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Interview
Santiago Bereciartua
Abogado querellante de Abuelas de Plaza de Mayo

«Los lugares donde hubo tortura, desaparición... no se pueden tocar»

Invitado por Egiari Zor y Mikel Zabalza Herri Ekimena, el abogado querellante de Abuelas de Plaza de Mayo, Santiago Bereciartua expone la experiencia de Argentina en la preservación de los centros clandestinos de detención de la dictadura militar como sitios de memoria.

Santiago Bereciartua, abogado querellante de Abuelas de Plaza de Mayo, en Donostia durante una jornada organizada por Egiari Zor Fundazioa y Mikel Zabalza Herri Ekimena. (Aitor KARASATORRE | FOKU)

Cerca 30.000 personas desaparecieron en la última dictadura militar, civil y eclesiástica en Argentina. El próximo 24 de marzo se cumplirán 47 años del golpe militar de 1976. A lo largo de estas más de cuatro décadas, han logrado identificar 800 centros clandestinos de detención y tortura, 250 de los cuales ya han sido señalizados como tal.

«Los sitios de memoria son nuestros mojones en este largo camino de verdad, memoria y justicia», afirma a NAIZ Santiago Bereciartua, abogado querellante en causas de lesa humanidad.

Bereciartua expuso la experiencia de su país en la preservación de los sitios de memoria en una jornada organizada por Egiari Zor y Mikel Zabalza Herri Ekimena bajo el título de ‘Enseñanzas internacionales para convertir la Cumbre en un espacio de memoria para las víctimas del Estado’.

A 47 años del golpe militar, ¿qué importancia tiene seguir buscando e inspeccionando los centros de detención?

En cuanto a la memoria, nos hemos abocado a preservar todo lo que tiene que ver con la última dictadura militar. Hemos hallado 800 lugares en los cuales hubo detenciones clandestinas y torturas. De ellos, 250 ya han sido señalizados y en gran parte operan sitios de memoria impulsados por la sociedad civil con un acompañamiento muy activo del Estado. Todo lo que vamos recopilando sobre el genocidio lo preservamos e investigamos para ser introducido en las causas judiciales.

Todavía hay un montón de sitios por encontrar y por recolectar pruebas. Los sitios de memoria son nuestros mojones en este largo camino de verdad, memoria y justicia. Son los lugares donde seguir haciendo pedagogía para que, sobre todo, las nuevas generaciones puedan comprender lo sucedido y que no se repita.

En Euskal Herria hay opción de convertir el Palacio de La Cumbre de Donostia en un sitio de memoria.

Los sitios de memoria sirven para conocer lo que ocurrió en ese lugar, pero también en otros. El Museo de la Memoria de Rosario, por ejemplo, está vinculado con el museo de Gernika. Estaría bien que cualquier centro de memoria que pueda abrirse en Euskal Herria quede vinculado a esta amplia red de sitios de memoria. Es innumerable la cantidad de cosas que podrían hacer todos los centros memorialistas cuando estemos en red.

La ESMA fue uno de los mayores centros de detención, por donde pasaron cerca de 5.000 detenidos desaparecidos y albergó una maternidad clandestina. Reconvertido actualmente sitio de memoria, acoge la Casa por el Derecho a la Identidad de las Abuelas.

La ex ESMA es un terreno bastante grande que alberga diferentes edificios. Uno de ellos fue el casino de oficiales, el lugar al cual eran llevados los secuestrados. Este sitio de tortura y muerte ha quedado como un museo y ahí no hay actividades más allá de exposiciones, visitas de los colegios… actividades relacionadas solo con lo que allí aconteció.

Otros edificios del mismo complejo fueron destinados a diferentes organismos de derechos humanos –las Abuelas de Plaza de Mayo, la agrupación HIJOS, la Secretaría de Derechos Humanos o el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti–.

«Estaría bien que cualquier centro de memoria que pueda abrirse en Euskal Herria quede vinculado a esta amplia red de sitios»

Los lugares donde hubo tortura, desaparición... los preservamos tal cual porque siguen siendo fuente de información y de prueba para las investigaciones judiciales. Esos lugares no se pueden tocar ni modificar. En cada juicio se hace una nueva inspección para que los jueces conozcan in situ y a través del testimonio de las víctimas dónde se las torturó, violó… 

Junto a los sitios, otra herramienta importante para la construcción de la memoria es el cine. Argentina cuenta con abundante filmografía sobre la dictadura, véase, ‘La historia oficial’, sobre el robo de bebés; ‘La noche de los lápices’, sobre la represión contra los estudiantes; ‘Garaje Olimpo’, que aborda la violencia sexual, y recientemente ‘Argentina, 1985’.

El cine es una de las expresiones del arte más usadas en Argentina para transmitir memoria. ‘Argentina, 1985’ viene en un momento en el que están resurgiendo voces negacionistas. La «teoría de los dos demonios» que afloró en los inicios de la democracia ya estaba superada y había quedado descartada, una victoria en el campo discursivo y sociológico. Durante décadas estuvo bien claro que acá hubo perpetradores de un genocidio y víctimas, sin importar si cometieron o no algún acto ilícito, porque de haberlo hecho, tendrían que haber sido juzgadas.

Lo que esta película ha generado en la sociedad, sobre todo, en esa mayoría que no está políticamente comprometida con los derechos humanos, es muy importante. Muchos hijos han empezado a preguntar a sus padres sobre ese periodo de nuestro país después de haberla visto.

Además, es muy importante que estén actores a los que siguen, como Ricardo Darín. Se sienten cercanos a ellos. Les cuentan la historia de otra forma y eso hace que se interesen sobre lo que pasó. Es un producto artístico que ha venido a volver a poner en valor todo el trabajo que vienen haciendo los organismos de derechos humanos.

El propio expresidente Mauricio Macri puso en duda la cifra de 30.000 desaparecidos.

Una parte del macrismo ha hecho suyo el discurso negacionista, otra no. Ha aparecido otro partido aún más de derechas que en su lista de candidatos lleva incluso a personas conocidas por su negacionismo y su vinculación con las Fuerzas Armadas dictatoriales.

Los que ya tenemos unos años o la generación de mis padres sabemos lo que pasó. Pero cuando los más jóvenes, que quizás no han tenido una buena formación en el colegio o en la familia sobre lo que aconteció en dictadura, escuchan estos discursos negacionistas, empiezan a poner en duda que hubo un genocidio.

Los sitios de memoria reciben regularmente la visita de estudiantes y las aulas se han abierto al testimonio de madres, abuelas, nietos.

El centro de memoria de Rosario, por ejemplo, desde el principio estuvo pensado para las escuelas. La mayor parte de los visitantes de estos centros son escolares que van con sus maestros y maestras y que después trabajan en las aulas y en sus casas las violaciones de derechos humanos. No se limitan a los crímenes de lesa humanidad. También abordan otros genocidios en Latinoamérica y en el mundo. Lo hacen desde una perspectiva de futuro: ¿Cómo se debe discutir el genocidio para que no vuelva a ocurrir?

Insisto: Es muy importante que se haga pedagogía en las escuelas, que los jóvenes sepan que para llegar a la democracia que tenemos ahora, hubo desaparecidos, personas que se sacrificaron por la democracia y organismos de derechos humanos que, incluso en dictadura, salieron a la calle en contra de los militares. Nosotros les debemos gran parte de la democracia y su consolidación.

«Insisto: Es muy importante que los jóvenes sepan que para llegar a la democracia que tenemos ahora, hubo desaparecidos, personas que se sacrificaron...»

Para que haya democracia no basta con que haya un Gobierno democrático. Tiene que haber un juzgamiento y memoria. Argentina es un ejemplo de que tras un genocidio se puede hacer un juzgamiento sin que la democracia se tambalee. Es falaz esa idea de que cuando finaliza una dictadura, lo mejor es borrón y cuenta nueva. 

En 2012 se dictó sentencia por el plan sistemático de robo de bebés durante la dictadura. ¿Qué supuso este fallo?

Primero negaron el robo de bebés. Cuando ya era tan manifiesto, dijeron que fueron acciones individuales y aisladas, pero que no era algo planificado ni sistemático. Este juicio probó la sistematicidad del robo de bebés, que los represores organizaron un plan para robarles los hijos a los compañeros desaparecidos para ponerlos en otras familias que les pudieran dar una educación cristiana y liberal, y así cortar una cadena ideológica. No solo pensaron en matar, torturar y desaparecer, sino en robar a los recién nacidos.

En noviembre participó en Iruñea en una jornada sobre tortura organizada por Nafarroako Torturatuen Sarea. Se acaba de hacer público el informe sobre la tortura en este herrialde. ¿Qué efectos deja la tortura en una sociedad?

La primera víctima, por supuesto, es la persona que la sufre, que queda destruida. La tortura es una denigración y deshumanización de la persona. Para mí, es loable la fuerza de los torturados para salir adelante y seguir militando. La tortura deja infinidad de efectos, entre ellos la delación, ya sea falsamente. Eso en la mente del torturado produce un sentimiento de vergüenza o de culpa.

Y también lanza a la sociedad el mensaje de que si uno no quiere pasar por lo que pasa un torturado debe denunciar y así se empieza a romper el tejido social solidario. Una sociedad en la que la tortura se aplicó de forma sistemática evidentemente tiene problemas de democracia.