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Primer reconocimiento oficial a víctimas de abusos de la Iglesia en Nafarroa: seis personas

Seis personas conforman el primer bloque de víctimas de abusos de la Iglesia reconocidas oficialmente por el Gobierno navarro, como resultado del análisis de la comisión de expertos emanada de la ley de 2022.


El Gobierno de Nafarroa ha reconocido oficialmente a las primeras víctimas de abusos en la Iglesia, condición que ha otorgado ya a seis personas a las que en breve se sumarán otras diecinueve, según ha dado a conocer este viernes.

La comisión de expertos que trabaja en el reconocimiento de las víctimas de ataques contra la integridad física, la indemnidad y la libertad sexual en el ámbito de la Iglesia católica en Nafarroa que se creó bajo el amparo de la Ley Foral 24/2022, ha otorgado este viernes mediante Orden Foral, firmada por el consejero de Políticas Migratorias y Justicia, la condición de víctimas a seis personas que vieron vulnerados sus derechos y su libertad en la infancia.

Tras analizar sus casos, escuchar su relato, cotejar datos y solicitar archivos eclesiásticos y académicos, además de analizar la coherencia de su denuncia, la comisión ha determinado en estas primeras seis solicitudes que son merecedoras del reconocimiento oficial como víctimas.

Así lo indica el Gobierno Foral en un comunicado en el que indica que además, de estos 25 expedientes tramitados, hay otras 48 solicitudes pendientes que se irán resolviendo poco a poco.

Sin participación de la Iglesia

Esta labor corre a cargo de una comisión formada por el historiador Mikel Lizarraga y el psicólogo Josean Echauri, ambos elegidos por los representantes de las asociaciones de víctimas de abusos; la historiadora Esther Aldave y la criminóloga Ana Carmona que han sido propuestas por el Parlamento de Nafarroa y la docente Camino Bueno y el experto en derechos humanos Mikel Córdoba, a propuesta del Gobierno, junto a Izaskun Gartzaron, responsable de la Oficina de Atención a Víctimas del Delito del Ejecutivo foral.

Esta misma comisión sigue teniendo dos puestos vacantes, que son los que la propia ley reservaba a designar por la jerarquía de la Iglesia católica en Nafarroa, puestos que finalmente no han sido cubiertos por la negativa de la jerarquía eclesiástica a participar en la comisión, si bien el Gobierno Chivite asegura que sigue con la mano tendida para que esta se pueda llevar a efecto.

Esta inhibición de la Iglesia católica pone contrapunto a un proceso que tiene carácter pionero y que se resume en este reportaje de Aritz Intxusta. Incluyó ya un acto de reconocimiento oficial en 2022, con presencia de la lehendakari María Chivite y celebrado en los institutos de la Plaza de la Cruz de Iruñea.

Sensación «liberadora» para las víctimas

José Luis Pérez, de 59 años, que sufrió abusos durante su infancia cuando fue alumno interno en el centro escolar Padres Reparadores de Gares junto a uno de sus hermanos, es una esas primeras seis personas a las que el Gobierno navarro ha otorgado el reconocimiento oficial como víctimas. En unos días recibirá en su casa la notificación que así lo certifica.

«Mi familia me ha ayudado muchísimo porque ha sido un proceso duro, pero la sensación del reconocimiento es maravillosa», señala en unas declaraciones en vídeo difundidas por el Ejecutivo.

En su opinión, la comisión lo ha hecho «muy bien» y de su parte han recibido «apoyo, cariño y comprensión». «Ha sido fácil y no ha habido ninguna presión para hablar de nuevo sobre lo ocurrido, porque hablar de aquello es terrible siempre», apunta.

Sostiene que de alguna manera «mataron esa inocencia y esa infancia», por lo que considera «importantísimo lo que ha hecho el Gobierno de Navarra, es un referente en todo el país lo que han hecho en contra de la pederastia y yo estoy muy agradecido».

Para Ana Luisa Anaut, de 67 años, ser reconocida como víctima de abusos en la infancia también «ha sido liberador, y una gran alegría, a pesar del dolor que supone rememorar aquello».

Anaut conoció el trabajo de la comisión y de la Oficina de Atención a Víctimas del Gobierno de de Nafarroa a través de la prensa y decidió acercarse a contar su caso.

«Nunca se lo había contado a nadie, casi ni en mi propia familia, pero era un dolor muy grande que tenía guardado y necesitaba quitarme este peso de encima, además somos muy pocas mujeres las que aparecemos en estos casos y estoy convencida de que habrá más. De hecho, una amiga mía que ya murió también sé que padeció los mismos abusos que yo», relata.

Anaut sufrió abusos sexuales cuando era niña por parte del reverendo coadjutor –el eclesiástico destinado a ayudar al párroco en el servicio religioso– en su pueblo, en Izaba. Posteriormente fue trasladado a otra localidad, aparentemente tras conocerse los hechos.

«Aún hay gente que no se cree esto, hemos sufrido mucha incomprensión, pero yo a todas esas personas les dejaba mis zapatos. No es fácil vivir lo que vivimos ni contar todo lo que ocurrió», subraya.

Tanto José Luis Pérez como Ana Luisa Anaut forman parte de los primeros seis expedientes tramitados por la comisión de reconocimiento, pero actualmente ya hay 25 expedientes tramitados.

25 expedientes tramitados

Uno de esos casos que serán revisados por la comisión en próximas fechas es el de Marcos Leyún, de 74 años, actual presidente de la Asociación de Víctimas de Pederastia en Instituciones Religiosas de Navarra.

Para Leyún el reconocimiento es «fundamental para recuperar parte de la dignidad que nos quitaron cuando abusaron de nosotros cuando éramos niños. Aquí, por fortuna, el Gobierno de Navarra nos ha permitido tener un servicio de apoyo psicológico, que nos ha aliviado muchísimo», agradece.

«A menudo piensas que lo tienes superado, pero no. Cuando uno denuncia esto, al principio tendrá mucho miedo es lógico, mucha gente no se atreve, pero yo lo recomendaría. La primera liberación que tiene uno es cuando denuncia. Uno recupera la seguridad que tiene en sí mismo, que es una de las primeras cosas que se vulneran cuando sufres abusos», incide Leyún, que padeció tocamientos por parte de un religioso cuando tenía 9 años en el colegio Santa María la Real de los hermanos Maristas.

Cuando comenzaron a hablar de este asunto, tanto él como otros compañeros no querían dar su nombre y salían de espaldas y sin mostrar la cara, hasta que se dieron cuenta de algo fundamental: «Nosotros no tenemos que tener vergüenza de lo que nos pasó, los que tienen que tener vergüenza de lo que nos pasó son quienes nos lo hicieron».