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Al indómito Osasuna no le queda otra que rendirse a la evidencia de un rival de Champions

Los goles de Mojica en el minuto 27 y de Budimir al inicio de la segunda parte volteaban la eliminatoria a favor de los rojillos tras el 1-2 de la ida, pero los flamencos han marcado otros dos tantos en un periodo de tres minutos y han dejado con la miel en los labios a un Osasuna siempre combativo.

Skov Olsen celebra eufórico el segundo gol del Brujas que dejaba eliminado a Osasuna. (Bruno FAHY | AFP)

Tras tantos años de espera, el sueño europeo del indómito Osasuna ha resultado tortuoso. Si tener que dejarse tanto esfuerzo peleando contra el gigante de la UEFA ya resultó extenuante, el sorteo fue especialmente cruel con los rojillos, que lo emparejaron a un rival que, sin quizá el brillo o el nombre de otros, ha demostrado ser un equipo estructura Champions en el Viejo Continente, obligando a los iruindarras a rendirse ante la evidencia.

Sin ese poso necesario para hacer camino en Europa, Osasuna sí que ha dejado su impronta en el Viejo Continente, poniendo en serios apuros a un muy buen equipo, mucho mejor que su grada y el desagradable "que viva España" que ya cantaron en Iruñea. El 0-2 de Budimir en el 53 ha hecho soñar con esa gesta europea de la que hablaba Arrasate en la previa, una hazaña que ofrecer a «Kaixer» y el resto de entusiastas rojillos, pero que se les ha escapado como arena entre los dedos.

Conocedor de que gran parte del peligro del equipo flamenco en El Sadar llegó por los costados, Jagoba Arrasate ha intentado reforzar sus bandas, pero solo lo ha conseguido en parte, pues mientras Mojica ha colaborado con Juan Cruz, Chimy Ávila se ha olvidado de Rubén Peña y el Brujas ha percutido principalmente por su banda izquierda. Así, tras varios amagos, Vanaken, con un disparo desde dentro del área en el 20, ha obligado a Sergio Herrera a lucirse.

Los rojillos se han defendido como han podido ante el empuje local, pero también han gozado de alguna buena oportunidad como un cabezazo de Chimy Ávila al que ha respondido con otro paradón Mignolet, hasta que Mojica los ha puesto por delante en una jugada de estrategia en un corner que ha salido como Jagoba Arrasate la había diseñado en su libreta, con el colombiano cruzando el balon hasta las redes.

El Brujas, sin embargo, no ha encajado demasiado mal el golpe y ha seguido a lo suyo, con buenas combinaciones por los costados, llegando a embotellar a los rojillos en su área, incapaces de mantener la posesión del balón. En una de estas transiciones, De Cuyper ha metido el susto en el cuerpo de los aficionados rojillos con un balon que ha hecho temblar la portería de Herrera.

Licencia para soñar

El paso por vestuarios, donde Jagoba Arrasate ha ajustado a su equipo, ha sido otra pequeña victoria rojiza dentro de la eliminatoria y, desde el primer minuto se ha visto a otro Osasuna, cerrando mucho mejor sus costados. Y, a pesar del sofoco en el gol anulado a balón parado, el panorama se ha terminado de despejar con el segundo gol, un cabezazo de Budimir –su primer tanto de la temporada– adelantándose a la zaga flamenca, haciendo bueno el centro de Rubén Peña.

Esta vez sí que ha acusado el golpe el equipo local, que ha perdido por momentos la efectividad de sus automatismos que tanto daño estaba haciendo a los navarros. Sin embargo, la insistencia flamenca desde el carril ha dejado seco a Peña y ha obligado a Arrasate a realizar un triple cambio que no ha sentado nada bien a su equipo. Sobre todo porque, cuando peor estaban, un corner genialmente botado por De Cuyper, jugador muy a tener en cuenta, ha sido cabeceado por Thiago en el segundo palo para igualar la eliminatoria.

Y sin tiempo a reaccionar, la eliminatoria que tenía en las manos se le ha escapado como arena entre los dedos, en una absurda pérdida de Mojica dentro del área que Skov Olsen, que ya marcó en Iruñea, no ha perdonado.

Con la eliminatoria cuesta arriba, los últimos minutos rojillos han sido un querer y no poder, en el que ha estado mucho más cerca el tercer gol local que el que podía otorgar la prórroga a los euskaldunes que, con todo, Aimar ha tenido en sus botas en el último suspiro.