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Filmax, o vamos a celebrar que hacer cine ‘es de valientes’

En un festival de cine, y más si es de máxima categoría, como este, conviven diferentes capas: público, medios, industria... Su vida interna es, cuando menos, intensa. Esta edición, la catalana Filmax, una de las mayores compañías independientes del Estado, viene de celebración: cumple 70 años.

Rodaje en Nafarroa de ‘La ermita’, una producción rodada en Euskal Herria que se estrenará en el Festival de Sitges. (FILMAX)

Desde su fundación, en 1953, Filmax ha cambiado mucho. Tanto como el mundo, evidentemente. De aquel oscuro franquismo, exorcizado desde la pantalla grande con títulos que se importaban de la glamurosa Paramount, con su adquisición por Julio Fernández, en los años 80, la compañía inició el camino que en este tiempo le ha llevado a convertirse en lo que es actualmente: una de las compañías independientes del sector audiovisual más importantes del Estado... y una auténtica rara avis.

Pese a que se hable constantemente de crisis del sector –ellos han pasado algunos baches bien fuertes como, por ejemplo, la debacle causada por la piratería de los DVDs–, ahora la compañía reconoce que, tras la pandemia, el sector, en general, están pasando un momento ‘dulce’. Filmax tiene varios frentes: se dedica tanto a la producción como la distribución internacional y a la exhibición. Por ejemplo, acaba de inaugurar a principios de año la tercera sala con tecnología 4DX en sus  cines Filmax Gran Vía de Barcelona.

Un 4DX, un ‘Rec’

«Somos el único cine del mundo que, en un mismo complejo, tiene tres salas 4DX y una sala Screen X. ¿Has estado alguna vez en una sala 4DX? –pregunta Laura Fernández–. Es una pasada: tiene 21 efectos que están perfectamente coordinados con la imagen. En la sala llueve, nieva, hay burbujas, olores, frío, calor y luego las butacas se mueven». Productora creativa de Filmax, se podría decir que Laura lleva en el ADN el cine –es sobrina de Carlos Fernández, quien ahora está al mando de Filmax–, tanto quizás como el terror y del fantástico son parte del ADN de la compañía. ¿Quién no se puso de los nervios con ‘Rec’, el exitazo de Jaume Balagueró y Paco Plaza? Pese a su bajo presupuesto, fue una película de terror que marcó un antes y un después en la cinematografía estatal con su estreno en el año 2007.

«¿Por qué una mujer no va a producir películas de género? Parece que, a priori, tiene que ser algo masculino. ¿Y por qué no una de acción?»

Recién llegados a Donostia, este domingo les tocará celebrar con una fiesta en el Bataplán el 70 aniversario de la compañía, aunque también vienen a trabajar: en la Sección Oficial, en Proyecciones Especiales, son los distribuidores de “Los buenos profesores”, la película del francés Thomas Lilti. Pero es que también traen ‘Irati’, el potente y taquillero segundo largometraje de Paul Urkijo, y ‘Las buenas compañías’, de Silvia Munt, donde se narra la lucha por el aborto de las mujeres de Errentería en la década de los 70-80. 

«El festival es un encuentro de talento en todos sentidos –explica Laura Fernández–. Un encuentro de directores, guionistas, productores y luego también de compradores, de distribuidores y de clientes nuestros que vienen a ver proyectos. Nosotros participamos en el foro de coproducción, tenemos películas que se proyectan y también celebramos un encuentro anual con todas las televisiones autonómicas. Yo, por ejemplo, utilizo el festival para encontrar proyectos que coproducir». Al profundizar, sale otro dato: tienen mucho que ver con el audiovisual vasco. También, incluso, en cuestión de rodajes.  

¿Y cómo ve esta productora lo que sale de Euskal Herria? «Me parece muy interesante todo lo que están haciendo con los incentivos fiscales [para rodajes, sobre todo destacan los que se conceden en Nafarroa y Bizkaia y que buscan atraer rodajes a través de incentivos fiscales]. Es una oportunidad que, además, creo que está hecha de forma muy inteligente. Y luego es que aquí hay muy buenos profesionales y también han salido grandes películas: ‘Loreak’, ‘Handia’, ‘La trinchera infinita’, ‘Irati’, ‘Errementari’... No lo sé porque no estoy aquí, pero me da la sensación que, desde las escuelas, como que ya la gente joven pueden soñar y decir: ‘Yo vivo aquí en el País Vasco, pero puedo hacer cine desde mi país y desde mi lengua. Puedo hacer en grandes películas y que estas puedan viajar internacionalmente’», reflexiona.

Una ermita y una idea

El 12 de noviembre próximo se estrena en el Festival de Sitges, la Meca catalana del cine fantástico, ‘La Ermita’, la segunda película de Carlota Pereda, la cineasta que rompió moldes con ‘Cerdita’. Aquí la sinopsis: Emma (la niña Maia Zaitegi) quiere aprender a comunicarse con el espíritu de una niña que lleva siglos atrapada en la ermita de su pueblo. Intenta convencer a Carol (Belén Rueda), una incrédula y falsa médium, para que le enseñe a hablar con fantasmas.

Con un reparto en el que están Josean Bengoetxea, Loreto Mauleón, Jon Olivares, Elena Irureta y Nagore Aranburu, la película ha sido rodada íntegramente en diversas localizaciones de Hego Euskal Herria, como Leitza. La ermita misma está allí. Esta es una producción de Filmax en coproducción con Bixagu Entertainment con la participación de Netflix, RTVE, EiTB, y la financiación del ICAA y la Unión Europea–NextGenerationE y el apoyo de Creative Europe Programme-MEDIA. En el cine es habitual, y necesaria, esta sopa de letras entre quienes ponen el dinero.

‘La ermita’, por cierto, arranca de la imaginación de Laura Fernández, de su búsqueda continua de historias. «Yo tengo la idea de la leyenda de una niña del siglo XVII, en la época de la peste y con los hombres pájaro, que son los médicos que llevaban un pico con menta dentro para no infectarse». Por cierto, que la génesis de este film también permite conocer cómo se ‘cocina’ una película: la productora creativa le propone la historia a los guionistas Albert Bertran Bas y Carmelo Viera, y busca luego a la directora, Carlota Pereda, quien reescribe el guion.

«Yo soy productora creativa. No escribo guiones, pero sí que estoy muy ligada a todo el proceso creativo», explica. La terminología que utiliza da una idea de una forma de trabajar: ella ‘acompaña’ a los directores a hacer ‘crecer’ los proyectos. Ella misma puede “lanzarlos”, como ha sido este caso, o, al revés, si un director tiene un guion, ella le ‘acompaña’. Lo explica: «Nunca le voy a decir el director: ‘Esto no lo hagas’. Le pregunto: ‘¿De qué forma esto que tú quieres hacer se entiende en el guion?’. Porque a veces pasa mucho esto: ‘Tú me lo explicas y lo entiendo. Pero cuando leo en el guion, no se entiende’. Entonces hago un acompañamiento para ver de qué forma podemos hacer mejor este proyecto».

Una vez tenemos la historia, se busca la financiación. «Yo siempre digo que esta es una industria de valientes, porque es creer en algo intangible –añade–. Pero los que estamos en esta industria ya creemos en esto,  creemos en las historias, ¡aunque luego vete a un banco!»

Mujeres y terror

Pero, ¿y terror? Es un género, con perdón, que siempre se ha considerado menor. «Puede ser un terror moderno, puede ser un drama, puede ser un thriller, pueden ser muchas cosas y también te puede hacer reflexionar, porque puedes hablar de un tema social a través del terror. No es terror por el terror. Yo, como productora, sigo apostando por el cine de género fantástico y de terror, pero porque es algo que Filmax hizo de forma muy acertada a través de Fantastic Factory [productora especializada en cine de terror y fantástico rodado en inglés, entre 2001 y 2007]. ‘La ermita’, para mí, forma parte de ese legado, porque es un drama sobrenatural pero con elementos fantásticos».  

Lo cierto es que sorprende, para bien, esta apuesta por el género de una mujer. «También es como raro, porque ahora hay una línea de las mujeres que hacen unas películas más intimistas. Que está muy bien y es fantástico, pero ¿por qué una mujer no va a producir películas de género? Parece que, a priori, tiene que ser algo masculino. ¿Y por qué no una de acción? Ayer justo tenía una reunión, con otro proyecto. Tenemos un problema con el guion, y dije: ‘¿Por qué no es una mujer el protagonista?’. Todavía sigue habiendo prejuicios, porque si el protagonista vive solo y tiene depresión y le pasan una serie de cosas, no es creíble si es un hombre. A ver, todos somos personas, los hombres también tienen depresión y tienen sus historias. Creo que en las historias tiene que haber también un esfuerzo por romper con esos estereotipos que todavía siguen funcionando».