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Interview
Helena Maleno Garzón
Fundadora del colectivo Caminando Fronteras

«El control del territorio está por encima del derecho a la vida»

El 24 de junio decenas de personas murieron en la frontera entre Melilla y Nador, un suceso que ha vuelto a la actualidad tras el documental publicado por la BBC. La activista Helena Maleno atiende a NAIZ desde el lado marroquí de la frontera: «Es lo que vemos todos los días».

Helena Maleno, activista en la frontera entre Marruecos y el Estado español. (Luis JAUREGIALTZO | FOKU)

Helena Maleno Garzón (El Ejido, 1970) defiende, desde hace dos décadas, los derechos humanos de las personas migrantes en la frontera entre Marruecos y el Estado español. Lo hace a través del colectivo Caminando Fronteras y, tras la últimas imágenes publicadas por la BBC sobre la muerte de decenas de personas, señalando la responsabilidad del Estado español, reflexiona sobre la evolución de la frontera, la impunidad, las tensiones geopolíticas o la actitud de la Guardia Civil.

Lleva ya 20 años en Marruecos. ¿Cómo era la frontera entonces?

Cuando llego a Marruecos comenzaban a construirse las vallas de Ceuta y Melilla. Ya había gente en el Gurugú, gente en el bosque de Ben Younes en la frontera con Ceuta. Eran campamentos supergrandes que se organizaban por comunidades, tenían incluso leyes. Era una frontera en la que ya había mucha violencia. Ya se podía observar el uso de la violencia como herramienta de control migratorio que luego se ha ido definiendo a lo largo de los años.

¿Cómo ha evolucionado?

El Estado español ha sido pionero en el control de fronteras tal y como lo conocemos actualmente. De hecho, yo me voy a Marruecos para ver en qué consistía la externalización de fronteras. Si alguien ha sido el pensador de todo esto, ese ha sido el PSOE. El PP ha continuado estas dinámicas, con violencia, pero claro, las relaciones hispano-marroquís son mucho más fluidas cuando gobierna el PSOE que cuando gobierna el PP. Se ha definido una frontera donde hay una guerra de baja intensidad donde las víctimas solo se ponen de un lado.

Ha visto el documental de la BBC sobre los hechos del 24 de junio.

Lo que se ve en el documental es lo que vemos todos los días en la frontera. Las personas que entrevistan lo cuentan muy bien porque explican cómo opera de forma paramilitar y policial la frontera en el día a día. Explica muy bien, de forma visual, como la frontera no es una línea, es una frontera chicle que, como decía el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, está situada donde está el último guardia civil.

El racismo institucional es el sostén ideológico del control migratorio. Vemos como esas personas dicen "nos pegan, nos dicen negros, que no tenemos derecho a vivir". Después vemos esa criminalización de describirles como personas violentas, cuando habla el responsable de la Policía de Marruecos que dice que vienen de lugares de conflicto y son soldados. Claro que los refugiados vienen de lugares de conflictos. ¡Cómo le damos la vuelta al concepto de refugiado si es negro o es blanco o según por dónde transita!

«Dicen que fue una buena actuación de la Guardia Civil. Claro, porque en la frontera se puede matar»

Las imágenes parecen claras.

Y explican la impunidad. No hay un procedimiento judicial, no hay nadie que esté encausando lo que sucedió ese día, no hay nadie que esté buscando a las víctimas. La justicia en la frontera no existe, lo vimos con El Tarajal. En ninguna frontera de Europa ves una condena de los tribunales. Ahí hay gente que ha muerto, hay cuerpos que se llevaron de un lado al otro. Lo que necesitamos es una investigación criminal como con cualquier otro crimen. Pero esto en la frontera nunca pasa.

Cientos de personas esposadas y amontonadas en la frontera (AMDH-NADOR)

El Gobierno español insiste en que la actuación de la Guardia Civil fue correcta.

Claro. Es que es así. Las actuaciones policiales son estas. Son las órdenes que reciben. Recuerdo cuando en el año 2006 un chico murió ahogado porque el protocolo de la Delegación del Gobierno español en Ceuta marcaba que la gente que pasaba a nado la subían en la lancha y después la volvían a lanzar al agua para que volviese a nado a Marruecos. Sonko, una de las miles de víctimas de la frontera. En Ceuta se puso una denuncia que no prosperó pero el Comite contra la Tortura condenó a España y la Guardia Civil presentó el protocolo como defensa.

En el caso actual, Marruecos enseñó las imágenes. ¿Por qué las filtra? Marruecos quería que viésemos hasta dónde está dispuesto a llegar y que España dijese que ellos también están dispuestos a llegar hasta ahí. Es la constatación de que podemos hacer todo. Y por eso los políticos son capaces de decir esas barbaridades. El ruido mediático, el racismo lleva 30 años diciendo que en la frontera se puede matar, porque es un derecho, porque el control del territorio está por encima del derecho a la vida. Claro que dicen que es una buena actuación, porque en la frontera se puede matar.

«Abrir y cerrar la frontera es una estrategia de chantaje»

¿En qué punto sigue el caso?

Hubo toda una crisis humanitaria. Nosotras atendimos en Marruecos a más de 862 personas heridas, desplazadas al sur, tiradas a la frontera, algunos con heridas de bala. Familiares se han desplazado a Nador para buscar a sus seres queridos, para identificar a las muertas y no se les ha dejado. Además, ha sido muy importante el seguimiento de las personas detenidas y acusadas. Tienes a personas que se enfrentan a 20 años de cárcel.

¿Esos casos siguen abiertos?

Sí, estas personas están en prisión. Cuando los abogados se pusieron a trabajar encontraron que había detenidas más personas de las que inicialmente se pensaba. Separaron dos grupos.

¿Cómo es posible que haya cerca de 70 personas dadas por desaparecidas?

Nosotras podemos constatar 40 víctimas. 37 el primer día y después tres personas más que murieron en los hospitales, pero hay un listado de desaparecidos que es mucho más grande. En los primeros momentos, tras una situación de este tipo, es normal que haya personas que no den señales de vida, pero el problema es que ya ha pasado mucho tiempo. Estas desapariciones de tantos meses tienen una perspectiva bastante mala.

¿Qué situación se vivía en las semanas previas?

A la gente se la acosó de tal manera que ya solo podían ir hacia la valla. Con gases lacrimógenos lanzados desde helicópteros, acorralándolos hacia la zona de Melilla... No hay que hacer solo una lectura sobre el dinero que recibe Marruecos, sino que hay que hacer una lectura de una serie de intereses geoestratégicos que se mueven en la zona y que las personas migrantes y sus vidas, sobre todo sus vidas, son una moneda de cambio.

¿Aquel salto fue forzado?

Sí, abrir y cerrar la frontera es una estrategia dentro de esas relaciones de chantaje entre el Estado español y Marruecos.

«Acoten la palabra mafia y luchen contra las redes criminales que necesitan a los que no mueren para ser explotados en los invernaderos de Almería, en la fresa de Huelva, en Murcia, en el Maresme...»

¿Cómo perciben estas personas las políticas de frontera?

Hay una práctica política en todas las personas que se están moviendo. Hay un análisis político porque saben que están siendo expulsados de sus países no solo por conflictos bélicos, sino por hambrunas del cambio climático o que están siendo expulsados de Senegal por los acuerdos de pesca que se firman con las multinacionales francesas. Saben que son expulsadas y que después serán utilizadas como moneda de cambio. Marruecos abre y cierra cuando le interesa. Cuando Marruecos recibe dinero las redadas se recrudecen. Saben del negocio de la frontera. Las mujeres lo tienen claro, saben que sus cuerpos son violentados de otras formas e intentan protegerse contra esas violencias.

Protesta tras la muerte de decenas de personas en la frontera entre Melilla y Nador. (Antonio Sempere / Europa Prees)

Los gobiernos se escudan en «las mafias».

Otra de las palabras mágicas de la propaganda de las fronteras. En estos años de control migratorio las mafias criminales se han reforzado. Son más fuertes y más peligrosas. El negocio de la muerte, del control migratorio y el de las empresas de la guerra aumenta de forma exponencial al negocio de las redes criminales. Y si las mafias son cada vez más fuertes, la Policía no está realizando su trabajo. Hay un fracaso total, porque si en 30 años lo que has conseguido es que las Es muy fácil meter dentro de la palabra mafia a un señor que va en una embarcación y que le acusas de ser capitán y le condenas a ocho años de cárcel. Fíjate, cuando muere gente siempre está vivo el capitán para meterlo en la cárcel. Pero la gente de las mafias no viaja en patera.

Sigan el dinero para atajar el problema. Acoten la palabra mafia y luchen contra las redes criminales que, muchas de ellas viven en el Estado español, que necesitan a los que no mueren para ser explotados en los invernaderos de Almería, en la fresa de Huelva, en Murcia, en el Maresme... Hagan una ley integral contra la trata. No mezclen la trata con la migración y ataquen la explotación laboral, la explotación en el servicio doméstico... Pero no. Los estados han fracasado en eso que cacarean de lucha contra la mafia.