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La incorrección política por bandera

Ulrich Seidl. (Ingo PETRAMER | Ulrich Seidl Film produktion)

Lo que Michael Haneke tiene de pesimista su compatriota Ulrich Seidl lo tiene de provocador, en cuanto que actúa como la conciencia perturbadora de la sociedad austriaca, siempre dispuesto a sacar a la luz su lado más oculto y oscuro. Su nuevo díptico sobre personas atormentadas por su pasado lo componen ‘Rimini’ (2022), presentada en la Berlinale, y ‘Sparta’ (2022), cuyo estreno mundial tendrá lugar en Donostia y en la Sección Oficial a concurso, después de que Toronto renunciara a ese privilegio por la presión mediática creada desde Alemania en contra de la película. El primer largometraje versa acerca de un decadente cantante de hotel, mientras que el segundo tiene como protagonista a un maestro de artes marciales para escolares que ejerce en Rumanía.

No cabe duda de que la fama internacional Ulrich Seidl se la debe a la trilogía Paraíso, compuesta por ‘Amor’ (2012), ‘Fe’ (2012) y ‘Esperanza’ (2013). Aunque anteriormente su obra se había centrado en la masculinidad, con retratos del hombre austriaco que busca mujeres sumisas tailandesas o filipinas en documentales como ‘The Last Real Men’ (1994), en estas tres ficciones presenta a mujeres de distintas generaciones, con las maduras buscando consuelo en el turismo sexual o la religión, mientras que las jóvenes luchan contra su propio cuerpo en campamentos para chicas con sobrepeso. Curiosamente, la protagonista de la tercera entrega es hija de la de la primera y sobrina de la de la segunda.

Más allá de lo que supone ser conocido por el gran público a una edad ya avanzada, la consagración artística le llegó a Seidl con ‘Días perros’ (2001), que ganó en la Mostra de Venecia el Gran Premio del Jurado y el festival de Xixón los de Mejor Película y el Premio Especial del Jurado. Es la película que mejor refleja su estilo cinematográfico, con escenas costumbristas que reflejan la vertiente más absurda o surrealista de la vida cotidiana. En un contexto en el que aparentemente no pasa nada, lo que en Austria llaman «hundstage», que son los días calurosos del año, generan comportamientos extraños e impensables en gentes de un país frío regido en teoría por el autocontrol.