El Kremlin confirma la destitución del general Surovikin, loado por el grupo Wagner
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha destituido al general Sergei Surovikin como jefe de las Fuerzas Aeroespaciales tras la fallida rebelión protagonizada en junio por el jefe del Grupo Wagner, Yevgeni Prigozhin, y tras meses de especulaciones por su posible cese a causa del motín.
El general ruso Serguei Surovikin, conocido por sus estrechos lazos con el jefe del grupo de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, ha sido cesado como jefe de las Fuerzas Aeroespaciales, cargo que ostentaba desde 2017.
Surovikin, que no ha aparecido en público desde la fallida rebelión perpetrada por el grupo de mercenarios Wagner, ha sido reemplazado «temporalmente» por su adjunto, el coronel general Viktor Afzalov, han confirmado fuentes a la agencia de noticias estatal Sputnik.
La información ya fue adelantada en la víspera por el periodista ruso y ex director de la ya clausurada emisora Eco de Moscú, Alexei Venediktov.
Prigozhin encabezó el 24 de junio una rebelión y, tras tomar el control de la ciudad de Rostov del Don, sus columnas avanzaron hasta 200 kilómetros de Moscú, después de que el grupo de mercenarios acusara al Ejército ruso de atacar uno de sus campos de entrenamiento. Surovikin se pronunció en un vídeo –hubo quien aseguró que forzado– y pidió a su líder calmar la situación, así como la retirada de sus hombres.
Horas después, el presidente ruso, Vladimir Putin, quien en una comparecencia televisada denunció «una traición ligada a ambiciones personales» y prometió una «respuesta a la altura», logró frenar el motín a través de un acuerdo que implicó el repliegue de los mercenarios, el exilio de su antiguo aliado a Bielorrusia y la retirada de cualquier posible imputación a los implicados en la revuelta.
Conquistas y repliegues
Surovikin, de 56 años, también deja de ser automáticamente subcomandante de las fuerzas rusas que operan en Ucrania en el marco de la campaña militar iniciada en febrero de 2022.
El general asumió la jefatura de esas tropas en octubre del pasado año, pero tras ordenar con éxito el repliegue del tercio norte de la región ucraniana de Jerson fue reemplazado en enero de 2023 por el jefe del Estado Mayor, Valeri Guerasimov.
En los primeros meses de la contienda participó en la toma de las ciudades de Severodonetsk, el asedio de la fábrica Azot y la conquista de Lisichansk, todas en la región oriental de Lugansk.
Fuentes de la inteligencia estadounidense citadas por 'The New York Times' apuntaron a que el general ruso Surovikin -que entre octubre y enero comandó la ofensiva en Ucrania- estaba al tanto de la revuelta y tenía conocimiento sobre los planes del grupo de mercenarios.
Asimismo, varios medios opositores, como 'The Moscow Times', apuntaron a que el general ruso se encontraba detenido, mientras que el Kremlin se negó a confirmar su paradero ni a entrar en "especulaciones" sobre su posible arresto.
Los servicios de Inteligencia de Reino Unido ya afirmaron a mediados de julio que las constantes apariciones en público de su segundo de las Fuerzas Aeroespaciales, Afzalov, reforzaban la tesis de que el comandante fue «apartado» tras la rebelión.
África y Siria
Sigue en su puesto el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, al que Prighozin -quien asegura que ahora se encuentra en Africa, concretamente en el convulso Sahel–, tenía en el punto de mira por su supuesta mala gestión de la ofensiva militar en Ucrania.
Al criticar a Guerasimov y a Shoigu, el jefe de Wagner aseguró que, con Surovikin al mando, sus hombres nunca habrían tenido problemas con el suministro de equipos y munición en el largo asedio a Bajmut, de lo que culpó a la «ineptitud» y «corrupción» de los dos primeros.
Surovikin, favorito de los halcones militares y mediáticos rusos partidarios de la «solución final» ante los reveses en la campaña en Ucrania, dirigió el contingente militar ruso en Siria entre 2017 y 2019, por lo que Putin le concedió personalmente el galardón de Héroe de Rusia.
Es conocido como el «general Armagedón» o el «carnicero de Siria» por la brutalidad de sus operaciones contra ciudades como Alepo, controladas por la oposición al rais sirio, Bachar al-Assad.