INFO

Soberanía para un presente en crisis y un futuro de cambio

Las jornadas del Fórum Soberanista comenzaron ayer con una mesa redonda en Iruñea que preguntaba a Olalla Rodil, Mertxe Aizpurua, David Fernàndez y Gemma Ubasart sobre el papel del soberanismo de izquierdas, en plena crisis del Régimen del 78 y un contexto global vertiginoso.

Gemma Ubasarte, Olalla Rodil, David Fernàndez, Mertxe Aizpurua y Gemma Ubasart, ayer en Katakrak de Iruñea. (Iñigo Uriz | Foku)

El proyecto del Fórum Soberanista se estructuró en 2019 como punto de encuentro de 20 fuerzas soberanistas de izquierda de diferentes puntos del Estado español para reflexionar y también discutir sobre el soberanismo. En el marco de las jornadas que ha organizado en Iruñea durante este fin de semana, ayer viernes se celebró en Katakrak una mesa redonda con Olalla Rodil (parlamentaria del BNG), Mertxe Aizpurua (diputada de EH Bildu), David Fernàndez (periodista) y Gemma Ubasart (politóloga) sobre dos cuestiones clave: cuál es la situación actual en Estado español y cuáles son las posibilidades de acción de las fuerzas soberanistas.

Todas pintaron un panorama realista, en el que se apreciaron los avances de estas últimas décadas, pero sobre todo advirtieron de los escollos futuros. Gemma Ubasart, primera en alzar la voz, puso sobre la mesa el carácter de las tres crisis latentes y auguró otras tres salidas posibles. Por tanto, explicó que a la crisis socioeconómica, acentuada por la pandemia, se suman la política, derivada de una desafección por los partidos políticos, y la territorial, propiciada no solo por el procés sino también «por aquellos territorios que no acaban de entender el sistema» autonómico. Así, se vislumbran en el horizonte tres vías de escape: «Seguir apostando por el modelo socioliberal, un modelo caduco; el posfascismo, el auge de la derecha radical, que cada vez consigue más espacios de poder; y, por último, un nuevo pacto social que reformule las bases del Estado de bienestar con claves que se adapten al siglo XXI» y en el que el soberanismo juegue un papel importante.

Sin negar la inestabilidad, Olalla Rodil recordó que «eso de que el régimen está en crisis lo llevo escuchando mucho tiempo», e insistió en que la pandemia, la guerra y el apogeo militarista hacen que su posición sea «menos optimista». Desde Galiza, añadió la diputada del BNG, más que una crisis, advierten un «Gobierno débil» y destacó que «solo las fuerzas políticas soberanistas estamos haciendo avanzar o, mejor dicho, no retroceder». De esta forma, se aproximó a una reconsideración de una dicotomía «terrible», pero que describe acertadamente el panorama político actual: o autoritarismo o democracia.

En un intento de superar esa dicotomía, David Fernàndez planteó que tal dilema «se puede desdoblar territorialmente y conceptualmente». Para el periodista, el Estado español «no es un Estado fallido», sino una democracia fallida que hace aguas debido al empeño del Ejército, judicatura y bloque mediático, que opera como correa de transmisión ideológica para acelerar «el turbocapitalismo y las pulsaciones autoritarias» en un contexto de impulso hacia «la tercera restauración borbónica».

A las dinámicas de cada país se suman tendencias globales que también le suscitan cierto pesimismo. Para Fernández, «la democracia se hunde porque los que ahora salen corriendo a salvarla llevan años socavándola» y las oleadas de auge populista «crecen en el desierto que ha dejado la izquierda», por lo que animó a hacer una «autocrítica severa».

En aras de confrontar «al pesimismo reinante», Mertxe Aizpurua recordó que hasta hace poco no se hablaba de crisis del 78. «Aquel espejo en el que se miraba la democracia española se ha ido resquebrajando con el conflicto catalán. Y cuando eso pasa, ya no hay forma de que esto se recomponga», subrayó.

Desde una óptica de Madrid, señaló que hay tres opciones. «La primera es que las mayorías progresistas sigan condicionando las políticas del Gobierno y que vayamos recabando apoyos hacia el derecho de autodeterminación. La segunda, la involución total, un escenario que podría acarrear la ilegalización de partidos independentistas. Y la tercera opción es un pacto de Estado entre el PP y PSOE».

Sincronizar relojes

Con el ciclo electoral a la vuelta de la esquina, los ponentes reflexionaron sobre el realce de las fuerzas soberanistas y el proceder de las mismas.

Ubasart describió a Pedro Sánchez como un «significante vacío» que se guía por la «supervivencia táctica», por el «divide y vencerás», ya que negocia con todos pero por separado. Por consiguiente, apostó por sincronizar relojes y construir «un espacio de negociación» para avanzar en políticas públicas y reformas «con las fuerzas que triangulan con el PSOE pero que no son el PSOE».

Respecto al órdago de Ubasart, Aizpurua señaló que «lo estamos intentando», por ejemplo, con la Declaración de Llotja de Mar que suscribieron partidos soberanistas. Además, emplazó a trabajar conjuntamente con las naciones sin Estado. Y, en el Estado español, por «hacerle las cosas imposibles al PSOE para que no intente mantener ese régimen», del que es «baluarte». Como alternativa al PNV en la CAV, Aizpurua subrayó que, en cuanto a procesos soberanistas, el partido de Iñigo Urkullu «ni está ni se le espera».

Por su parte, Fernàndez afirmó que la deslegitimación del régimen del 78 en Catalunya es «absoluta, irreversible e histórica». «Cuando a un Estado lo único que le queda en un territorio son los jueces, los tertulianos y la Policía, ya es mucho», añadió.

Respecto a escenarios futuros, indicó que «el soberanismo crece, el bien va bien, pero es que el mal va en portaviones». De esta manera, recordó que el bloque de investidura es «débil» porque rozó el empate, Sánchez no tiene proyecto político alguno y el PSOE es una «estructura de Estado». Por tanto auguró que, si un régimen en crisis ve la necesidad de intervenir al PSOE, lo hará. Ante la posible toma de poder de la ultraderecha, Fernández señaló que «los diques de contención» son altos en Euskal Herria y Catalunya, pero insistió en que el precio «será carísimo», con potentes campañas de desobediencia civil que harán que «el 1-0 se quede pequeño». Nada nuevo, tan sencillo y tan difícil como lo de siempre para Fernàndez: tejer el vínculo social comunitario y solidario.