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Tenéis mucho mérito

Los intentos de enfangar la campaña contrastan con la vocación de servicio a la comunidad que muestran quienes han dado el paso de concurrir a unas elecciones locales. Una decisión que tomaron miles de personas en 2019 sin imaginar el difícil contexto en el que tendrían que desempeñar su labor.

Una larga cola aguarda para entrar en un comercio de Errenteria durante el confinamiento decretado al inicio de la pandemia. (FOKU)

Alea jacta est, la suerte está echada. Cerrada por fin la campaña, que ha sido sucia como hacía tiempo que no se veía, ha llegado el momento de que cada cual se retrate y que vote, o no, como le apetezca y por las razones que sean. De eso se trata y nadie va a pedirle cuentas.

Esta noche veremos qué sale de todo esto. Lo ocurrido en estas dos semanas ha revuelto el ambiente, se palpa en las redes, en las conversaciones de plaza y en las tertulias de café, y ha sorprendido, por zafio, el tono que ha mantenido el PNV. Pero las reacciones son subjetivas y es imposible saber a estas horas, con muchos grupos de Whatsapp escupiendo mensajes a todo trapo para que nadie se ‘olvide’ de votar, qué va a pasar en las urnas. Algunas cosas que hemos visto dan a entender que no es que haya partido, es que hay Liga, pero a ver qué dice el árbitro.

Diga lo que diga, estamos a las puertas de una nueva legislatura, y no está de más dedicar este último cuaderno de campaña a poner en valor el trabajo desarrollado en esta que se acaba por todas las personas que en 2019 dieron un paso al frente y acabaron enrolados en el ejército más humilde de la política, el que se bate el cobre en las trincheras locales. Porque lo que han tenido que vivir en estos cuatro años ha tenido que ser alucinante.

Para abrir boca, una pandemia

El ser humano tiene una capacidad envidiable de adaptación, también de pasar página, pero ni lo primero fue suficiente para prepararnos para el covid ni lo segundo va a permitir que olvidemos lo que ocurrió en este planeta hace tres años, solo unos meses después de que se constituyeran las corporaciones municipales en Hego Euskal Herria.

La pandemia, además de arrasar vidas y causar gran dolor, afectó a todo el andamiaje institucional, que tuvo que adaptarse deprisa y corriendo a una situación insólita. Pero mientras en otro tipo de administraciones hay estructuras, más fuertes o más endebles, que arropan a los cargos electos, en muchos consistorios personas que poco antes jamás imaginaron que iban a estar ahí tuvieron que responder con lo puesto y como buenamente pudieron a los problemas derivados de la mayor emergencia sanitaria en cien años. Tienen –tenéis– todos y todas, un mérito enorme.

Y con el covid como hilo conductor de la legislatura, la situación socioeconómica, con un ojo puesto a lo que pasa en Ucrania y el otro en la inflación, ha mantenido en esta última etapa una situación de tensión que también se ha visto reflejada en los pueblos y barrios. No son buenos tiempos para la lírica, y tampoco para la política a pie de calle.

En general, el contexto en el que se ha desarrollado el trabajo en los consistorios en estos cuatro años es de los que afianzan la idea, no suficientemente repetida, de que integrar una plancha electoral en unas elecciones municipales en Euskal Herria, sobre todo yendo en los puestos de salida, es en un 90% –también hay quien afila el colmillo en cuanto ve unas urnas– pura vocación de servicio público. O militancia. O un poco de ambos.

Y creo que es mejor quedarnos con esto que con el lodazal formado en las últimas semanas. Quienes han embarrado el campo verán cuánto les renta y por cuánto tiempo. De momento, solo queda dar las gracias a las personas que se van, a las que siguen y a quienes se van a incorporar ahora a nuestros ayuntamientos.