INFO

La izquierda italiana pide ayuda a los ex de Berlusconi

A dos meses de las elecciones generales la coalición encabezada por el Partido Democrático no está encontrando nada mejor que embarcar a los ex «escudos humanos» del «cavaliere», incluidas algunas protagonistas de las fiestas del ‘Bunga Bunga’.

Enrico Letta, dirigente del Partido Democrático. (Filippo MONTEFORTE/AFP PHOTO)

Todo apunta a que la campaña que llevará a Italia a las elecciones generales del 25 de septiembre va a ser inolvidable. Algunos grandes periódicos como ‘Il Corriere della Sera’ ya han encendido todas las luces de alarma: «Un voto importante y decisivo como el de 1948», dicen en alusión al choque de bloques que en aquellos tiempos enfrentó a la Democracia Cristiana y al Partido Comunista.

Estados Unidos contra Unión Soviética, capitalismo contra comunismo, miedos terroríficos y perspectivas tranquilizadoras cara a cara: «Grande es la confusión bajo el cielo, la situación es excelente», proclamaban tanto Mao Zedong como Confucio.

Además, esta campaña veraniega se parece mucho a la del fútbol, incluso se desarrolla en las mismas semanas. Todas las coaliciones están intentando ahora ponerse en forma para el gran baile del último domingo de septiembre, y sobre todo el Partido Democrático, que según todas las encuestas va a perder rotundamente.

El PD ha decidido intentar agregar prácticamente a cualquiera, pero ¿podrán sus electores tragar con ello?

 

Ante tal panorama, la formación de presunta izquierda ha decidido intentar agregar prácticamente a cualquiera, incluso a los representantes de su antiguo enemigo: Silvio Berlusconi. Sirve como excusa el mantenimiento de la continuidad y el equilibrio del anterior gobierno de Mario Draghi. Pero, ¿podrán sus electores tragar esta enésima humillación?

Nostradamus al revés

La izquierda italiana mantiene desde hace al menos 28 años una larguísima tradición de suicidios políticos. Cuando era favorita claramente consiguió casi siempre perder o ganar por la mínima-mínima. Y ha quedado detrás de la derecha en todos los casos salvo en 1996, cuando Romano Prodi lideró el único triunfo claro contra la derecha y Berlusconi. Desafortunadamente, la experiencia del profesor de Boloña duraría dos años, hasta el «acuchillamiento por la espalda» de Rifondazione Comunista.   

Por lo menos aquella era una formación de gobierno de izquierda real, no como ahora. Hay que recordar que en Italia no existe un Lula, ni un Pepe Mujica, ni siquiera un Mélenchon: es decir, no existe ningún liderazgo rotundo capaz de aglutinar claramente todas las facciones progresistas y reivindicaciones sociales.

Enrico Letta, el secretario del Partido Democrático, siempre ha sido un Nostradamus al revés: nunca ha acertado la mínima previsión sobre el futuro. Incluida la última, la caída de Mario Draghi, cuando dijo el día anterior: «Este gobierno va a aguantar, soy optimista».

Cabe recordar siempre que Enrico es «sobrino de». Hay otro Letta en la escena política italiana, mucho más contundente: se trata de Gianni, periodista jubilado, el máximo consejero privado y estratégico de Silvio Berlusconi. Aparece muy poco Letta senior, casi nadie conoce su voz, pero no se mueve nada en casa del Cavaliere hasta nueva orden de su Richelieu.

En el tablero actual manda Gianni Letta. ¿Y Enrico? Tras darse cuenta que con los Cinco Estrellas la amistad casi ha acabado, ahora se encuentra en plena bifurcación. Solo con su partido no puede ir a ganar las elecciones, tiene que buscar aliados. ¿Dónde? Posiblemente, y este es realmente el apogeo de la contradicción, entre los exberlusconistas.

Escudos humanos

El Gabinete de Mario Draghi ha mezclado muchísimo las cartas en el Parlamento. Por cierto, ningún otro gobierno ha tenido más apoyo en la historia de Occidente, dictaduras aparte: todos los partidos menos los ultraderechistas de Fratelli d'Italia han estado durante año y medio al lado del exbanquero, tragándose decisiones impopulares y duras.

Tres ministros del Gabinete Draghi, el «Gobierno de los mejores», eran representantes de Forza Italia. Tres «escudos humanos» de Berlusconi, más concretamente: Renato Brunetta, Mara Carfagna y Mariastella Gelmini, respectivamente ministro de Administración Pública, de Cohesión Territorial y del Sur (!) y de Asuntos Regionales y Autonomìas.

Escudos humanos, sí, porque cuando ‘Il Cavaliere’ metía la pata, cuando «pisaba una mierda» como se dice en italiano, eran quienes salían en su defensa especialmente. «Ha sido mal entendido», «La izquierda busca cualquier manera de deshonrar el presidente Berlusconi»... y así hasta el infinito.

Tanto Brunetta como Carfagna y Gelmini han dejado Forza Italia tras la caída del Gobierno Draghi y se han puesto en el mercado

Brunetta, quien más odio ha generado entre los trabajadores públicos, es la representación del estatalismo centralista; Carfagna y Gelmini, dos de las «amazonas» del fundador de Forza Italia, tan cercanas a Berlusconi que cuando estalló el caso de las fiestas del ‘Bunga Bunga’ de 2011 estaban en primera fila, y no solo para defender al ‘Cavaliere’, sino en calidad de protagonistas.

Muchos testigos declararon que las dos mujeres habían participado activamente en aquellas semiorgías con chicas menores. «Si pudiese, me casaría contigo», le dijo «papi» Silvio a la por aquel entonces modelo salernitana Carfagna. «Vírgenes que se ofrecen al dragón», fue la definición que hizo Veronica Lario, ex de Berlusconi, del círculo que rodeaba a su marido, antes de pedir públicamente la separación.

Tanto Brunetta como Carfagna y Gelmini, cuya reforma del sistema escolar todavía está deparando secuelas, han dejado Forza Italia después de la caída del Gobierno Draghi. ¿Objetivo? De momento alejarse de la coalición de derecha, para encontrar alguna otra colocación política. Se han puesto en el mercado, como un lateral o un interior de fútbol cualquiera.

Y colocaciones hay realmente pocas. Seguramente no en los Cinco Estrellas, que además se van evaporando. Queda solo algún sitio en el centro-izquierda, donde Enrico Letta estaría dispuesto a acoger las caras más representativas del berlusconismo. Hasta aquí ha llegado la estrategia de lo que tenía que ser la referencia del progresismo. Se engañaban Confucio y Mao; la situación aquí no es excelente.