanente y más convencional de la colección propia.
Sus arcos tan característicos se convertirán en escaparates de en torno a 1.000 piezas, enmarcadas y conservadas en unas vitrinas de aspecto sencillo pero con las últimas tecnologías. Se ha articulado en zonas temáticas, lo que ha dificultado el discurso expositivo, con espacios para el caserío, oficios antiguos, vestimenta... obra pictográfica de los fondos.