La mejor manera de despedirme de la mejor carrera desde la pasión
Al cumplirse 45 años del triunfo en el Tour en Miarritze de Miguel Mari Lasa, 40 del debut de Reynolds que seguí en la televisión francesa y 35 de la muerte de Mikel Arrastia, que hizo de mi trabajo mi homenaje, el Grand Départ en Euskal Herria me llevó a vivir un último Tour especial.
La opción de ir al Tour tiene su origen un 28 de diciembre, el día de los Inocentes. No podía ser de otra manera. La jefa de sección de Kirolak, Ane Urkiri, me comentó que el acontecimiento del año iba a ser el Tour y, sobre lo que interesa a los lectores, que el objetivo es dar entrevistas y reportajes.
Fui al Tour, a más o menos etapas, desde 2005 hasta 2019, pero desde la pandemia y la apuesta por NAIZ, con la necesidad de compaginar internet con el periódico, y las cada vez mayores dificultades para acceder a los corredores ni me planteaba volver. No me acreditaba ni para la Itzulia porque para ver la etapa por la televisión y hacer las crónicas de internet y del periódico y alguna entrevista era mejor hacerla desde casa a un vasco.
Tengo la suerte de que mi empresa siempre me ha permitido trabajar como yo entendía lo mejor para todos, pero siento que en los últimos años mi trabajo no justifica esa confianza. Internet me está matando como periodista.
Soy crítico con los demás, pero más conmigo mismo, y ni por cantidad ni calidad estoy contento con mi trabajo porque intento hacer la mejor crónica o información de la manera más inmediata en esta loca carrera en la que nos hemos metido los periodistas y son dos cosas peleadas entre sí.
El mejor trabajo
Por eso me sentía en deuda con el proyecto periodístico al que tengo la suerte de pertenecer y empecé a valorar la posibilidad de asumir el sacrificio que supone hacer un último Tour. Vi que el recorrido era ideal para cubrirlo por vez primera casi entero, 23 días hasta los Alpes.
Al margen de las etapas vascas, con cuatro apartamentos se hacía casi toda la carrera y no había demasiado kilometraje ni gasto en autopistas porque el objetivo era lograr con el menor coste el mejor trabajo.
Además de escribir la crónica para el periódico y el mejor reportaje posible o entrevista cada día, quería apoyar la muy buena retransmisión que desde hace cinco años conduce Iñigo Asensio en NAIZ Irratia con declaraciones de los vascos después de las etapas o en las salidas. Todo con la ayuda de mis compañeros de sección, que se han encargado de completar las crónicas para internet, para poder estar en meta para coger protagonistas.
El mejor gregario del Tour
Para hacer eso necesitaba además la ayuda de mi hijo Josu, al que he transmitido la pasión por el ciclismo, que ha sido el mejor gregario en el Tour. Me ha desgrabado todas las entrevistas, ha recogido declaraciones, se ha encargado del libro de ruta y me ha corregido todo mi trabajo para intentar que no hubiera una errata.
Aunque el objetivo era hacer el mejor trabajo, nos lo hemos planteado como unas vacaciones en las que íbamos a tener el privilegio de vivir desde dentro el Tour más especial para los vascos. Hoy no tiene sentido planteártelo como un trabajo. Son doce horas diarias de media durante 23 días desde que sales del apartamento hasta que vuelves. Y los cuatro que no vas a la salida te levantas a las seis para andar en bici.
Y, como me lo he planteado como una búsqueda casi de la perfección, todas las noches a las tres me desvelaba pensando cómo hacer mi trabajo al día siguiente. Por eso he sido el único periodista vasco que ha seguido la carrera desde los Pirineos.
Cubrir un Tour supone mucho gasto y tiempo entre desplazamientos y situaciones en las que debes esperar a que te atienda un corredor, que pase la caravana publicitaria o la carrera. O anticiparte. Cada vez las salas de prensa quedan más lejos del parking de los autobuses a los que acudimos a recoger declaraciones o entrevistas. En el Puy de Dôme tuve que ir cuatro horas antes de la llegada de los ciclistas.
Problemas de inicio
Cualquier entrevista supone mucho tiempo, pero eso lo asumes. Lo que no es normal fue la cantidad de problemas que surgieron al inicio del Tour. Con todos los alojamientos pagados, el responsable de las acreditaciones me dice que no van a acreditar a Josu porque no tiene carnet de prensa cuando siempre he acreditado a alguien conmigo y le tengo que explicar mi trabajo y su apoyo para que lo dejaran ir solo a la sala de prensa.
El primer día me roban en Txurdinaga el libro de ruta indispensable porque tienes que cumplir los itinerarios obligatoriamente para seguir la carrera y rogar que me dieran otro a última hora.
Voy a pasar la ITV y me surge un problema que tenía que subsanar el día siguiente y, cuando lo consigo, me dicen que no me la pasan porque tenía le pegatina de la acreditación del Tour cuando no se puede quitar y volver a poner porque se rompe y necesitaba ir con ella para seguir la carrera.
Al final acceden tras una hora de pelea, llego ese día a Lourdes y se enfada lo que creo que era un gendarme de paisano porque en una recta sin señal de ceda al paso se me incorpora desde mi derecha, me pasa y se me cruza en plan película. Creía estar preparado para todo, pero no para tanto.
Visita a la Virgen de Lourdes
Medio en broma el día anterior en Baiona había comentado en la radio que iba a ir a Lourdes a ver a la Virgen a pedir un milagro y que ganaran corredores vascos y me prometí que si pasaba la ITV iba a agradecérselo. Después de la movida con el elemento y la sucesión de problemas, empecé a pedirle cosas y no paré.
Le pedí que empezaran a ir las cosas bien, que no hubiera casos de covid porque tras la experiencia de la primera etapa en la zona habilitada para entrevistas, que si no es por el compañero de Berria Imanol Magro no consigo la entrevista marcada como objetivo a Jonathan Castroviejo, decidí que iba a ir siempre al parking de autobuses y sabía que si había un positivo nos la iban a cerrar porque el Tour no se iba a conformar con que entráramos con mascarillas.
Y pedí que ganaran etapas los vascos, especialmente Pello Bilbao, que me había puesto la piel de gallina cuando le hice la entrevista el día anterior en Baiona. Y le pedí el podio de Mikel Landa, que fue lo único que no se dio. Entendió la Virgen que el Landismo no podía tener esa guinda feliz...
Todo cambia
A partir de ahí todo fue bien. Se acabaron los problemas, se cumplía cada objetivo que me marcaba de entrevista o reportaje, aunque siempre con mucho trabajo. Ahora tienes que mandar un mensaje a cada jefe de prensa y a veces ir tres días al autobús hasta que la consigues.
Pero ni podía imaginar la entidad de los protagonistas con los que he hablado en este Tour y su predisposición. Por las páginas de NAIZ y los micrófonos de NAIZ Irratia han pasado todos los corredores y directores vascos presentes en el Tour con un comportamiento excepcional, algunas veces queriéndome atender Pello Bilbao y Mikel Landa en contra del deseo del jefe de prensa de Bahrain. No tuvimos feeling.
Además hemos hablado con Christian Prudhomme, Juan Mari Aburto, Pedro Delgado, Alejandro Valverde, Imanol Erviti, los máximos responsables de Uno-X y Alpecin, Michael Woods, Guillaume Martin, Eusebio Unzue, Egan Bernal, Thibaut y Julien Pinot y Rigoberto Urán. Todos los objetivos y todos permitiéndome dar el alto nivel que quería.
Alegría tras alegría
Lo más bonito fue ver que empezaron a ganar los vascos y los equipos con ciclistas y directores vascos. Y lo hacían el día en el que iban a ser los protagonistas. Sentía que llevaba la suerte a cada autobús que visitaba, menos al de Movistar, que no hubo manera. Poder tener a un metro a Pello Bilbao el día que lanza su mensaje tras ganar y emocionarte con él permitiendo al micrófono de NAIZ Irratia estar en fotos y videos virales, abrazarte a Ion Izagirre tras su victoria..., son momentos que nunca olvidaré.
Tampoco la alegría de los directores y corredores vascos de Cofidis e Ineos tras sus victorias, la de Josu Larrazabal... Fueron unos días de emociones fuertes de un apasionado del ciclismo y del periodismo que podía disfrutar en mi despedida al lado de corredores y directores con los que he hablado desde hace muchos años.
Además, siempre he ido al Tour con mi bicicleta, pudimos disfrutar de la subida de Cambasque, del Macizo Central, de la interminable Vía Azul del Sena por la que fui a Mâcon a agradecer que nos enviaran a la Real a un chavalín que cambió su historia..., pero el remate fue estar los últimos seis días en el Tour en los Alpes en un apartamento con vistas al espectacular Mont Blanc.
La tercera semana
Fue el motor de la última semana. Como los ciclistas, los periodistas perdemos las energías en un Tour duro para todos y que no te deja recuperar. Soportar el calor y el sol en la zona de autobuses en la que no hay una sombra te va minando. En las etapas de montaña siempre hay atascos, cada desplazamiento en coche cansa más...
Por eso quise que mi último día fuera en Courchevel para recoger la entrevista que necesitaba con Joxean Fernández Matxin y las últimas declaraciones de Pello Bilbao tras su gran tercer puesto para ahorrarme los 200 kilómetros que hubiera necesitado para conseguirlos en la salida de la siguiente etapa.
Ya no podía más porque necesitaba estar un día sin mover el coche para subir los 16 kilómetros del Plaine Joux, viendo en todo momento el Mont Blanc para acabar en el Lago Verde. Un impulso antes de un viaje de diez horas y media por autopistas para volver a casa reventado con esa sensación de haberme despedido de la mejor manera de la mejor carrera.
La duda
La duda es si ese trabajo tiene interés para los lectores. Porque lo empecé con la mejor entrevista que he hecho en mi vida a Miguel Mari Lasa, el primo de mi padre que me metió la pasión por el ciclismo al regalarme un maillot y una gorra del Kas.
Quise cuantificar su repercusión, pedí por primera y última vez que diera like el que la leyera entera y le gustara y le dieron 65 de las 391 personas que dieron click en un enlace en abierto. En un primer momento una entrevista preciosa a Pello Bilbao solo tuvo tres likes, uno suyo, aunque tras ganar lo petó, pero la mejor del Tour a Egan Bernal solo logró 19...
Tengo una espina clavada con la entrevista de Ion Izagirre, porque que te venga un ganador de etapa del Tour del podio dispuesto a hablar contigo de lo que quieras y no le hagas las mejores preguntas me apena. Pero nunca me he quedado más satisfecho de mi trabajo, nunca he disfrutado tanto.
Sin embargo, en todo el Tour y desde hace tiempo tengo un debate interno. ¿Nos merece la pena a mí y a mi empresa tener un periodista peleado con internet cuyo mejor trabajo requiere tanto tiempo y un desgaste que no puede volver a asumir y alcanza esa repercusión?