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Uno de cada siete vascos respiró en 2022 un aire perjudicial para la salud, según un estudio

Uno de cada siete habitantes de Hego Euskal Herria respiró el pasado año un aire perjudicial para la salud y que «incumpliría los nuevos estándares legales propuestos por la Unión Europea para 2030», según se recoge en un estudio de Ekologistak Martxan/Ecologistas en Acción.

Vista general de Bilbo desde Artxanda. (Oskar MATXIN EDESA | FOKU)

Un estudio de Ecologistas en Acción recoge que, el año pasado, uno de cada siete habitantes de Hego Euskal Herria respiró un aire perjudicial para la salud, ya que, tras la pandemia, la contaminación del aire «ha repuntado por la reactivación económica, el aumento del tráfico y el cambio climático». Así queda recogido en su estudio ‘La calidad del aire en el Estado español durante 2022’.

En un comunicado, Ekologistak Martxan ha afirmado que, una vez finalizadas las restricciones de la movilidad por la crisis de la covid-19, «el intenso calor y la falta de lluvias han disparado en 2022 los episodios de partículas y ozono, pese a la contracción económica derivada de la pandemia y la guerra de Ucrania».

El informe anual sobre la calidad del aire elaborado por la citada entidad analiza los datos recogidos en las estaciones oficiales de medición, que en el caso de Hego Euskal Herria son 59.

Entre las principales conclusiones, destaca que, durante el pasado año, la calidad del aire ha empeorado respecto a los años 2020 y 2021, «con un aumento significativo de los niveles de ozono y partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), y más matizado de dióxido de nitrógeno (NO2), aunque sin alcanzar este último contaminante las concentraciones habituales en años anteriores a la pandemia».

En concreto, siete de cada diez vascos respiraron en 2022 «un aire que incumpliría los nuevos estándares legales propuestos por la Unión Europea para 2030, en el proceso de revisión en curso de la normativa de calidad del aire», lo que refleja «la magnitud del reto a asumir por las administraciones en los próximos años para alinearse con la futura legislación».

También apunta que, aunque los Planes de Mejora de la Calidad del Aire son obligatorios según la legislación vigente, el Gobierno de Lakua «sigue incumpliendo su obligación de aprobar un plan de lucha contra la contaminación por ozono en la zona Valles Cantábricos, al Sur de Alava».

En lo que respecta a Nafarroa, se señala que el Ejecutivo «no ha aprobado ningún plan de mejora de la calidad del aire, referido a las superaciones en la última década de los valores objetivo de ozono para la protección de la salud y/o vegetación en la Ribera, persistiendo en el incumplimiento de la legislación ambiental en esta materia».

Cómo mejorar la calidad del aire

Ante esta situación, para los ecologistas, la única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es «disminuir el tráfico motorizado, potenciando la movilidad activa peatonal y ciclista y el transporte público limpio».

También creen necesario promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar las centrales térmicas de combustibles fósiles, penalizar el diésel, reducir el uso del avión, designar un área de control de las emisiones del transporte marítimo en el Atlántico Noreste, y una moratoria de las nuevas macrogranjas ganaderas.

El informe recuerda que vencido hace medio año el plazo para que todas las ciudades de más de 50.000 habitantes establezcan zonas de bajas emisiones para mejorar la calidad del aire y mitigar el cambio climático, «pocas han cumplido esta obligación legal, pese a los abundantes fondos públicos que están recibiendo para ello».

Por ello, Ecologistas en Acción pide a los nuevos alcaldes «que prioricen la salud de sus vecinos sobre cálculos electorales poco justificados».

A su juicio, la crisis sanitaria del covid-19 ha demostrado que la reducción estructural del transporte y la descarbonización de la industria y los edificios son «las mejores herramientas para mejorar la calidad del aire que se respira, en las ciudades y en las zonas rurales».

«El repunte en 2022 de la contaminación del aire es un indicio preocupante de que no hemos aprendido lo suficiente de la dramática experiencia vivida durante la pandemia», ha concluido.