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Muskilda Oloriz, una madre y profesora que no superó el debut en la Vuelta con 41 años

Se bloqueó de salida y llegó fuera de control en la crono por equipos de Torrevieja cuando cumplía un sueño a sus 41 años con la oportunidad que se ha ganado de competir en el ciclismo de élite por su trabajo y constancia, tras una vida muy vinculada al deporte, gracias a la ayuda de Amets Txurruka.

Muskilda Oloriz, feliz en la presentación de la Vuelta del domingo (NAIZ)

Muskilda Oloriz (Atarrabia, 1982) vivió ayer la ilusión de debutar en la Vuelta con 41 años pese a ser una recién llegada al ciclismo y la dureza del deporte de élite al bloquearse en la salida, no poder seguir a sus compañeras en la crono por equipos de Torrevieja y llegar fuera de control.

Tras su corta experiencia en la Vuelta, la navarra del Sopela señalaba a NAIZ que «he tenido una especie de bloqueo, se me han quedado las piernas duras y no iban. He tenido que realizar la crono sola y he llegado fuera de control».

Muskilda Oloriz se presentaba en la Vuelta para vivir una experiencia única para correr con las mejores ciclistas de un mundo ya muy profesionalizado gracias a un permiso que le ha permitido dejar durante este mes su trabajo de profesora y al apoyo de su pareja para volver al deporte de élite tras tener dos hijos.

La vida de Oloriz está ligada al deporte. Recuerda que «mi ama fue nadadora y mi aita jugaba a balonmano, a pelota. Les ha atraído mucho el monte y desde pequeña adquirí esa cultura y esos hábitos inculcados por mis aitas y toqué muchos palos. Hice natación, gimnasia artística, esquí de fondo, atletismo y, como andaba por el pueblo con la mountain bike, me picó el gusanillo del triatlón cuando no había mucha gente que lo practicara. Con 18 años empecé a probar, me apunté en un equipo, me fui a estudiar a Gasteiz y tuve la oportunidad de entrar en el SVC, antiguo Judizmendi. Me acogieron muy bien y ahí empezó mi trayectoria deportiva a más alto nivel con el triatlón, el duatlón y el triatlón de invierno».

Vuelta tras la maternidad

Debuta en el ciclismo de élite tras su maternidad por una lesión: «Me mantuve a alto nivel hasta los 28 años. Con 32 fui ama de de mi primer hijo, luego vino la segunda y con 36 retomé el deporte con las carreras de montaña, pero me dolía la rodilla al correr y empecé con la bici en verano de 2020. En marzo de 2021 me llamaron de la Federación Navarra para comentarme que necesitaban chicas para sacar un equipo femenino. A mis 39 años me aventuré. Empecé la temporada en abril de 2021 y no podía acabar las carreras. El año pasado lo preparé un poco más a conciencia y en dos años la progresión ha sido mucho mejor de lo esperado».

«Empecé la temporada en abril de 2021 y no podía acabar las carreras. El año pasado lo preparé un poco más a conciencia y en dos años la progresión ha sido mucho mejor de lo esperado»

También está vinculada al deporte con su trabajo de profesora de Educación Física en la Ikastola San Fermín: «Hice Magisterio en Gasteiz e INEF en Salamanca y en la ikastola llevo catorce años sólo con Educación Física tras ser antes en otro colegio tutora y profesora de inglés». Está agradecida a la Ikastola por permitirle vivir su sueño de correr con las profesionales este año tras la llamada del Sopela con la ayuda de Amets Txurruka.

«No me lo terminaba de creer cuando me lo propusieron. Mi entrenador me decía que me iba a salir algo y Amets Txurruka, que es amigo mio porque estuvimos juntos en Gasteiz y el ciclismo nos ha unido mucho, metió mano. Gracias a él estoy aquí. Me puso en contacto con Fran Sala, el director del equipo, que habló con Emilio, el presidente, y me dijeron que contaban conmigo», recuerda.

Dos meses duros

Reconoce que «al darme la oportunidad no dudé. Cuando competía en triatlón mucha gente me amimaba a que me pasara al ciclismo porque andaba bien y tenía resultados. Un año lo compaginé al correr en un equipo de Bizkaia también gracias a Amets. Me gustó, pero no di ese cambio y eso que me llamaba siempre el ciclismo, porque seguía mucho a Indurain al ser del pueblo. La espinita del ciclismo la he tenido ahí y es un tren que pasa sólo una vez en la vida. Me he subido y aquí estoy. No me arrepiento. He pasado momentos duros los dos últimos meses porque es difícil compaginar trabajo, familia, hogar y entrenamientos y te estresas por la presión que te pones. Gracias a mi pareja, que me lo está haciendo más sencillo porque colabora en todo lo que puede, y a la ikastola este sueño ha sido posible».

«He pasado momentos duros los dos últimos meses porque es difícil compaginar trabajo, familia, hogar y entrenamientos y te estresas por la presión que te pones»

La de Atarrabia destaca que cuando salió la posibilidad de correr como élite UCI en el Sopela «me reuní con la dirección. Sabía que iba a necesitar un permiso en mayo porque no iba a poder compaginar el trabajo con el entrenamiento y el calendario y me han apoyado porque era un año excepcional. Me dijeron que estuviese tranquila, que me iban a dar ese permiso en mayo».

Oloriz también está muy agradecida a su entrenador Rubén Alonso: «Es el que mejor me conoce. Vivimos en el mismo pueblo y me facilita mucho las cosas. Ha sido una aventura para él y para mí. Yo pongo las piernas y el corazón, pero sin él no sería posible. Es un amigo que fue ciclista, que compite en master 40 y está con el Ermitagaña. Le pedí por favor que me ayudara y del todo mal no nos está yendo».

Un punto de inflexión

Como ayer, ha llegado a la meta en todas las carreras de estos dos últimos años: «En Eibar aparece como que no acabé, pero lo hice, aunque hubo un malentendido con un ertzaina, se puso borde, y el juez me sacó de carrera. El puntazo fueron las clásicas navarras. La primera era muy dura. Llegué en el último grupo, pero acabamos solo 57 de 160. La segunda era un poco más factible y también acabé. Fue un punto de inflexión y, sin esperarlo, en junio me puse líder del Torneo Euskaldun. Lo gané porque las dos primeras, Claire Steels y Usoa Ostolaza, no cumplían con el requisito de participar en el 80% de las pruebas, pero iba tercera. Las cosas no vienen solas, milagros no hay, a base de trabajo y una trayectoria deportiva de veinte años tuve una progresión que no esperaba».

Este año también llegó fuera de control en una etapa de la Setmana Valenciana y acabó en Extremadura en sus dos primeras pruebas por etapas UCI. La participación en la Vuelta le ha llegado a última hora y lo pagó ayer: «Estaba de reserva. Tenemos un calendario en mayo y junio potente y tenía previsto correr las clásicas navarras, la Itzulia y Andalucía, pero ha habido una baja y el lunes me preguntaron si podía venir. Me reuní con la dirección de la ikastola, que ya estaba sobre aviso, me ha tocado venir y ha sido una semana ajetreada. He tenido que acelerar la preparación...».

«Debes cuidar mucho los entrenamientos, hace falta tiempo, hay que ser constante y el punto de agonía que he vivido en el ciclismo no lo he conocido en otro deporte. La clave es seguir. Igual nos falta un poco de cordura, no lo sé»

Se estrenaba en la Vuelta con 41 años con las mejores ciclistas que se han dedicado todo el año al ciclismo sin llegar en su momento porque «era una experiencia que voy a vivir una vez en la vida y no podía rechazar la oportunidad. No me considero una superclase y la clave de esto es la constancia y el trabajo. Me lo han inculcado mis padres, soy exigente conmigo misma y con los demás. He hecho deporte toda mi vida y el cuerpo me ha pedido volver a la competición. He ido cambiando de deportes de fondo y el ciclismo es el más exigente, muy duro. Siempre lo comparo con el himalayismo, que la montaña me encanta, con ese punto de sufrimiento a todos los niveles. Debes cuidar mucho los entrenamientos, hace falta tiempo, hay que ser constante y el punto de agonía que he vivido en el ciclismo no lo he conocido en otro deporte. La clave es seguir. Igual nos falta un poco de cordura, no lo sé».

Entiende que su edad no es un problema como lo demuestra Annemiek van Vleuten: «En deportes de fondo como el atletismo, el esquí de fondo, los maratones, los triatlones, cada vez se ven a más mujeres de una cierta edad que siguen al pie del cañón. Se demuestra que las mujeres en el deporte de fondo, aunque cumplimos años, tenemos una fisiología que nos permite estar ahí».

Cambios con las mujeres

También agradece que «cada vez se ven más deportistas de alto nivel que hacen un pequeño parón para ser madres y las apoyan. Hasta ahora si quería ser madre, una ciclista tenía que dejarlo. Ahora por suerte los equipos apoyan a las corredoras y en el contrato se incluye una baja maternal, una posible excedencia. Ya era hora de que esto llegarse. Me da cierta rabia que un ciclista profesional hombre no ve afectada su carrera y una mujer deba renunciar a su salario, pero poco a poco se avanza».

El año que viene se exigirá a los continentales como el Sopela dar de alta a las corredoras en la Seguridad Social y un sueldo mínimo: «El cambio será muy grande porque pocos equipos podrán cumplir esas normas y los continentales pasarán a ser amateurs y los cuatro que tengan dinero podrán seguir con el proyecto. Nos venden que se apoya el ciclismo, que se quiere equiparar a los chicos, pero la realidad es otra. Muy pocas empresas van a invertir en esto, se van a ver beneficiados cuatro equipos y el resto de chicas volverán a correr en conjuntos amateurs y solo las superclase podrán dar ese salto. No es un debate sencillo. Está bien que las chicas tengan un salario, estén dadas de alta en la Seguridad Social, puedan tener su baja de maternidad y estén cubiertas es sus derechos, pero serán muy poquitas las que tengan eso a su alcance. Cada vez el nivel es mayor, se nota cada año, las chicas se entrenan como profesionales, y es una pena que se tengan que quedar en el camino».

«Cada vez el nivel es mayor, se nota cada año, las chicas se entrenan como profesionales, y es una pena que se tengan que quedar en el camino»

Oloriz no se plantea seguir en el ciclismo de élite la próxima temporada: «Tengo mi trabajo y mi familia, me he subido a este tren porque me ha parecido un regalo, una oportunidad, un sueño que cualquier deportista no puede rechazar, pero sí que me planteo que este año y tranquilidad. No puedo compaginar mi vida con este nivel de entrenamientos y de competición. Soy consciente de mi edad y mis resultados no son como para que nadie se fije en mí. Quiero disfrutar de esta temporada y quedarme con eso a nivel deportivo y personal. Disfrutar al máximo y decir hasta aquí hemos llegado y el año que viene dedicarme a mi familia y disfrutar del deporte de otra manera».

Tiene claro que «a nivel deportivo una Vuelta es lo máximo a lo que voy a aspirar. Cuando hacía triatlón fuimos a una Copa de Europa con la selección de Euskadi. Sé cómo venía, no es mi lugar, pero me ha tocado estar aquí. No venía en la forma que tenía el año pasado en las clásicas navarras, tengo quince días para coger ese punto». Porque tras decir adiós a la Vuelta, «me encantaría correr las clásicas navarras y sería cumplir otro sueño debutar en la Itzulia».