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El curioso caso de la desaparición de doce obras de arte de la UPNA

La desaparición de 12 obras de arte en la UPNA ha motivado la comparecencia del rector de la Universidad y la propia consejera de Cultura. La desidia en el cuidado del patrimonio asoma como causa más probable. No es la primera vez que el patrimonio cultural navarro se esfuma. De la CAN volaron 157.

El rector, Ramón Gonzalo García. (UPNA)

Al parecer, nadie lo notó durante años. Por eso suena más a desidia que a robo. El caso se destapó en agosto, cuando el pintor Pedro Salaberri reclamó a la UPNA ‘La nube, el arte y el molino’, un cuadro de Fernando Iriarte, y empezaron a sonar los grillos. Nadie sabía donde estaba… por lo menos desde hacía seis años.

Son doce las obras de arte que la Universidad Pública de Nafarroa ha reconocido como extraviadas. Aunque no todas de la misma magnitud. ‘La nube, el arte y el molino’ es el caso más sangrante, entre otras cosas, por las dimensiones del mismo. Mide la friolera de dos metros de alto por 1,3 de ancho y es una obra compuesta: no es una única pieza, sino dos, cada una de ellas más alta y más ancha que una puerta. 

La obra, al parecer, se pagó en 1993 por lo que, al cambio, serían poco más de 4.000 euros. Habida cuenta del tamaño, la dificultad de colocar una pieza tan concreta en el mercado negro y la ausencia de una denuncia policial, no parece que en este caso el problema haya sido un robo, sino que alguien lo quitó y vete tú a saber dónde lo dejó.

La comparecencia del rector Ramón Gonzalo de este jueves ha dado para más. De las otras 11 obras desaparecidas, otras siete estaban guardadas en una carpeta «azul eléctrico con lazos negros» que nadie localiza desde 2007. Son láminas de artistas como Redón, Eslava y Gabino, así como un fotografía de Ciuco Gutiérrez.

Pérdida irreparable

El valor monetario de la carpeta azul superaría los 2.000 euros, aunque la tasación final habrá que leerla en la denuncia que, según dijo el rector, están preparando para presentarla ante la Policía ya que la Universidad tiene un seguro.

La mayor pérdida, dejando fuera lo meramente pecuniario, se encontraba dentro de la carpeta azul eléctrico. Se trata de un grabado de Amadeo Gabino del que no existen fotografías. Esa obra se ha perdido, al parecer, para siempre.

El rector Gonzalo ha anunciado una investigación interna para esclarecer lo ocurrido, si bien ha matizado –no sin razón– que la «Universidad no es y nunca va a ser un museo o una catedral». Ahora bien, sin contar las obras extraviadas, la UPNA es propietaria de otras 220 obras (la mitad de ellas esculturas y otro 30% fotografías). 

La UPNA es propietaria de otras 220 obras, la mitad de ellas esculturas y un 30% fotografías.

El escándalo ha provocado la comparecencia también de la consejera de Cultura, Rebeca Esnaola, a petición de EH Bildu este miércoles. A fin de cuentas, ella es la responsable última de que el patrimonio cultural de Nafarroa no se extravíe. Esnaola ha lanzado balones fuera agarrándose a la autonomía de la Universidad y a que el rector ya ha prometido una investigación interna.

Esnaola ha subrayado que desde la UPNA se le ha trasladado que han abierto «un proceso de búsqueda intensiva en las diferentes instalaciones de la Universidad, que iban a actualizar su inventario y que se encontraban recabando información administrativa relativa a encargos realizados con empresas de transporte y conservación».

Desde Navarra Suma se le ha afeado, no obstante, cierta dejación de funciones ya que «el arte es patrimonio cultural y tenemos que poner todos los medios para cuidarlo» y «poner los medios necesarios para no extraviarlo». 

Y desde EH Bildu, Maiorga Ramírez ha recordado los deberes de inspección que tiene el Gobierno para la conservación de este patrimonio cultural. Y es que pérdidas del estilo no es la primera vez que pasan. Ocurrió, de forma mucho más grave, en Caja Navarra, si bien en ese momento, ni a UPN ni a Navarra Suma les parecía correcto abrir una investigación. 

No es la primera vez

En 2014 se supo que 157 obras patrimonio de la Caja habían desaparecido, 11 de ellas se volatilizaron de la propia caja fuerte de la entidad. ¿Qué pasó con aquellas obras? ¿De dónde salieron y dónde acabaron? GARA conserva los listados del inventario donde quedaba anotado qué obras no se pudieron localizar.  

En buena medida, la desaparición de aquellas obras de arte solo se entiende por desidia, como en el caso de la UPNA. Algunas se emplearon como objetos decorativos para abrir nuevas oficinas y acabaron en la basura cuando sucedieron las remodelaciones.

Algunas obras de CAN se emplearon como objetos decorativos para abrir nuevas oficinas y acabaron en la basura.

Algunas de esas obras, al igual que las que se han perdido en la UPNA, tienen sentido en su contexto, como eslabones que son de la vida cultural de Nafarroa. No tiene sentido que estén decorando el despacho de alguien que firma hipotecas y, mucho menos aún, en una carpeta donde nadie las puede ver. 

Y esto mueve a una última reflexión. ¿Quién decide y por qué comprar obras de arte? ¿Quién decide a quién se le compran o a quién no? ¿Por qué esa alegría de gasto? Quizá la auditoría debería empezar por ahí.