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Del patetismo amoroso se sale

DE CAPERUCITA A LOBA
Estado español. 2023. 93’ Dtora.: Chus Gutiérrez. Guion: Marta González de Vega. Prod.: Santiago Segura y María Luisa Gutiérrez. Int.: Marta G. De Vega, Elena Irureta, Antonio Resines.

Rodaje de la escena del unicornio en la Gran Vía. (NAIZ)

​Buena oportunidad de recuperación para la experimentada cineasta Chus Gutiérrez, superviviente de la movida ochentera en la que participó activamente con su grupo musical de chicas Las Xoxonees. Su película más premiada hasta la fecha ha sido ‘Retorno a Hansala’ (2008), una muestra de cine social sobre la inmigración. Cambia de registro totalmente con su nueva comedia ‘De caperucita a loba’ (2023), uniéndose así al proyecto multimedia de la actriz, guionista y monologuista Marta González de Vega, que nació como un montaje teatral con el título de ‘De Caperucita a Loba en sólo seis tíos’, para después convertirse en libro. Aparece como productor de la película Santiago Segura, debido a que Marta ha sido la guionista de sus exitosas franquicias familiares ‘Padre no hay más que uno’ y ‘A todo tren’.

Si bien el peso de la función recae sobre la propia Marta, en un papel que ha sido hecho a su medida humorística, el mayor atractivo de la versión cinematográfica reside en su reparto coral, con Elena Irureta y Antonio Resines en los roles materno y paterno. Por descontado la relación con sus progenitores es uno de los problemas a los que se enfrenta la protagonista, con una madre muy asfixiante y un padre más permisivo. Claro que el lío de esta mujer que ya ha entrado en los cuarenta viene del lado de sus parejas, representadas por diferentes tipologías de hombres interpretadas por José Mota, Berto Romero, Javier Veiga, David Guapo o el peruano Marco Zunino.

Marta se siente como una caperucita en las situaciones bochornosas a las que le lleva el enamoramiento, para después comprender que se había equivocado de hombre. Un patetismo del que se dispone a salir convirtiéndose en una loba, entendiendo por tal a alguien que es capaz de reírse de sus ligues y de sí misma, para vivir el romanticismo sin tener que hacer el ridículo, empujada por sus ensoñaciones de madrugada con unicornios en la soledad de la Gran Vía de vuelta de alguna fiesta.