Putin-Xi: alianza sino-rusa «espalda con espalda» por un orden multipolar
El cumplido diplomático de «Querido amigo» se ha transformado durante esta década, en más de 40 reuniones bilaterales, en un halago recíproco: «Mi mejor amigo». Los presidentes de Rusia y China se piropean así, alardeando de una alianza sin límites, dispuesta a hacer frente a Occidente.
En el Gran Palacio del Kremlin ayer había mucha pompa. Paseos por una gran alfombra roja, deseos de honrar al invitado, guardia de honor junto a gigantescas banderas de Rusia y de China. Vladimir Putin y Xi Jinping disfrutaron de una interpretación de orquesta de los himnos nacionales ruso y chino, realizaron una caminata televisada por los largos pasillos, se fotografiaron dándose la mano, para trasladarse después al Gran Salón de la Orden de Santa Catalina donde mantuvieron conversaciones en una sesión más formal que las de anteayer, aunque sin saberse exactamente qué tenían en la agenda. Solo se sabía que una declaración conjunta sería publicada al finalizar el encuentro ante cientos de periodistas acreditados.
La visita de Estado de dos días del presidente de China, Xi Jinping, a Moscú de esta semana ha arrojado luz sobre el fortalecimiento de su relación personal y formal con su homólogo ruso, Vladimir Putin. Ambos líderes se han reunido más de 40 veces en los últimos años, volviéndose cada vez más familiares. La primera visita al extranjero de Xi como presidente de China en 2013 fue a Moscú, donde le dijo a Putin que creía que sus caracteres eran similares y que «siempre se tratan con el alma abierta». Putin le contestó que China y Rusia eran «socios y aliados naturales», término que históricamente Rusia no solía utilizar con China.
Xi, tras su reunión matinal con el primer ministro ruso, Mijail Mishustin, dijo que China y Rusia son «grandes potencias vecinas» y «socios estratégicos», y afirmó que el primer ministro chino, Li Qiang, «seguirá dando prioridad a esa colaboración estratégica». Como si fuera un acto contraprogramado, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, se reunía en Kiev con Volodymyr Zelensky, para mostrarle «solidaridad y apoyo inquebrantable como jefe de Japón y presidente del G7».
Cooperación como eje Xi reiteró ante Putin su plan de paz sobre Ucrania, que incluye un llamamiento al diálogo y al respeto de la soberanía territorial de todos los países. Y al mismo tiempo, como si también fuese contraprogramado, EEUU anunciaba otros 350 millones de dólares en ayuda militar a Kiev y la UE un paquete de 2.000 millones de euros para facilitarle la entrega de municionesde artillería. Putin alabó la posición «equilibrada» de su homólogo chino sobre Ucrania y aseguró que examinará «con respeto» su plan de paz. Pero sobre todo, Xi celebró la «cooperación estratégica global» entre ambos países y se mostró «dispuesto a mantenerse firme al lado de Rusia» en aras de un «verdadero multilateralismo» y de una «multipolaridad en el mundo».
Para Putin, la visita de Xi llega cuando la Corte Penal Internacional emitió el viernes una orden de arresto en su contra por «crímenes de guerra». La cancillería china dijo al respecto que la corte debería «mantener una postura objetiva e imparcial» y «respetar la inmunidad de jurisdicción de los jefes de Estado en virtud del derecho internacional», e instó al tribunal a «evitar la politización y el doble rasero».
Según el Kremlin, Putin y Xi firmarán varios documentos, especialmente sobre su cooperación de aquí a 2030. Son conscientes de que EEUU intenta con diversas acusaciones mostrar a China como un aliado incondicional de Rusia, porque de tener éxito, esto podría servirle para ponerle trabas al comercio entre China y la UE a través de sanciones (lo mismo le está pasando ya a Rusia y por eso EEUU salen ganando con esta guerra). A pesar de los ecos internacionales de la reunión respecto a la guerra en Ucrania, el eje central de esta visita es económico: el intercambio comercial entre ambos países ha aumentado exponencialmente, el gas que Rusia le vendía a Europa ahora va en su mayoría a China a un precio más bajo y todo parece indicar que a Rusia le llevará muchos años recuperar los mercados europeos, si es que alguna vez lo logra. Para Rusia, comerciar con China es la opción que le queda para un desarrollo económico sin la influencia de EEUU y la UE.
Lucha existencial
Durante el último año, los países de la OTAN, encabezados por EEUU, se han esforzado por empujar al resto del mundo a armar a Ucrania y sancionar a Rusia, con la esperanza de aislar a esta última. En general, han fallado en ambos aspectos. La guerra, en realidad ha fortalecido las relaciones rusas con varios de los principales países no occidentales, incluidos China e India, y ha acelerado el surgimiento de un nuevo orden en el que es Occidente el que parece cada vez más aislado, no Rusia.
Rusia ha superado a Arabia Saudí como el principal proveedor de petróleo de China.
Desde la invasión, China ha aumentado enormemente sus compras de petróleo, gas y carbón rusos, mientras exporta mucha más maquinaria, productos manufacturados y productos electrónicos de alta gama en la otra dirección; Además, como resultado de las sanciones, se han visto obligados a depender del comercio de rublos y yuanes en lugar de utilizar el dólar, lo que ha mejorado el estatus de moneda de reserva del yuan.
China ha adoptado implícitamente la opinión de Rusia de que «esto no se va de Ucrania en absoluto y que refleja la batalla sobre cómo será el orden mundial». En este contexto, no debería sorprender que Pekín y Moscú hayan mantenido el ritmo constante de sus ejercicios militares conjuntos, ni reuniones de Xi con Putin como las de ayer en Moscú.
La postura cada vez más agresiva de EEUU hacia China solo ha alimentado la percepción de Pekín de que están unidos «espalda con espalda» con Rusia contra Occidente en una lucha existencial por la supervivencia. Xi emitió recientemente una reprimenda inusualmente contundente a la política de Washington por estar involucrado en una campaña para contener a China, «por interferir en los asuntos internos de otros países, perseguir, mantener y abusar de la hegemonía y librar guerras deliberadamente».
Nuevo orden post-occidental
El problema para EEUU y para Occidente es que este mensaje está empezando a resonar en el mundo. Putin y Xi son conscientes de ello y juegan esa carta. Muchos no occidentales sienten que EEUU no está en una posición para sermonearles sobre la santísima soberanía, la integridad territorial, el derecho internacional y el orden basado en reglas. Reconocen que EEEUU ha violado tantas veces estos principios, recientemente en Irak, Afganistán, Libia y Siria. Esta es la razón por la que el intento de Occidente de enmarcar el conflicto en Ucrania como una lucha moral del «bien contra el mal» provoca malestar, especialmente en aquellos países que fueron colonizados por los occidentales.
EEUU se opone a cualquier esfuerzo de China para lograr un alto el fuego en Ucrania, porque «ratifica la conquista rusa» y «proporciona al Kremlin la posibilidad de preparar una nueva ofensiva».
India también ha desafiado abiertamente a Occidente. Su comercio con Rusia ha crecido un 400% desde la guerra de Ucrania, principalmente debido a un aumento del 700% en sus importaciones de productos derivados del petróleo. Moscú sigue siendo su mayor proveedor de armas. Y sus élites creen que no aceptar el marco occidental del conflicto de Ucrania, mantenerse firme en esa posición, elevó la estatura global del país.
Paralelamente a la consolidado de la idea de «bloque occidental» ve surgiendo el tan anunciado orden internacional post-occidental, caracterizado por un fuerte deseo de una distribución más equitativa del poder global entre múltiples países. Esto lo entienden bien Xi y Putin, afanados en hacer ver a Occidente que tendrá que vivir como un polo más en un mundo multipolar.