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Sanfermines con 50 tacos o más: los momenticos de la próstata

Un oasis sanfeminero para la próstata. (NAIZ)

Con más de medio siglo a cuestas, puede dar la sensación de que se ha pasado el arroz festivo, que va siendo hora de dejar las calles de Iruñea a la mozina más joven. Pero lo cierto es que los ‘cincuentañeros’ podemos llegar a tener tantas ganas o más de sanfermines que la chavalería, entre la que figuran nuestros propios hijos, y lo damos todo, aunque seamos como la gaseosa.

Pero el tiempo no ha pasado en vano y una alargada sombra se cierne sobre las horas de jarana: la próstata. La conversación del típico almuerzo sanferminero de una cuadrilla de veteranos que peinan canas o no tienen nada que acicalar termina derivando en el número de visitas al baño. Hasta el punto de intentar determinar quién tiene el récord absoluto de paso por el excusado durante la noche.

Esa situación se complica sobremanera con los sanfermines. El gaznate se convierte en una tubería dispuesta a trasegar todas las cervezas y demás bebidas espirituosas que pasan por nuestras manos. Pero lo que entra tiene que salir y ahí empiezan los problemas.

De hecho, antes de abandonar el local, toca visita de rigor al urinario, que después vete a saber dónde se podrá aliviar la vejiga.

La vista termina aguzándose para atisbar la caseta roja, con efluvios que no son precisamente de Chanel número 5

Y luego empieza un recorrido en el que tan importante, o más, que ir haciendo paradas para abrevar, son los espacios a mano donde evacuar. Así que la vista termina entrenándose como en Vietnam, pero en lugar atisbar por dónde pueden venir los ‘charlies’, lo que se busca es esa caseta roja que anuncia la presencia de baños portátiles.

Tras poner a prueba la próstata, en el urinario de turno toca entrenar el pulmón para practicar apnea. Porque los efluvios que emanan de tan particular barra no son precisamente Chanel número 5. Pero todo sea con tal de liberar presión.

En los toros, no solo el tendido es lugar de parada y fonda. Antes de acceder al mismo, la visita a los servicios es obligada. Pero especialmente cuando ya ha terminado el asunto y sin entretenerse demasiado, que luego los cierran y entonces la situación se puede complicar exponencialmente, con la próstata haciendo su particular llamada a gritos y sin un lugar apropiado donde soltar el Nilo.

De esta guisa van pasando los días sanfermineros con más gloria que pena, con intenciones de, una vez pasadas las fiestas, dar un mínimo descanso a la exigente próstata reduciendo la ingesta de alcohol.

Hasta aquí llegó la riada, así que me despido, que, para no variar, toca visita urgente al WC.