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Instalaciones deportivas en Donostia, de ser envidiadas a estar muy lejos de las medallas

En la ciudad deportiva de Anoeta, antiguos referentes como el velódromo o el frontón Atano III se han quedado vetustos, el Gasca o el miniestadio dan vergüenza e Illunbe es por ahora un parche de pabellón multiusos. La joya de la corona ha perdido el brillo de antaño.

Ambiente en Illunbe el año pasado durante la disputa de la Copa de balonmano. (Gorka RUBIO | FOKU)

La candidata del PSE a la Alcaldía de Donostia, Marisol Garmendia, sorprendía durante la precampaña con una propuesta para vender el estadio de Anoeta, de titularidad municipal, a la Real Sociedad, que pagó gran parte de los casi 80 millones que costó la reforma.

No era una ocurrencia. Es evidente que el tema ya estaba sobre la mesa. Lo confirmaba la pasada semana el vicepresidente blanquiazul, Mikel Ubarretxena, quien señalaba que la operación «nos haría crecer patrimonialmente y nos gustaría que fuera en esta legislatura de Jokin Aperribay, esperemos lograrlo. Hay conversaciones».

A falta de ver cómo evoluciona el asunto, Garmendia abogó porque el dinero cobrado sirviera para financiar la reforma del resto de instalaciones de la ciudad deportiva. Y he ahí el quid de la cuestión, buena parte de la que en tiempos pasados fuera joya de la corona y envidia de foráneos se ha quedado obsoleta y se cae a pedazos. Eso sin hablar de todo el entorno exterior.

El polideportivo Josean Gasca, cuyos usuarios más relevantes son dos clubes femeninos de élite, el Bera Bera de balonmano y el IDKGipuzkoa de baloncesto, es una antigualla en la que se deben colocar cubos para recoger las goteras. A su lado, el frontón Atano III ha perdido toda capacidad de competir ante Bilbo e Iruñea. Más al fondo, el velódromo Antonio Elorza es un húmedo congelador para ciclistas y atletas, mientras que el miniestadio se ha convertido en un lodazal infecto e insalubre para la práctica del rugby.

Illunbe, proyecto ruinoso

Subiendo las escaleras y cruzando sobre la variante se llega a Illunbe, ruinoso proyecto de coso taurino y centro de ocio nacido durante el reinado de Odón Elorza y al que se intenta insuflar vida como pabellón multiusos, con Gipuzkoa Basket como principal inquilino. Pero no deja de ser un parche que necesita una profunda reconversión, como se pudo comprobar el año pasado, durante la disputa de la Copa de balonmano, una cita que se repetirá en 2024.

Reformar Illunbe, en principio parece que por ahí irán los tiros –lo que no se sabe es cuánto más habrá que esperar–, descartada la construcción de un nuevo recinto. Para la historia quedará la propuesta del popularmente bautizado como ‘Danbor Arena’, un pabellón en la ladera herbosa que sube hasta Zorroaga y cuya inforgrafía recordaba al dibujo de un tambor.

No falta quien alegremente reclama un espacio como el Navarra Arena, sin acordarse de que costó unos 60 millones de euros, que estuvo siete años en desuso y que su mantenimiento no es barato. Las grandes instalaciones necesitan un proyecto sólido y un plan de actividades continuo en el tiempo.

Al margen de Anoeta y su entorno, Donostia también sufre otras carencias en materia deportiva. Entre otras actuaciones, en esta legislatura se terminó el polideportivo de Altza, cuya construcción se dilató en el tiempo más de lo previsto; y están en marcha las obras del edificio Pescadería, en la Parte Vieja, que incluyen una pista y un gimnasio.

También se vislumbran en el horizonte proyectos como el campo de hockey hierba junto al hipódromo o el campo de Merkear (Altza), que suplirá al vetusto campo de Herrera y será para uso mixto de fútbol y rugby, si no se hace otra chapuza como la de Puio. Los espacios para el deporte-rey y otras modalidades están saturados, con adolescentes y jóvenes obligados a entrenar hasta horas tan tardías como las 22.30 o las 23.00 entre semana por la falta de disponibilidad.

La vega del Urumea

Llama la atención también la situación en la vega del Urumea, sin un polideportivo que llevarse a la boca entre Martutene, Txomin-Enea y Loiola.

La capital guipuzcoana es una ciudad que presume de los éxitos de sus deportistas y de sus equipos, tanto en hombres como en mujeres. Y lo hace con razón, porque pocas ciudades de su tamaño se le pueden comparar y es capaz de plantar cara a otras urbes mucho más grandes. Ligas, copas, campeonatos estatales, continentales, mundiales, medallas olímpicas… Portadas y minutos en los medios, recibimientos institucionales, fotos de autoridades.

No es casualidad. Todo nace de una cultura deportiva ciudadana, como practicantes y espectadores, que conforma una base de cuya cantidad surge la calidad. Pero siempre que se ofrezcan las herramientas necesarias, claro, porque actualmente muchas de ellas o no existen o están siendo comidas por el óxido.