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Interview
Pilar Kaltzada
Presidenta de Save the Children en el Estado español

«La infancia es el bando perdedor en cualquier guerra»

Pilar Kaltzada es una periodista de larga y reconocida trayectoria, y es una persona implicada en diversas causas de marcado contenido social. Con este bagaje, y después de tres años como vicepresidenta de Save the Children en el Estado español, acaba de coger las riendas de esa organización.

Pilar Kaltzada. (Andoni CANELLADA | FOKU)

Ha sido elegida nueva presidenta de Save the Children en el Estado Español. ¿Ha sido un paso natural después de tres años en la vicepresidencia?

Formalmente, así lo parece, pero hay que tener en cuenta que son estructuras de trabajo voluntario, de gobierno de una organización que tiene su propia estructura profesional y, en principio, nada está escrito; una vicepresidencia no implica después una presidencia. En mi caso sí lo vivo como un paso natural. Es ir conociendo cada vez más el trabajo que hace esta organización, la necesidad de seguir ahí, y ver que puedo encontrar un hueco donde seguir aportando.

¿Qué le motivó a entrar en Save the Children?

Yo conocí lo que hace esta organización a través de un trabajo, vamos a llamarle de investigación, que estaba realizando. Entonces me contaron que fue Save the Children quien recibió a los niños y las niñas de la guerra, que salían despavoridos de Euskadi y no sabían a dónde iban y qué iba a pasar con sus vidas. Y me pareció fascinante descubrir que había una organización que decía que todas las guerras son guerras contra la infancia. Yo me acerqué a conocer la historia de esos niños y niñas con un interés periodístico, porque son niñas y niños vascos, y de repente encontré una organización que ha visto esto desde hace muchísimos años y que sabe que el impacto que tienen los conflictos bélicos en la infancia es irreparable. Ese primer contacto me llevó a intervenir primero como voluntaria en un trabajo de campo, y luego he podido participar también en otros ámbitos. Hace siete años me invitaron a participar en el patronato y, bueno, el resto ya es conocido.

Save the Children hace campañas de denuncia y concienciación, pero también trabaja sobre el terreno. En Euskal Herria, ¿en qué se centra?

Trabajamos siempre con un enfoque de cambio. Respondemos a situaciones urgentes, aquí y en el mundo, y de extrema necesidad, pues más allá de la respuesta a un conflicto que de repente pone patas arriba las agendas, también hay otras situaciones de máxima urgencia. Pero nuestro enfoque es sobre todo el de generar cambios duraderos y positivos, hacer que todos los agentes que pueden generar cambios en las condiciones de vida de la infancia los hagan. Un enfoque de derechos y de transformación, no solo asistencia. Aunque, obviamente, hacemos una asistencia directa cuando es necesario, sobre todo en crisis humanitarias.

 

«Nuestro enfoque es sobre todo el de generar cambios duraderos y positivos, hacer que todos los agentes que pueden generar cambios en las condiciones de vida de la infancia los hagan»

 

En Euskal Herria tenemos centros de trabajo y proyectos que desarrollamos con diferentes agentes. Básicamente, lo que hacemos es aportar estructura, programas en el ámbito educativo, apoyo en situaciones de pobreza, de vulnerabilidad... En una sociedad como la nuestra, que tiene un nivel de bienestar y de recursos sociales muy amplio, las acciones de intervención directa no son las que más nos requieren. Sobre todo, tenemos proyectos de apoyo a la educación de niños y niñas que están en situaciones de máxima vulnerabilidad. Un ejemplo son las colonias de verano, que en ocasiones es su única oportunidad de no caer en lo que llamamos “olvido veraniego”. El colegio les da una serie de herramientas, de capacidades, de acompañamiento, que cuando el colegio no está no se cubren de ninguna manera. Está estudiado que el verano es un riesgo para algunos niños y niñas, y nosotros trabajamos para que ese apoyo no decaiga.

Llevamos varios años encadenando crisis. ¿Han percibido un cambio a peor en la situación de la infancia?

Sí, claramente. Cuando los indicadores socioeconómicos caen, la línea más expuesta son las familias más vulnerables. Y en general estamos hablando de mujeres con niños y niñas a su cargo; la cara de la crisis económica es la cara de esos niños y niñas que viven, en la mayoría de los casos, con sus madres. En los últimos años los indicadores han caído, por lo tanto sabemos que están muchísimo más expuestos. También hemos visto que se han articulado medidas de respuesta que han frenado el golpe y que lo están frenando, pero lógicamente tenemos una preocupación porque las heridas en la infancia son heridas que cuesta mucho sanar.

Con todo, la situación no es tan extrema como en otros lugares donde hay guerras y conflictos. Los menores son los grandes damnificados en los conflictos armados, ¿no?

Siempre. Eso decía Eglantyne Jebb, que es la fundadora de Save the Children. Puso en marcha este movimiento precisamente en el contexto de la Primera Guerra Mundial y lo hizo de una manera bastante provocadora, porque dijo que era una organización internacional que tenía que actuar en situaciones de conflicto sin atender a la bandera que supuestamente representaba a esos niños y esas niñas. Y decía que todas las guerras se lanzan y se declaran contra la infancia, porque la infancia no tiene capacidad de defensa en una situación de conflicto. Independientemente de cuál sea el motivo, siempre hay un bando perdedor en una guerra, y ese bando es la infancia. Lamentablemente, 104 años después seguimos viendo que es así. En las guerras que están en los periódicos y en las que no están, porque hay muchas guerras que no tienen espacio ni en la agenda política, ni en la social, ni en la económica.

Una que sí está en la agenda es la de Ucrania. En las redes vemos que mucha gente hace un seguimiento de esa guerra como si fuera un partido de fútbol; con celebraciones de bombardeos, ataques, incluso de muertos según el bando al que pertenecen. ¿Estamos perdiendo la humanidad?

No sé si la hemos tenido... Hay una lógica, digamos sociopolítica, que parece que es la que nos sitúa en el radar lo que está pasando; cuáles son los impactos económicos que está teniendo esta guerra, sobre todo los impactos económicos que está generando aquí... pero podemos imaginar cuáles son los impactos que está teniendo en general sobre las poblaciones allí. Un equipo de Save the Children, cuando regresó, nos decía por ejemplo que los compañeros que están trabajando allí hacían que cada cuarto de hora más o menos los niños y niñas se pusiesen a correr en torno al búnker, porque era la única manera de asegurar que podían mantenerse con un mínimo de calor. Son niños y niñas que se han pasado todo el invierno en búnkeres. No hay colegio, pero tampoco espacio de juego ni de alegría. Es decir, no tienen espacio para ser niños, que es básicamente lo que deberían estar haciendo. No se nos puede olvidar que detrás de esto hay una vivencia absolutamente intolerable para esos niños y esas niñas.

Y aun así, como ha señalado, hay conflictos que ni siquiera están en los medios. ¿Duele esa doble vara de medir?

Absolutamente. Nosotros estamos en más de 120 países, estamos en los lugares en los que el resto del mundo quiere que estemos, y en los lugares en los que al resto del mundo no le importa si estamos o no. Tenemos un mandato humanitario que es fundamental, que es estar donde se nos necesita y llegar hasta el último niño y niña. Y eso implica, por ejemplo, citar un caso que a mí me parece especialmente doloroso, porque el tema de los conflictos tiene una lectura, pero ¿cómo justificamos que no nos importe que millones de niños y niñas estén muriendo en este mismo momento en África? A mí esto me parece absolutamente injustificable. Llevamos dos años alertando sobre ello. Primero alertamos del impacto que el cambio climático estaba teniendo en las condiciones de vida en lugares en los que se estaba agotando el mínimo para la supervivencia. Luego ha llegado esta crisis derivada de la guerra, que hace que el grano no esté llegando, que hace que con el grano se esté especulando de una manera intolerable. Es una situación de auténtica catástrofe humanitaria, y es increíble que no nos esté llamando la atención.

 

««Estamos en los lugares en los que el resto del mundo quiere que estemos, y en los que al resto del mundo no le importa si estamos o no. Tenemos un mandato: estar donde se nos necesita y llegar hasta el último niño y niña»

Como sociedades acomodadas que somos no queremos mirar hacia situaciones de absoluto drama, y no queremos hacerlo porque esas situaciones las damos en algunos casos por amortizadas. Ya “sabemos” que en el mundo va a haber hambre, y yo me pregunto por qué Cuando lo que sabemos es que hay recursos para todos y para todas.

Me pregunto si podemos asumir que con esta indiferencia estemos condenando a estos niños y niñas a vivir en esa situación. Y es especialmente duro cuando vemos que estas situaciones tienen solución. Porque tienen solución. Y seguimos invirtiendo infinitamente más en intentar resolver las consecuencias de algo que podríamos solucionar con menor inversión y de manera duradera. Es sorprendente.