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El independentismo catalán paga en las urnas su división

Tras la victoria del PSC, que consigue las principales alcaldías excepto Barcelona, las fuerzas soberanistas replantean estrategias en vista a los comicios estatales. ERC ha perdido 300.000 votos y en Junts sigue más viva que nunca la pugna interna. En Comú resiste en números, pero pierde Barcelona.

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, junto al candidato del partido en Barcelona, Jaume Collboni. (Lluis GENÉ | AFP)

Las elecciones municipales en Catalunya se afrontaban como un plebiscito para la mayoría de formaciones. Estaba por ver si el PSC sacaba rédito de su apoyo a los presupuestos de la Generalitat, y aclarar cuál de las fuerzas independentistas pagaría más caro las disputas que mantienen, las cuales llegaron al paroxismo el pasado mes de octubre, cuando JxCat decidió salir del gobierno de Pere Aragonès (ERC).

Vistos los números, la respuesta es concluyente: mientras los socialistas han acrecentado su influencia y gobernarán dos de las cuatro capitales (Lleida y Tarragona), el conjunto del soberanismo ha salido castigado de forma muy severa. Especialmente ERC, pues de los 350.000 electores soberanistas que han engrosado la abstención, 302.000 votaron por el partido de Oriol Junqueras hace cuatro años.

Los republicanos no solo han quedado desbancados de la capital, dónde su candidato, Ernest Maragall ha perdido la mitad de sus concejales; también en la mayoría de capitales de comarca ha visto como se desvanecía la hegemonía cosechada en 2019. Incluso en el área metropolitana de Barcelona, feudo habitual del PSC, la presencia de su líder en Madrid, Gabriel Rufián, como cabeza de lista en Santa Coloma de Gramenet, ha sido insuficiente.

El contratiempo para ERC no es menor. Además de ser superada por el PSC como primer partido (23,7% de los votos, frente al 17,2%), también JxCat le ha hecho el sorpaso y, gracias a la victoria de un pragmático Xavier Trias en Barcelona, le ha avanzado en número de papeletas (18,3%).

Tampoco la CUP, que parecía en condiciones de arrastrar el voto antifascista y sacar rédito al rechazo que generan macroproyectos como los Juegos de Invierno o el Hard Rock, ha logrado mejorar sus anteriores resultados. Sin opciones de volver a la capital, sus escasos 130.000 votos le han situado por debajo de Vox y del PP en porcentaje de sufragios (solo el 4,6%). Para los anticapitalistas, más allá de retener Berga y otros municipios del interior del país, el balance es muy pobre.

Madrid, de reojo

En este escenario, los partidos independentistas estudian la manera de salir del atolladero y mirar que los comicios del 23 de julio no agraven su falta de conexión con el electorado. Una tarea nada fácil, más viendo el malestar interno que han provocado los resultados.

Así, mientras en ERC el Col·lectiu 1 de Octubre ha exigido un relevo en la cúpula, en JxCat se ha abierto la pugna para encabezar la lista del 23J: o Míriam Nogueras, representante del sector capitaneado por Puigdemont, o Jaume Giró, exconseller de Economía próximo a las tesis neoconvergentes del moderado Trias. También en la CUP, decenas de militantes han presentado un manifiesto que pide la dimisión del Secretariado Nacional y el retorno al «independentismo más combativo».

A la espera de lo que acontezca, parece descartada una lista unitaria para el Congreso, como ha propuesto JxCat, aunque como mal menor, todo indica que la sacudida permitirá aparcar los reproches cruzados para resistir el vendaval reaccionario que, según las tres formaciones, supondría la vuelta del PP a la Moncloa.

Quien también intenta metabolizar la situación es En Comú Podem, que pese a aguantar el embate de los socialistas en muchas demarcaciones, no ha conseguido que Ada Colau prolongue su mandato en la capital y, en aquellos municipios dónde gobernaba, ha sido superado por el partido de Salvador Illa. Quizás por ello, y sin necesidad de que Pedro Sánchez anunciara la convocatoria del 23 de julio, la formación se ha atrincherado con Yolanda Díaz para reforzar el proyecto Sumar, alejarse de Podemos, atraer el máximo voto progresista posible y tratar de conservar su presencia en el Congreso.

La secuencia de las elecciones se completa con los buenos resultados de PP y Vox. Unos y otros han captado el capital acumulado por Ciudadanos -de 277.000 votos en 2019, ha pasado a los 38.000- con un discurso que vincula la supuesta inseguridad con la okupación y la nueva inmigración. Prueba de ello es la victoria de Xavier García Albiol en Badalona, donde el dirigente del PP ha obtenido la mayoría absoluta, o la irrupción en el tablero municipal del partido de Abascal, que con 125 ediles (solo tenía 3), ha entrado con fuerza en Mataró, Salt, Rubí o Salou.

El 23J confirmará si los respectivos bloques mantienen la actual tendencia o, por el contrario, con el debate territorial nuevamente en la palestra, el independentismo recupera su electorado más desencantado y vuelve a marcar la agenda política.