El equilibrismo chino y su «iniciativa de paz»
Wang Yi, el máximo responsable de la diplomacia china, está reunido este miércoles con el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, y tras el encuentro será recibido en el Kremlin por el presidente, Vladimir Putin.
Wang, director de la Oficina de la Comisión de Exteriores del Comité Central del Partido Comunista de China, un cargo que está por encima del de ministro de Exteriores, llegó a Moscú tras iniciar una gira europea que le llevó el fin de semana a participar en la conferencia de seguridad de Múnich.
Fue en ese escenario en el que anunció la pronta presentación de una «iniciativa de paz» que abra paso a negociaciones directas entre Rusia y Ucrania para lograr un acuerdo político.
Pekín, que formalizó días antes del inicio de la invasión rusa de Ucrania, hace ahora un año, un tratado de amistad con Moscú, mantiene una posición de ambigüedad respecto al conflicto.
Así, y con Taiwán y en menor medida Hong Kong y el enclave de Xinjiang (Turkestán Oriental) en su punto de mira, defiende la «integridad territorial» de Ucrania pero, en paralelo, rechaza las sanciones a Moscú y pide atender las «legítimas preocupaciones de todos los países», en referencia a Rusia y a la ampliación hacia sus fronteras de la OTAN.
Coincidiendo con el anuncio de esa iniciativa, EEUU, por boca de su secretario de Estado, Antony Blinken, elevaba el tono advirtiendo a China sobre la posibilidad de que dé un nuevo paso y suministre material militar letal a Rusia, lo que podría ser decisivo y equilibrar el retraso tecnológico e industrial ruso respecto al armamento de Occidente.
Wang ha recordado a Blinken que son EEUU y Occidente los que están suministrando armamento letal al campo de batalla, concretamente a Ucrania, y, a su llegada a Moscú, reivindicó que las relaciones sino-rusas son «sólidas como una roca», al punto de que el presidente chino, Xi Jinping, planea en los próximos meses devolver la visita que hizo Putin a Pekín en febrero pasado con motivo de los Juegos Olímpicos de Invierno.
¿Puede ser China un actor decisivo para forzar un eventual alto el fuego en Ucrania?
Es evidente que el «gigante asiático» tiene la llave para forzar una tregua pero yerra quien piense en, o quiera crear expectativas sobre un alejamiento de Pekín respecto a Moscú. Al contrario, los lazos políticos, comerciales e incluso militares, en la forma de maniobras conjuntas, son crecientes.
Otra cosa es pensar que China vaya a implicarse directa o masivamente a favor de Rusia en la guerra enviándole armas, que Moscú se está viendo obligado a importar de Irán o Corea del Norte.
China no puede permitirse que la Rusia de Putin pierda la guerra, ya que se encontraría sola en su pugna con EEUU –en la que la crisis de los globos es el penúltimo capítulo–.
Tampoco le viene mal que Rusia se vea forzada a venderle gas y petróleo a precios políticos. Y una victoria rusa en la que es cada vez más una guerra por procuración en Ucrania supondría un duro golpe estratégico para EEUU y confirmaría el mantra de Xi y del PCCh sobre el «declive de Occidente».
Pero sigue sin estar claro que le interese semejante escenario, Porque, de un lado, no le viene mal una Rusia exangüe para mantener desde una posición de superioridad esa relación bilateral.
A menudo se olvida que son rivales regionales y que China tiene grandes ambiciones demográficas y económicas en Siberia y en el Lejano Oriente ruso (la dinastía manchú tuvo que ceder al imperio zarista el estratégico puerto de Vladivostock en el siglo XIX en plena guerra del opio).
Quizás, y finalmente, lo que no le interese sea la prolongación de un conflicto que está lastrando el crecimiento económico, verdadero leitmotiv en el plan chino de lograr la hegemonía mundial en el centenario de la fundación de la República Popular (2049).
Fue precisamente ese parón en el crecimiento el que llevó a finales del año pasado a China a acabar de un plumazo con la política cero-covid. Más cuando las crecientes protestas mostraron signos una crisis en la credibilidad de la población en El Progreso social a cambio de ceder el control político al PCCh.
De vuelta a Ucrania, China ha mantenido hasta ahora un difícil equilibrismo entre los riesgos de una guerra, con su derivada nuclear y global, y las ventajas, cuando otea desde la distancia un conflicto que debilita, aunque sea asimétricamente, a otras potencias, obligándoles a desviar la atención respecto a sus ansias hegemónicas.
Está por ver si Pekín considera llegado el momento en que los riesgos superan las ventajas. Lo que podría permitir atisbar un nuevo escenario. Y pensar en comenzar a acabar con semejante carnicería.