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Sin noticias de Italia, Giorgia Meloni contra los defensores de los derechos humanos

«Salimos de puerto el día 2 y el 3 ya estábamos rescatando. No había nadie para ayudar. Nadie». Así de contundente explica Marco Martínez, el capitán del Rise Above, el pequeño barco de rescate de la Misión Lifeline, la soledad con la que su tripulación ha tenido que enfrentarse a 3 rescates.

Migrantes rescatados por el barco de rescate Rise Above, perteneciente a la Misión Lifeline. (Sévérine KPOTI)

Los avisos les llegaron por NAVTEX, un sistema para transmitir y recibir automáticamente información sobre seguridad marítima (información sobre el estado del tiempo, alertas meteorológicas, zonas de navegación restringida…) de tal manera que son avisos oficiales y están al acceso de todo el mundo.

«Pero allí no había nadie, ni libios, ni tunecinos… nadie!», exclama sorprendido. «Llegamos a tiempo porque encontramos 3 barcas a la deriva que se estaban hundiendo y tuvimos suerte porque los encontramos a todos. Tuvimos mucha suerte de poder ayudarles».

Esta era la sexta misión que realizaba este pequeño barco, pero Martínez lleva años operando este tipo de barcos de rescate. Tras pasar varios años a bordo del Open Arms y en el Aita Mari, actualmente se encontraba trabajando para esta organización alemana, formada por voluntarios, al igual que su tripulación.

El barco que actualmente capitanea Marco Martínez es muy pequeño. Se trata de barco de madera de los años 60, de tan solo 25 metros de eslora por 6 de manga. A los 9 tripulantes voluntarios que componen este equipo de rescate hay que añadir las 95 personas rescatadas, entre los que se encuentran 8 bebes, 34 menores, 34 mujeres, 3 de ellas en avanzado estado de gestación y el resto hombres.

«Exigimos puerto a Lampedusa, enviamos mails al RCC (Roma Control Center) pero Italia nunca contestó a los mails». Finalmente, les atendieron al teléfono diciendo que habían pasado su solicitud al recién estrenado ministro de Interior, Matteo Piantedosi.

Sin embargo y a pesar de la urgencia de la llamada de auxilio por parte de la tripulación, la respuesta fue una vez más el vacío, por lo que el barco llamó directamente a las autoridades de Lampedusa solicitando puerto, que a su vez les sugirieron llamar a la Guardia Costera, que a su vez se volvieron al ministro de Interior. Y de nuevo el vacío.

Con un parte del tiempo donde se anunciaban olas de hasta 5 metros, Martínez tomó la decisión de dejar de esperar para poner rumbo hacia Sicilia, buscando con esto algo de refugio ante la magnitud de la tormenta: «En estas condiciones no puedo garantizar la seguridad de la tripulación ni de las personas rescatadas a bordo», insiste.

Sin embargo, frente a las costas de Sicilia se encuentran además del Lifeline, otros tres barcos de rescate esperando autorización, algunos desde hace ya más de diez días, para poder entrar en puerto y desembarcar a las más de 1.000 personas que esperan refugiadas en sus bodegas.

El Geo Barents, de la ONG Médicos Sin Fronteras tiene 572 personas a bordo, el Humanity1, de SOS Humanity a 179 y el Ocean Viking, de la ONG francesa SOS Mediterranée a 234. Algunos de estos barcos llevan más de 10 días esperando por una respuesta que no llega.

Apenas dos semanas después de su juramento como primera ministra, la ultraderechista Giorgia Meloni se encuentra con el primer pulso que realizará su Gobierno contra defensores de los derechos humanos de varios países europeos.

Una de las medidas «estrellas» de Meloni era la de imponer un «bloqueo naval» a los migrantes en el Mediterráneo, realizando así un control para evitar que los barcos o botes con inmigrantes salieran de Libia hacia Italia. Cabe recordar que el anterior ministro de interior, el también ultra derechista Mateo Salvini, fue procesado por bloquear los barcos de las ONG.

Ahora con los puertos cerrados, la tripulación del Lifeline aguarda con preocupación e incertidumbre el devenir de los próximos días: «La tripulación tiene la moral muy alta, pero solo nos queda capacidad para navegar 5 días aproximadamente y no se qué va a pasar», insiste Martínez.

«Yo espero que esto termine pronto por que si a mí no me dan una solución, me tendré que meter en el puerto, con permiso o sin él. Y es algo que no me hace ninguna gracia, porque tengo una hija. Pero lo que no puede ser es que ahora con los fascistas en el poder, vayamos a dar un paso atrás».