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El movimiento sadrista, reforzado en la calle, lanza una advertencia a Irán en Irak

Tras mostrar que manda en la calle, y pese a -o por- los 35 «mártires en las protestas», el movimiento sadrista ha exigido a Teherán que «controle a su camello», en referencia a las milicias iraquíes proiraníes. El país se encamina a elecciones, tal y como reclama.

La normalidad y el caos de tráfico ha vuelto a Bagdad. (Sabah ARAR | AFP)

El clérigo chií Moqtada al-Sadr y su movimiento sadrista regresaron ayer a sus sedes y cuarteles tras haber demostrado durante dos días que sin su anuencia es imposible que nadie desde el Gobierno de Bagdad pueda ejercer control alguno sobre Irak y sus débiles instituciones.

Por de pronto, el movimiento sadrista ha culpabilizado directamente a las Brigadas de Movilización Popular, las milicias aliadas de Teherán dentro de la compleja vida política del país árabe, de ser las responsables de las 35 muertes registradas durante la represión de las protestas de los últimos días.

«Controle a su camello»

En un comunicado, el portavoz del movimiento sadrista, Saleh al-Iraqi, advirtió también a Irán de que «controle a su camello», una referencia a la vinculación del país persa con esas milicias, bajo el riesgo de que «no pueda escapar cuando se arrepienta» de sus acciones en Irak.

«Siguen convocando al Parlamento, desafiando al pueblo, para formar un Gobierno descarado, mientras la sangre de los manifestantes pacíficos ejecutados por las balas sucias de sus milicias todavía no se ha secado», señaló Al-Iraqi.

En la nota, el portavoz del movimiento sadrista indicó, además, que si el Marco de Coordinación, que agrupa a varios partidos chiíes próximos a Irán, «no declara el luto» por los muertos y los más de 250 heridos que se produjeron entre el lunes y el martes pasados, tendrá al «movimiento sadrista como su primer enemigo, aunque lejos de la violencia y asesinatos con las que los corruptos atacan a sus rivales».

Irak regresó el martes a la calma tras los graves disturbios que hicieron temer a muchos que el país árabe se estuviera aproximando a una guerra civil ante el bloqueo político que vive desde hace meses que impide la formación de un nuevo Gobierno.

El detonante de esta crisis fue la decisión de Al-Sadr, muy popular sobre todo entre las clases más desfavorecidas, de renunciar definitivamente a su actividad política y disolver su movimiento, lo que llevó a miles de sus seguidores a tomar las calles de Bagdad y asaltar el palacio presidencial.

A principios de agosto, los sadristas también tomaron el Parlamento durante varios días y desde entonces se mantenían acampados en sus inmediaciones para prevenir los planes del Marco de Coordinación y de otros grupos políticos de formar un Ejecutivo.

Y es que si bien el movimiento sadrista fue el más votado en las elecciones de octubre de 2021, solo obtuvo 73 de los 329 escaños del Parlamento, lo que permitió a sus rivales establecer una coalición que, al menos sobre el papel, les permitiría obtener la mayoría necesaria para formar Gobierno.

Al-Sadr ordenó dimitir a sus diputados y ha evitado por activa y pasiva que el Legislativo obtenga el quórum necesario para sesionar, al tiempo que exigía la celebración de nuevas elecciones.

Los incidentes de esta semana cesaron tan pronto como Al-Sadr emitió en la tarde del martes un comunicado en el que pidió a sus seguidores retirarse de las zonas de Bagdad que habían tomado y volvieran a sus hogares, al tiempo que ordenó retirarse de las cercanías del Parlamento.

El Ejecutivo recula

El presidente de Irak, el kurdo Barham Saleh, confirmó que unas elecciones anticipadas con un «consenso nacional» puede ser una «salida de la crisis asfixiante que atraviesa el país».

El primer ministro en funciones, Mustafa al-Kazemi, amenazó con renunciar si perdura el caos en el país y si los actores políticos «quieren seguir creando caos, conflicto, división, enfrentamientos y no escuchar a la voz de la razón».

Teherán insta al diálogo

Irán llamó al diálogo político en Irak y admitió que «es la única solución para que Irak salga de la crisis, junto con el mantenimiento de los derechos de los ciudadanos, el respeto a las instituciones legales, la Constitución y el proceso político», dijo su Ministerio de Exteriores, que espera que «todos los grupos y facciones políticas participen en el proceso de formación de un nuevo Gobierno». «La República Islámica de Irán busca un Irak estable, seguro y poderoso», aseguró.

A pesar de reconocer a las autoridades religiosas de Irán, Moqtada al-Sadr siempre ha criticado la injerencia de Teherán en los asuntos de Bagdad, algo que ha provocado aún más tensión con las milicias proiraníes.

Irán tiene una gran influencia política en Irak al respaldar a importantes milicias chiíes iraquíes, algo criticado por ciertos sectores en Bagdad y temido por EEUU.

También posee un gran peso económico, ya que suministra a su vecino electricidad y gas pese a estar bajo sanciones de EEUU desde 2018.