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Ciriaco de Mita, la representación plástica del poder

El ex primer ministro italiano Ciriaco de Mita ha fallecido con 94 años. Un hombre venido desde la nada y que tuvo un poder absoluto en la década de los 80. Líder de la Democrazia Cristiana, fue fuente de inspiración para Renzi.

De Mita, con Thatcher y Reagan en Toronto en 1988. (Wikimedia Commons)

Ha muerto Ciriaco de Mita y en Italia la reacción ha sido de sorpresa. No por el deceso en sí –tenía 94 años-, sino porque creímos que quizás fuera inmortal.
 También su fallecimiento ha sido fiel a su pasado: ha muerto manteniendo el poder, como alcalde de Nusco, su minúsculo pueblo, o mejor dicho feudo, en los Apeninos Irpinos, cerca de Nápoles.


En general toda su vida ha sido un himno al mantenimiento del poder, como máximo representante de la Democracia Cristiana.

 Eso sí, tras llegar ahí desde abajo. De Mita ha sido el Rastignac de la política italiana. Como aquel personaje de la ‘Comedie humaine’ de Honoré de Balzac, fue un joven sin padrinos que culmina una espectacular escalada social.

El joven Ciriaco venía de una familia muy humilde. Su padre era un sastre de la profunda provincia del sur, y su madre, una ama de casa. Nadie podía imaginar un salto tan grande desde Nusco, un pueblo de cuatro casas colgadas en los Apeninos Irpinos, en la pobrísima provincia de Avellino, hasta los palacios y las habitaciones del poder en Roma.

Todos los gallos de la Democracia Cristiana, la «Ballena Blanca», el partido que nunca dejó de mandar en Italia desde la Segunda Guerra Mundial hasta el escándalo de Tangentopoli, venían de un entorno como poco burgués, habían estudiado política o participado de alguna manera en la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Gente como Amintore Fanfani, Aldo Moro, Francesco Cossiga, o el mas listo de todos, Giulio Andreotti.

De Mita entró en la DC por la corriente «izquierdista» y se convirtió en un líder que hablaba durante horas sin haberse preparado nada, «a braccio»

Al joven Ciriaco le fue suficiente conseguir una bolsa de estudio para la Universidad Católica de Milán. Desde allí empezó a mover sus hilos. La Democracia Cristiana en aquella zona en torno a Nápoles no tenía mucha presencia: faltaba un buen «jugador de póquer».

De Mita entró en la corriente «izquierdista» de la DC, la escaló y se convirtió en un líder natural, que hablaba durante horas sin haber preparado nada, «a braccio» como se dice en italiano, unos discursos donde decía todo y lo contrario, con su voz metálica.

En 1969 llegó a vicesecretario de la Democracia Cristiana, y en 1973 obtuvo su primer encargo como ministro de Industria, Comercio y Artesanado, uno de esos ministerios que existían solo para tener quietos a los rebeldes. Pero el de Nusco quería mucho más, y la oportunidad de su vida fue un imprevisto: el terremoto que sacudio y reventó la provincia de Avellino el 23 de noviembre de 1980.

El legado

Se dice que el dinero para la reconstrucción después de aquella tragedia se lo comió entero la Camorra, la mafia local. Hubo muchas especulaciones, pero seguramente aquella década se convertiría para De Mita en su edad de oro: nadie en la historia de la posguerra italiana tuvo mas poder que él, cuando al mismo tiempo era secretario de la Democracia Cristiana y primer ministro.

Era como un rey cuya corte se expandía en cualquier ámbito de la sociedad italiana, y de manera tan descarada que hoy día hubiera sido gasolina cotidiana para los memes y los chistes.

En el fútbol, por ejemplo, el equipo de Avellino, los «lobos verdes», se mantuvo durante diez temporadas en la máxima categoria, en la Serie A, cuando antes y después flotaba entre segunda y tercera división. Por aquel entonces gracias a unos fichajes de lujo como el argentino Ramon Díaz, era una amenaza constante para los grandes equipos.

Todavía más escandalosas fueron las nóminas en la televisión pública italiana, la RAI. Algunos periodistas entraron en la estructura gracias a las recomendaciones de De Mita, y no hicieron nada para esconderse. Un nombre por encima de todos, Gigi Marzullo, un señor con gafas y pelo largo y bastante soso, presentador de programas nocturnos donde que acababa así las entrevistas con a sus invitados: «Hágase usted una pregunta y respóndasela».

De Mita tenía sus enemigos, tanto en la Democracia Cristiana como en la sociedad. Ceéebre fue el apodo que le dio Gianni Agnelli, presidente de la Fiat y de la Juventus, cansado de escuchar sus discursos tan largos como vacíos: «Un intelectual de la Magna Grecia».

Renzi dijo haberse inspirado en el estatista campano, pero desafortunadamente para él De Mita lo saludo así: «Habla bien pero no dice nada»

El señor Ciriaco bien podía haberse quedado fuera de la política, pero ya en la tercera edad optó, como Aureliano Buendía en ‘100 años de soledad’, por volver a su Macondo, a Nusco. En 2014 fue elegido como alcalde de su pueblo, cargo que ha mantenido hasta hoy.

Entre los primeros que han llorado el fallecimiento de De Mita, un ex primer ministro que en sus inicios políticos afirmó haberse inspirado en el estatista campano: Matteo Renzi. Desafortunadamente para él, cuando preguntaron a De Mita qué pensaba de su «delfín», la respuesta fue: «Habla bien pero no dice nada».