«¿En qué momento México se convirtió en esto?»
Licenciada en Relaciones Internacionales, ha trabajado en la defensa y promoción de los derechos de personas migrantes. Desde Euskal Herria, María de Lourdes Rosas Aguilar se ha unido al comité de apoyo a las familias de Ricardo Arturo Lagunes y Antonio Díaz, desaparecidos en enero.
«Vivos se los llevaron, vivos los queremos». Este lema que retrotrae a la década de los 70 en Latinoamérica sigue siendo una realidad a día de hoy en México, donde, según cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda, hay más de 110.000 personas desaparecidas. El pasado 15 de enero, el defensor de derechos humanos Ricardo Arturo Lagunes y el profesor y líder comunitario Antonio Díaz engrosaron esta lista. Hombres armados interceptaron su camioneta. El vehículo fue hallado con impactos de bala.
Sus familiares y amigos han alzado su voz tanto en México como a nivel internacional contra estas dos nuevas desapariciones, que se produjeron en la localidad de Aquila, en Michoacán. Responsabilizan a la empresa Ternium, con sede en Luxemburgo y concesionaria de la mina Las Encinas, y al crimen organizado debido a la lucha social y legal que llevaban a cabo ambos activistas para obligar a la compañía a cumplir los acuerdos firmados con los comuneros dueños de las tierras.
María de Lourdes Rosas Aguilar, defensora de los derechos de niños, niñas y adolescentes en contextos migratorios, es amiga de la familia y parte del comité de apoyo que se ha creado dentro y fuera de su fronteras. Recibió la noticia en Bilbo, a donde llegó para cursar un máster de Desarrollo y Cooperación Internacional de la UPV-EHU y del Instituto Hegoa.
«¿Qué sentí? Rabia, coraje, sentimiento de vulnerabilidad, frustración… ¿En qué momento México se convirtió en esto?», se pregunta en entrevista con NAIZ para pedir apoyo internacional ante «la crisis de derechos humanos que vive mi país».
¿Qué representa la desaparición de Ricardo Arturo Lagunes, con quien trabajó en el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova en Tapachula, y de Antonio Díaz?
México es uno de los países del mundo más peligrosos para ser defensor del medioambiente. Organismos internacionales como la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU han expresado su preocupación por la desaparición de Ricardo y Antonio y han exigido al Estado que se responsabilice de este caso y de otros tantos.
Familiares y representantes de la sociedad civil han dado dos conferencias de prensa en las que han responsabilizado a la empresa Ternium, que tiene varias concesiones mineras en Aquila, Michoacán, donde se encontraban el día de su desaparición. Esta empresa lleva muchos años implantada en la región y ha explotado muchas tierras. El acuerdo era que la comunidad se tenía que beneficiar de esta explotación. Ricardo lleva cuatro años representando a la comunidad de Aquila y Antonio estaba propuesto para ser presidente de los comuneros.
El propio presidente Manuel Andrés López Obrador ha declarado que este caso es de interés nacional y que todas las instituciones están trabajando en su búsqueda. También a nivel internacional está teniendo eco. El europarlamentario Miguel Urbán ha sacado un comunicado dirigido a la representación de México en Ginebra. A pesar de todas estas denuncias, no ha habido avances concretos sobre su localización.
¿Qué está ocurriendo para que incluso en un caso tan mediático como este no haya avances en la investigación?
En el país hay un 98% de impunidad. La búsqueda es muy compleja. Recordemos la desaparición en 2014 de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. A día de hoy seguimos sin saber el paradero de estos jóvenes. El sistema de Justicia no opera como debería. Además, el crimen organizado ha permeado todas las esferas y el propio Gobierno no tiene capacidad para hacer frente a esta situación de violaciones de derechos humanos.
El grupo internacional de solidaridad nos manifestamos para que esto no se vuelva una cifra más, que Ricardo y Antonio entren en la lista de los más de 110.000 desaparecidos, que organizaciones de la sociedad civil dicen que podrían ser el doble.
«Cómo es posible que te desaparezcan y no pase nada? Prácticamente, cualquiera puede desaparecer y no va a pasar nada»
Estamos en una crisis de derechos humanos pese a todo el engranaje institucional –existe una Secretaría de Derechos Humanos, una Comisión Nacional de Búsqueda para Personas Desaparecidas, una Ley de Desaparecidos, mecanismos de protección para periodistas...–.
Debemos hacernos un replanteamiento como sociedad por los altos índices de violencia que tenemos y que estamos normalizando. Cada vez más se normaliza que alguien desaparezca, que una mujer muera, que a diario haya una muerte violenta cerca de tu casa o de tu lugar de trabajo... Aquí –en alusión a Bilbo– camino sin miedo y pareciera que es un privilegio cuando no lo es, porque la libertad y la seguridad son derechos humanos fundamentales para cualquier persona.
Los mexicanos nos estamos volviendo en una sociedad apática que ya no denuncia por miedo y porque no hay justicia.
Como amiga y defensora de derechos humanos, ¿cómo ha recibido la noticia?
No encuentro palabras. Ha sido un golpe muy fuerte a nivel personal. Miedo, coraje, rabia, frustración. Da tanto miedo pensar que Antonio y Ricardo se vuelvan una cifra más. Las desapariciones están afectando a cada vez más y más personas. ¿Qué está pasando en mi país? ¿Cómo es posible que te desaparezcan y no pase nada? Prácticamente, cualquier persona puede desaparecer en México y no va a pasar nada. Pensar en mi amiga, hermana de Ricardo Lagunes, y en la familia de Antonio me produce un dolor muy grande.
Queremos confiar en que van a aparecer, que no va a ser un caso más y que toda la presión que estamos haciendo a nivel nacional e internacional para exigir su búsqueda, localización y presentación con vida va a tener una respuesta inmediata.
«Debemos hacernos un replanteamiento como sociedad por los altos índices de violencia que tenemos y que estamos normalizando»
Vemos este caso como un punto de inflexión para seguir denunciando la grave crisis de derechos humanos que se vive en México y pedir apoyo para que haya sanciones. Todos los días miles de familias en México sufren la pérdida de alguna persona víctima de la violencia, a diario diez mujeres son víctimas de feminicidio.
La desaparición forzada es un crimen de lesa humanidad que te rompe a nivel personal, familiar y también como colectivo. Pedimos que la comunidad internacional se dé la vuelta para ver lo que está ocurriendo en México.
¿Cómo describiría el día a día de un activista y los riesgos a los que se enfrenta?
Depende del contexto en el que te manejes. Es diferente si estás en el terreno o en Ciudad de México haciendo incidencia política. No es lo mismo trabajar en Guerrero, Michoacán o Sinaloa, donde predominan los carteles del crimen organizado, que en Quintana Roo o Chiapas.
Yo trabajaba en frontera con población migrante y desplazada interna. Pero siendo defensora de personas migrantes no tocas intereses económicos de multinacionales. El problema que enfrentan los defensores de medioambiente es que están afectando algún interés económico. Esto no quiere decir que cualquier persona que defienda los derechos humanos no corramos peligro en México. Las personas defensoras de la tierra son las que más ataques sufren. En 2021, según datos de Global Witness, 54 defensores medioambientales fueron asesinados en México.
«Estamos cansados de que no funcione todo el engranaje institucional para que no pasen este tipo de situaciones»
Estando aquí me doy cuenta de que se desconoce mucho esta realidad. ¿Será porque a nivel internacional México siempre se muestra como un país muy avanzado, con una democracia...? Pero la realidad está en los datos.
El expresidente mexicano Felipe Calderón instauró la guerra conta el narcotráfico y la militarización del país. ¿Qué ha supuesto dicha política?
Informes de organismos internacionales y de la sociedad civil hablan de más de 350.000 personas muertas, la expansión de más cárteles, una crisis de desapariciones forzadas y feminicidios. No ha tenido ningún impacto positivo. Vivimos una ola de violencia y la respuesta es sacar a los militares a la calle y eso lo único que crea es un ambiente de mayor inseguridad y de impunidad. Estamos cansados de que no funcione todo el engranaje institucional para que no pasen este tipo de situaciones y haya justicia. En México, la palabra justicia se ha quedado en el discurso.