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Cita clave por el reconocimiento a los pueblos originarios en Australia

Un referéndum histórico busca reconocer constitucionalmente a los pueblos indígenas australianos creando la «Voz al Parlamento», organismo que asesoraría al Legislativo en temas relacionados con los aborígenes y los isleños del estrecho de Torres, y sería un primer paso hacia su autodeterminación.

Representantes electos de las comunidades remotas de Australia Central posan ante la icónica roca de Uluru tras la reunión del Consejo que decidió votar «sí» en el referéndum de hoy. (Tina THILARD | CENTRAL LAND COUNCIL | AFP)

La persistente invisibilización de los pueblos indígenas australianos podría cambiar hoy en el referéndum para enmendar la Constitución de Australia con el fin de consagrar el reconocimiento de los pueblos indígenas. La propuesta, una promesa de campaña del primer ministro, Anthony Albanese, pretende crear un organismo formado por indígenas denominado «Voz al Parlamento», que asesorará a los diputados en temas que les conciernen a los aborígenes y a los isleños del estrecho de Torres y disfrutarán por primera vez del reconocimiento constitucional de su existencia.

La iniciativa, aprobada por el Senado en junio por 52 votos a favor y 19 en contra, preguntará a los ciudadanos si desean «alterar la Constitución para reconocer a los primeros pueblos de Australia mediante el establecimiento de una Voz de los pueblos aborígenes e isleños del estrecho de Torres. ¿Aprueba usted la enmienda propuesta?» En caso de ganar el «sí», se establecerá un organismo que se llamará la «Voz de los Pueblos Aborígenes e Isleños del estrecho de Torres».

La propuesta, además de otorgarles una mayor participación en la toma de decisiones, apunta a una reconciliación con su historia, a pesar de que actualmente los aborígenes representan el 3,8% de los más de 26 millones de habitantes de Australia. El texto garantiza que los integrantes de este organismo no serán nombrados por el Gobierno, sino por las propias comunidades indígenas. Sin embargo, estará facultado para presentar observaciones sobre la mejora de programas y servicios, pero no gestionará dinero ni brindará servicios. Tampoco tendrá poder de veto, uno de los principales argumentos de quienes se oponen a esta propuesta.

Un primer paso

El experto en política australiana de la universidad de Kanagawa Hiroya Sugita asegura a GARA que, a pesar de todo, este referéndum representa mucho para los pueblos indígenas australianos. «En el marco jurídico actual, resultado del referéndum de 1967 en el que se eliminaron los aspectos discriminatorios de la Constitución, no hay mención alguna a los pueblos originarios. Después de más de 30 años de debate, este reconocimiento es algo que pidieron los aborígenes y no es una imposición del Gobierno blanco», sostiene. Añade que los pueblos originarios australianos «no se conforman solo con un reconocimiento simbólico: este debería ser el primer paso tangible para la autodeterminación».

Para este profesor universitario, a pesar de que este organismo es solo un órgano asesor, va a tener una función fundamental para mejorar la calidad de vida de los pueblos originarios australianos. «Según la ministra Linda Burney, la salud, la educación, el empleo y la vivienda son prioridades y como (los consejeros) asesorarán desde el terreno y no será una ‘idea brillante’ de la burocracia de Canberra, debería resultar en una prestación de servicios mejores y más eficientes», sostiene.

Para Sugita, si los australianos rechazan esta reforma constitucional «retrasará la reconciliación durante al menos una generación y para líderes como Noel Pearson y Marcia Langton, que han liderado el movimiento durante 30 años, será devastador».

El académico suscribe una frase del periodista Bernard Keane en la que asegura que «si la mayoría de los votantes rechaza el reconocimiento de los pueblos aborígenes, están indicando cuál es realmente la naturaleza de los australianos, por desagradable que sea». El experto teme que si la propuesta es rechazada en el referéndum de hoy, la reputación internacional de Australia quedará muy cuestionada: «Sospecho que todos aquellos que criticaron a Australia en cuestiones de derechos humanos como China o Myanmar destaparán una botella de champán».

El académico es de la opinión de que si triunfa el «sí» se impulsará más la opción de la república. Australia, que es independiente desde 1901, es miembro de la Commonwealth y aún tiene como jefe de Estado el monarca británico, y el primer ministro laborista Albanese anunció su intención de celebrar un nuevo referéndum sobre la conveniencia de devenir una república durante la próxima legislatura, en caso de ser reelegido.

Para Sugita, cualquiera que sea la causa, la oposición liberal no apoyará ningún cambio constitucional propuesto por el laborismo: «Si hay un primer ministro liberal que quiera la república, será destituido de su cargo inmediatamente. A menos que Reino Unido se deshaga de la monarquía, es poco probable que Australia se convierta en república bajo el mandato conservador», concluye.