Tercera legislatura en Nafarroa con un Gobierno forzado a negociar
El Parlamento ocupa el papel central de la política en Nafarroa desde hace 8 años. Entender cómo funciona la Cámara es determinante para prever cómo se desarrollará la segunda legislatura de Chivite. A la espera de los proyectos de los consejeros, la reforma del Amejoramiento asoma como gran reto.
El Parlamento se convirtió en el eje central de la política de Nafarroa hace ocho años. Ni Uxue Barkos ni María Chivite, en sus respectivos Gobiernos, contaban con la mayoría en esta Cámara, lo que les obligaba a acabar negociando las leyes principales. La legislatura que acaba de comenzar parte de una situación similar.
Cuando se gobierna en minoría, el Ejecutivo es débil y el Parlamento fuerte. Hasta ahora, esta debilidad no ha resultado demasiado trágica. Barkos primero y Chivite después aprobaron todos sus presupuestos negociándolos con EH Bildu, formación a la que se ha excluido en los dos anteriores Ejecutivos –si bien, con Barkos, pudo proponer independientes para Consejerías y cargos–.
EH Bildu es una formación que echa el resto en el Parlamento. Tras las elecciones de mayo, sus parlamentarios son, en lo técnico, superiores al resto. La economista Laura Aznal lidera un equipo de abogados con experiencia en la Cámara (Adolfo Araiz, Arantxa Izurdiaga) al que se suma ahora la letrada Irati Jiménez, además de líderes sindicales, personas con experiencia en administración local (como los exalcaldes de Leitza y Etxarri) y el profesor de la UPNA Javier Arza. Son nueve parlamentarios, dos más que hace cuatro años, y conforman la tercera fuerza.
En ocasiones anteriores, ciertamente, era UPN quien presentaba el grupo más preparado gracias a la ventaja numérica que le proporciona ser la lista más votada, su costumbre de incorporar personas con perfiles muy técnicos de la Universidad de Navarra, así como la experiencia en gestión que le daba el ser el partido de Gobierno. Sin obviar la atracción de talento que facilita el ejercicio del poder.
El curso político comenzará, en la práctica, con la negociación presupuestaria. En el horizonte está la promesa de empezar a tramitar la reforma del Amejoramiento, una ley con más de 40 años
Todo eso acabó. Las constantes disputas internas y la consecuente necesidad de Javier Esparza de rodearse únicamente de los más fieles, junto a los ocho años en la oposición y la malas expectativas de regresar al Ejecutivo han hecho que esta superioridad en cuanto a capacidades de su grupo parlamentario haya caído en picado.
Los más preparados para la labor a desempeñar de entre los 15 parlamentarios de UPN son, además de Esparza y Juan Luis Sánchez de Muniáin por su experiencia en gestión, Iñaki Iriarte (profesor ciencia política en UPV), María José Valdemoros (profesora de la Unav y referente económico del partido). Son interesantes también Leticia San Martín (líder del sindicato de enfermería Satse, que debuta en la Cámara), Ángel Ansa y Javier Trigo, referente del Opus entendido como lobby. Poco más hay en esa bancada. En el apartado propiamente jurídico, que es el que más importa para la labor parlamentaria, se puede sostener que UPN cojea bastante.
De esta forma, se intuye que el principal partido de la oposición no ha planteado su equipo con el objetivo de adaptar los proyectos de ley que lleguen del Gobierno a una formulación más cercana a su ideario. No se han dotado de esa capacidad. O han sido manifiestamente incapaces de hacerlo o su planteamiento a la hora de componer su lista fue radicalmente distinto al formulado por EH Bildu. Se han preparado para confrontar, no para acordar.
Carencias en PSN y Geroa Bai
Los grupos de PSN y Geroa Bai están, en cuanto a capacitación, muy por detrás de los dos anteriores. Ramón Alzorriz y los suyos funcionan, sobre todo, como una suerte de correa de transmisión del Gobierno. Más allá de Inma Jurío, el grupo socialista no dispone de abogados con experiencia destacable como para abordar temas complejos en la elaboración de leyes. Lo podrán suplir con asesores y consultando con los equipos de las consejerías que hayan trabajado los proyectos de ley, pero su potencial de trabajo en comisión parte con bastantes límites.
La capacidad de trabajo parlamentario de Geroa Bai como grupo es la que más ha caído en estos cuatro años. A la pérdida de dos parlamentarios –bajaron de 9 a 7– se suma el esfuerzo que supone destinar uno de sus miembros a la Presidencia del Parlamento (Unai Hualde). Y, sobre todo, deben cargar ahora con la marcha de Uxue Barkos, su carismática líder, al Senado y la de Xabi Arakama, a Euskarabidea.
Sus principales valores quedan, por tanto, en la periodista María Solana y el exalcalde de Lodosa, Pablo Azcona, que emergen como representantes de las dos almas –PNV y Geroa Socialverdes– de una coalición enfrentada internamente.
En resumen, la capacidad de Geroa Bai para trabajar leyes a través de enmiendas en la Cámara está muy por debajo de los tres anteriores.
Los tres partidos restantes –PP (3 escaños), Contigo-Zurekin (3) y Vox (2)– juegan un papel menor. No parecen ser necesarios, salvo en situaciones muy puntuales con extraños juegos de abstenciones, para aprobar leyes.
Las votaciones del futuro
Los números que van a mandar estos cuatro años son la suma de PSN, EH Bildu y Geroa Bai (27 de 50 escaños) –a la que probablemente se añadan los tres de Contigo Zurekin por su afinidad ideológica y el hecho de formar parte del Gobierno–, o la de PSN y UPN (27) a la que podrían adherirse PP o Vox.
El tripartito ha cosechado la primera derrota en la constitución de comisiones, tras negarse a abrir una comisión sobre despoblación como le había demandado EH Bildu. El beneficiado, UPN
Las otras dos sumas esperables serán la de los 21 síes que le valieron la investidura a Chivite más la abstención de los 9 de EH Bildu (fórmula que emplearán estos últimos para dejar pasar una iniciativa de forma crítica) y, también, la de UPN más EH Bildu (24) y cualquiera otra formación que puede servir para parar los pies al Gobierno en caso de acudir con alguna pretensión de dudoso interés público. Esta última combinación tiene pinta de que va a ser más común que lo que, desde fuera, cabe esperarse.
El jueves y el viernes, la negativa del PSN a abrir una comisión específica sobre despoblación (que le había sido requerida por EH Bildu), provocó un empate en el reparto de presidencias de comisiones. Los votos blancos de EH Bildu se tradujeron en igualadas que se resolvieron en favor del aspirante de mayor edad. Y como UPN tiene la lista más envejecida, se hizo con las presidencias de las comisiones de más peso, como Régimen Foral, que es donde comparecerá María Chivite.
En la práctica, esta derrota no tiene demasiada trascendencia, pero supone una clara señal de que, para EH Bildu, la situación ha cambiado.
Potencial legislativo
Más allá de los conflictos que concentran la mayoría de titulares, en estos ocho años buena parte de las principales leyes –incluidas algunas de las más avanzadas–, han acabado saliendo por unanimidad o, de no ser así, con la abstención de la derecha que se queda sin argumentos tras largas negociaciones. Así ocurrió con la Ley de Cambio Climático, la de Contratos, la de Transparencia, la Ley de Policías de Navarra y el Fuero Nuevo, entre otras.
Los retos que asumirá el Parlamento vienen determinados por la ambición de reforma que muestren los consejeros, que son quienes tienen que llevar a la práctica las decisiones de la Cámara
Queda por ver qué tareas acometerá el Parlamento en la actual legislatura. El horizonte, a día de hoy, se encuentra prácticamente en blanco. En Salud se parte con la promesa de actualizar su eje principal, la Ley Foral de Salud, que data de 1992. Han prometido hacerlo en un año, también han asegurado lo mismo con la ley sobre despoblación, pero prisa no están demostrando.
Eso sí, el acuerdo programático recoge la reforma del Amejoramiento (el peculiar Estatuto navarro). El texto lleva tiempo necesitando ser revisado, pero ningún Parlamento se ha atrevido. No deja de ser llamativo que el único partido que fijaba en esto su prioridad era EH Bildu.
En último término, la actividad del Parlamento será más o menos intensa en función de cómo de valientes sean los consejeros, que parten de un acuerdo programático difuso.
Esa osadía tardará en verse. De aquí a final de año, la actividad la centrará la negociación presupuestaria. En enero, ya sí, se publicará un calendario con las leyes que los consejeros prevén traer a la Cámara. Entonces podrá valorarse cómo de ambiciosa amanece la XI legislatura. Y cómo de tensas, o fluidas, serán las relaciones Gobierno-Parlamento.