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Hasta para el FMI los beneficios empresariales empujan la inflación

En un documento reciente el FMI reconoce que son los beneficios empresariales los que están empujando la inflación al alza. A pesar de ello insiste, como Christine Lagarde, en seguir subiendo los tipos de interés. El dogma por encima de todo y que los trabajadores carguen con las consecuencias

Movilización de la Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria en iruñea (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

El aumento de los beneficios empresariales es responsable de casi la mitad (45%) del aumento de la inflación en Europa durante los últimos dos años, señala una reciente publicación del FMI. Esta pasada semana, en una conferencia en Portugal, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, fue más allá y dijo que las ganancias corporativas son la causa de alrededor de dos tercios de la subida de inflación en 2022, mientras que en los veinte años anteriores su impacto había sido de un tercio. Incluso cuando era de un tercio, el peso de los beneficios en el aumento de los precios era significativo, pero nadie pide nunca moderación a los empresarios.

El FMI concluye que las empresas subieron los precios más allá de lo justificado por los mayores costos de la energía. Constata asimismo que los trabajadores están exigiendo aumentos salariales para compensar la pérdida de poder adquisitivo, y dice que «es posible que las empresas tengan que aceptar una proporción más reducida de beneficios de aquí a 2025 para que la inflación siga cayendo hacia el 2% fijado como meta por el Banco Central Europeo (BCE)». De esta forma un tanto críptica, el FMI viene a reconocer que una parte importante de la inflación tiene que ver con la lucha entre el capital y el trabajo por el reparto del producto social.

Pierden los salarios

Atendiendo a los datos del FMI, el capital va ganando esa pelea con holgura. Señala que los salarios han perdido alrededor del 5% en términos reales en 2022. Y ahora que los trabajadores están planeando recuperar el terreno perdido, la cuestión clave «es la velocidad a la que subirán los salarios y si las empresas absorberán los mayores costos salariales sin recurrir a nuevas subidas de precios». Una frase que llama la atención sobre una de las principales claves de la inflación: los empresarios juegan con ventaja ya que pueden cargar los precios para defender su margen de beneficios. De ello se deduce que no es la exigencia de compensar el poder adquisitivo de los trabajadores lo impulsa la inflación, una reclamación justa por otra parte, sino el poder de los empresarios para trasladar ese coste a la sociedad subiendo los precios. La asimetría es evidente y, a pesar de ello, las instituciones se obstinan en apelar a los trabajadores para que contengan sus demandas salariales, una apelación que nunca se dirige a las empresas, aunque tienen la sartén por el mango.

El dogma pesa

A pesar del reconocimiento implícito de que la actual inflación es un efecto de la lucha por la distribución de la riqueza, el FMI continúa apelando a los tipos de interés para contener su alza. Señala que la inflación en la zona euro alcanzó un máximo de 10,6% en octubre de 2022 y después ha caído, pero la inflación subyacente –un indicador más fiable de las presiones de fondo de los precios– ha sido más persistente. El FMI considera que el dato  de la inflación subyacente «sigue ejerciendo presión sobre el BCE para que amplifique las recientes subidas de las tasas de interés a pesar de que la zona del euro entró en recesión a comienzos del año pasado». No importa que la relación de los tipos con la inflación sea residual, tampoco que reconozcan que la economía ha entrado en recesión, el FMI sigue animando la subida de tipos. El análisis va por un lado –inflación por culpa de los beneficios–, y las medidas por otro –subida de tipos–, que nada tiene que ver.

Las instituciones se obstinan en apelar a los trabajadores para que contengan sus demandas salariales, una apelación que nunca se dirige a las empresas, aunque tienen la sartén por el mango

En Portugal, la presidenta del Banco Central Europeo dijo que se esperaba que los trabajadores recuperaran el valor de sus salarios previos a la pandemia durante los próximos dos años, pero que si las empresas trasladan esos aumentos a los consumidores a través de precios más altos, la inflación persistirá durante más tiempo del esperado por encima del objetivo del 2% del BCE. Y advirtió de que era posible que se necesitaran más aumentos de las tasas de interés este año.  

Los comentarios de Lagarde fueron respaldados por el subjefe del FMI, que dijo que para que las empresas no se pasen con los precios «las políticas macroeconómicas han de seguir siendo restrictivas para anclar las expectativas y mantener la demanda moderada. Eso convencerá a las empresas para aceptar una reducción de la proporción de sus beneficios y los salarios reales podrían recuperarse a un ritmo mensurado». En realidad, las expectativas de las empresas dependen de su cartera de pedidos, no del cuadro macroeconómico. Si los beneficios empujan la inflación, lo que habrá que hacer es penalizar los beneficios extraordinarios, y no apretar a los trabajadores con intereses más altos.