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Incompetencia institucionalizada

El modo en el que las autoridades estadounidenses han solventado la quiebra de Silicon Valley Bank ha provocado malestar en EEUU –por la ausencia de un plan– y también en Europa –por haber haberse saltado las reglas sobre rescates acordadas–. Y el BCE sigue impasible subiendo los tipos de interés.

Sede de la Reserva Federal de EEUU en San Francisco (Justin SULLIVAN)

Un reportaje publicado por Reuters esta semana apunta que los directivos de Silicon Valley Bank (SVB) se pusieron en contacto con Goldman Sachs los días previos al desastre y acordaron una operación doble: Goldman compraría los bonos del Tesoro de SVB proporcionándole la liquidez que necesitaba y a cambio se comprometía a impulsar una ampliación de capital con la que SVB enjuagaría sus pérdidas. La primera parte se llevó a cabo, Goldman compró los bonos, pero después, no se sabe si por impericia o por desgana, no fue capaz de llevar a buen término la ampliación de capital, lo que a la postre provocó la intervención del banco.

Goldman ganó al comprar los bonos a precio de ganga pero ha ganado más después. La decisión de la Reserva Federal de aceptar los bonos del Tesoro como garantía para sus préstamos por su valor nominal ha disparado su precio. La maniobra ha sido bastante fea; eso sí, la cuenta de resultados les quedará resplandeciente. Es increíble la ubicuidad de este banco de inversiones para colarse en todos los saraos y sacar tajada. Antes de la crisis de 2008, entre otras cosas, asesoró a Grecia en el maquillaje de sus cuentas para que pudiera entrar en el euro. Las consecuencias todavía las está pagando la población griega.

La estrategia en cuestión

Las turbulencias posteriores han provocado problemas a otro banco mediano, First Republic, precisamente porque carecía prácticamente de inversiones en bonos del Tesoro para conseguir liquidez. En este caso, las autoridades han involucrado a 11 bancos, entre los que se cuentan cuatro de los grandes, JPMorgan Chase, Citigroup, Bank of America y Wells Fargo, para que depositen 29.000 millones en First Republic y así poder mantenerlo a flote. Un cambio con respecto a la intervención de SVB que indica que las autoridades no tienen claro qué estrategia seguir.

El problema es que como todos los depósitos no están asegurados se puede producir una fuga de clientes de los bancos pequeños a los bancos grandes

El problema es que como todos los depósitos no están asegurados se puede producir una fuga de clientes de los bancos pequeños a los bancos grandes, sistémicos, porque en caso de problemas la probabilidad de que sean rescatados es mucho mayor. Esa pregunta le hizo el senador James Lankford a la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, que contestó: «Los bancos solo obtendrán ayuda si... la falta de protección de los depositantes no asegurados creara un riesgo sistémico». O sea, que no harán nada hasta que sea inevitable. Un mensaje nada tranquilizador para los ahorradores, que seguirán yéndose en masa hacia los grandes bancos.

El BCE a piñon fijo

La actuación de la Administración estadounidense tampoco ha gustado en Europa. Un artículo de Financial Times señalaba que los reguladores financieros europeos estaban furiosos porque se habían saltado las reglas sobre bancos fallidos que ellos mismos habían impulsado. Según el testimonio de un alto funcionario están sorprendidos por la «incompetencia total y absoluta» de las autoridades estadounidenses, particularmente después de una década y media de «reuniones largas y aburridas» con estadounidenses que abogaban por el fin de los rescates. El primer tropiezo y se desdicen de todo, dejando en evidencia la discrecionalidad con la que el poder político rompe las reglas. También muestra hasta qué punto vale poco la actual regulación de las finanzas que no hacen sino acumular cada vez mayores riesgos.

Entre tanto, Suiza también ha hecho caso omiso de lo que hubieran hablado y ha decidido rescatar a otro grande, Credit Suisse, un banco que acumula más escándalos que dividendos, proporcionándole una línea de liquidez de más de 50.000 millones de euros.

En este contexto, inmutable ante los riesgos, el BCE subió el jueves los tipos medio punto, como tenía previsto, porque como dijo su presidenta, Christine Lagarde, reducir la inflación es lo importante, y no puede haber concesiones a la inflación por la estabilidad financiera. Para añadir que si los bancos necesitan liquidez, ya la facilitará. Como ha hecho la Reserva Federal que en una semana ha proporcionado a los bancos 300.000 millones de dólares, tanto como lo que había retirado los últimos cuatro meses. Subir los tipos y a la vez retirar dinero exprime a los bancos, y tarde o temprano termina cayendo alguno.

La decisión del BCE recuerda a aquella que tomó en 2008 bajo la presidencia de Jean-Claude Trichet de subir los tipos un cuarto de punto hasta el 4,25%, precisamente los meses previos al desplome de Lehman Brothers cuando todas las alarmas estaban ya disparadas.

Mientras la administración estadounidense da muestras de que carece de plan, el BCE adolece de todo lo contrario: falta de flexibilidad y sentido común. Los especuladores ya han tomado nota. Con esta tropa puede pasar cualquier cosa.