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Germán Sánchez Espeso recuerda con humor la Iruñea «terrorífica» de la posguerra

Un viaje a la Iruñea «terrorífica» de la posguerra a través de la mirada de un niño y contado con altas dosis de humor es lo que ofrece la última obra de Germán Sánchez Espeso, publicada por la editorial Pamiela.

Germán Sánchez Espeso ha recopilado sus recuerdos de niñez en una obra que retrata la Iruñea de posguerra. (Iñigo URIZ/FOKU)

Germán Sánchez Espeso ha plasmado con humor en su última obra sus recuerdos de infancia en la Iruñea «terrorífica» de posguerra. Editada por Pamiela, se titula ‘Niñez, dulce veneno. Todo lo que a nadie le interesa saber sobre la vida de un necio’, toda una declaración de intenciones de lo que alberga en sus cerca de 300 páginas.

Según ha explicado en la presentación a la prensa, su nuevo trabajo «no es exactamente un libro de memorias al uso», sino una serie de anécdotas que le sucedieron a él «que reflejan lo que era la ciudad», la Iruñea de la más inmediata posguerra, ya que nació en 1940, y que se caracterizaba por «una devastación física y mental de cuerpos y almas y una situación de hambre real y generalizada».

Una infancia que también se iba a ver a muy mediatizada por la Segunda Guerra Mundial y en la que se fueron sucediendo una serie de historias, «miles, pero he elegido aquellas que tienen una trascendencia social, política, emocional, reflexiva, filosófica... Un estudio de la singularidad que es un ser humano que nace con un cerebro plano y en poco tiempo aprende una enorme cantidad de material que le sirve para la vida».

Recuerdos de una época «enormemente interesante, cruel, que todavía olía a sangre, de silencios culpables algunos. Una época en la que hay un maridaje morboso entre Iglesia y Estado en el cual se someten cuerpos y almas a una devastación total. Una época terrorífica». Hasta el punto de que «he tenido miedo atroz a todo», pero que el autor ha buscado ofrecer de una manera «tierna, pero con verdad».

Con 17 años, abandonó su Iruñea natal para estudiar en los jesuitas, una época a la que está dedicando la segunda obra de este corte que está preparando y que tendría incluso una tercera parte. Tras dejar los jesuitas, se embarcó en el mundo de la televisión hasta llegar a ser director de cine publicitario.

A lo largo de esos años, ha escrito quince novelas, dos libros de relatos, uno de ensayo y otro de poemas. Dentro de esa «trayectoria impresionante de un autor consagrado», como le ha definido David Mariezkurrena, de la editorial Pamiela, destaca la obra ‘Narciso’, con la que ganó el Premio Nadal en 1978.

Religión y política

Durante muchos años ha estado lejos de su Iruñea natal, lo que le ha permitido conservar una fotografía muy nítida de esa ciudad de posguerra, ya que «no se han superpuesto otras historias, fotografías» posteriores.

Esa distancia también le ha permitido ser más consciente de la evolución que ha experimentado Iruñea a largo de ese tiempo y sobre la que señala que tiene «un sentido bueno y otro malo. El bueno, en cuanto a las libertades y malo en que, como todas las ciudades, ha ido hacia una falta de tranquilidad, de bienestar, con las calles llenas de coches…».

Al respecto, ha añadido que siguen patentes «los dos grandes troncos de la bóveda en la que yo vivía en mi infancia, concretamente, la religión, que se ha mantenido con mucha virulencia, y la política, que se ha mantenido así también. Hay mucha tensión religiosa y política. Quedan unas fuerzas muy beligerantes sobre Dios y el César».

La portada que presenta su última obra ha sido realizada a partir de las ideas del propio Sánchez Espeso, con una imagen suya de chaval y un título y una firma llenas de color, y que considera que recoge cómo era «ese niño neurótico, que era un desastre y no iba vestido como se debía ir entonces» y que se enfrentaba a una época en la que «todo era incómodo». Aunque asegura convencido que «una neurosis bien llevada es una fuente de felicidad».