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La disputada papeleta del voto españolista refugiado en el PNV

A pesar del adelgazamiento electoral que el PNV está sufriendo en los últimos años, se sigue dando por hecho que todavía hay un voto españolista, tanto progresista como de derechas, que se refugia en la papeleta jeltzale.

Andueza saluda a Urkullu en el Parlamento de Gasteiz. (Raul BOGAJO | FOKU)

Desde las elecciones autonómicas de 2016 a las de 2020, el PNV perdió 48.208 votos. Lo atribuyeron al aumento de la abstención por causa de la pandemia, aunque un sondeo de Lehendakaritza habló de otras explicaciones para la baja participación y hubo candidaturas, como EH Bildu, que subieron 24.408 votos.

Luego, en las municipales de este año, los jeltzales perdieron 86.431 papeletas, el 70% de todos los que no acudieron a las urnas para votar a cualquier partido, comparado con cuatro años antes. Si miramos a las elecciones forales, fueron 86.058, el 64,52% del total. Y el 23 de julio, en las elecciones al Congreso, el PNV se dejó 103.220 votos, casi la tercera parte de los que consiguió en la repetición de 2019 (-27,23%).

Pese a que elección a elección, comparando comicios similares, el PNV ha ido desangrándose, existe todavía una opinión publicada que sostiene que el partido del Iñigo Urkullu y Andoni Ortuzar aglutina en su electorado un sector que no es abertzale, pero que considera que puede refugiarse en el voto jeltzale, como elemento de estabilidad que no cuestiona el actual statu quo.

En ese sector habría una parte que se considera progresista, y que ayudó a la subida y victoria del PSE en la CAV el 23 de julio; y otra parte que es un elector de la derecha tradicional, que por ejemplo contribuyó a que esta vez sí, con Javier de Andrés de candidato, devolver al PP un escaño en el Congreso por Araba, quedando el PNV en cuarto y último lugar en este territorio.

Así que, con las miras puestas en esa parte sin sentimiento nacional vasco de los votantes todavía jeltzales, están diseñando su precampaña tanto el PSE como el PP.

Porque en el horizonte está que aunque Iñigo Urkullu puso públicamente la fecha del 9 de junio, coincidiendo con las elecciones europeas, para convocar las autonómicas, hay una sospecha de que puede haber un adelanto a marzo.

De hecho, la presidenta del BBB, Itxaso Atutxa, ya admitió esa posibilidad el pasado miércoles en una entrevista en ETB1, aduciendo que los comicios al Parlamento Europeo se podrían convertir de hecho en una especie de segunda vuelta de las elecciones españolas y no habría lugar a hacer una campaña en clave vasca.

Eneko Andueza, el modelo A y su desbordante optimismo

Ante la eventualidad de ese adelanto electoral, el PSE y también el PSGa, pusieron en marcha el lunes su calendario de primarias. El plazo de presentación de candidaturas expiró en 48 horas y el miércoles solo Eneko Andueza se había presentado para aspirar a ser candidato a lehendakari. Tiene hasta las 3 de la tarde del próximo miércoles para presentar sus avales (6% de afiliados) y ser proclamado el día 20 de octubre.

El PSE, por tanto, está ya en modo campaña, y en ese contexto puede entenderse su empeño en defender el mantenimiento del modelo A en la enseñanza, a pesar de saber que solo genera analfabetos funcionales en euskara.

Eneko Andueza no está defendiendo la libertad de elección de las familias, que no se ofrece, por ejemplo, para aprender o no matemáticas, sino que está defendiendo un corral electoral para poder seguir pescando entre los sectores enemigos del euskara y entre los profesionales de la enseñanza que quieren justificar todavía el no haber querido aprender una lengua oficial pese a haber tenido 40 años para hacerlo con todas las facilidades de liberación para ir al euskaltegi.

Esta explicación para someter ahora a la Ley de Educación a un estrés de último minuto, inmerecido en un proyecto que pretende durar varias generaciones, no ha pasado desapercibida para analistas políticos, pero –lo que es más significativo– tampoco dentro del PP, que confiesa en privado que hubiera preferido enarbolar esa bandera en solitario.

Que la apología de la ignorancia sea una baza debería preocupar a todo el espectro electoral. Que el PNV le haya regalado esa carta, es para hacérselo mirar.

El PNV ha permitido que el PSE enarbole la bandera del modelo A, lo que entra en los cálculos electorales de Andueza, pero no parece bueno para la educación.

Por otra parte, el secretario general del PSE y candidato a lehendakari, Eneko Andueza, viene ofreciendo en los últimos días muestras de un optimismo desbordante con afirmaciones como que su partido no aspira a «decantar la balanza» entre PNV y EH Bildu, sino a ganar las próximas elecciones autonómicas y liderar la CAV.

Asegura que su partido ha incrementado su presencia y «liderazgo en todas las instituciones». Y añade que la victoria del PSE el 23 de julio «no es ninguna casualidad ni fruto del azar», sino «consecuencia de la confianza que depositó la ciudadanía vasca en los socialistas vascos».

Conviene ir por partes. En las últimas elecciones autonómicas de 2020, el PSE tuvo 4.172 votos menos que cuatro años antes, en las forales perdió 27.296 papeletas y 3 junteros, y en las municipales 21.368 y 20 concejales, aunque lograra la Alcaldía de Gasteiz, sin ganar en las urnas y gracias al PP. Así que el incremento de su presencia en las instituciones no es tal.

Y en cuanto al hecho de haber ganado en la votación al Congreso de los Diputados, hay que recordar que no es la primera vez que esto ocurre. Ganó con Felipe González en 1993, con José Luis Rodríguez Zapatero en 2008 y esta vez con Pedro Sánchez. De hecho, hasta Podemos fue el más votado en la CAV en 2015 y 2016. Nada de eso ha servido para doblegar al PNV en unas autonómicas.

Y lo cierto es que no hay, al menos en este momento, ningún análisis político ni sondeo que prevea que el PSE, con Eneko Andueza o cualquier otro líder como candidato a lehendakari, pueda ganar los comicios al Parlamento de Gasteiz. Todo apunta a que PNV y EH Bildu quedarán por delante... y con diferencia.

La nueva vasquización foral del PP que ya pretendió Alfonso Alonso

Entre los que pretenden pescar también en el caladero de votos del PNV está también el PP, que ha apostado por el ex diputado general y exdelegado del Gobierno español en la CAV, Javier de Andrés. Con ello pretende ofrecer una mayor identificación del partido con la idiosincrasia del país. Aunque al mismo tiempo da muestras de no tener banquillo para la renovación.

De Andrés y Feijóo, junto a otros miembros del partido, con motivo de un mitin en Gasteiz. (Iñaki BERASALUCE | EUROPA PRESS)

En palabras de alguno de sus dirigentes, quieren pasar de ser «el PP en el País Vasco» al «PP del País Vasco». Esa transición del «en» al «de» ya la pretendió Alfonso Alonso en la convención que organizó en Gasteiz en setiembre de 2019 con aires forales. Y la cortó de raíz el entonces presidente del partido Pablo Casado, dejando claro que «yo también soy del PP Vasco».

Casado no se anduvo con muchos rodeos: «Claro que el PP Vasco siempre ha tenido personalidad», pero aclaró que no por eso es «el PP del País Vasco, sino el PP en el País Vasco». Y, por si no había quedado suficientemente explicado, añadió que «necesitamos que tenga esa misma personalidad que es la misma que en toda España».

El PP pretende ahora sacudirse su imagen de dependencia de la calle Génova, aunque nadie duda de que ha sido Alberto Núñez Feijóo quien ha decidido apear a Carlos Iturgaiz y ungir a Javier de Andrés. Pero para ello deberían guardar más las formas. La Junta Directiva del PP vasco del pasado 4 de octubre, en la que se dio forma a todo el proceso de sustitución, estuvo dirigida por el vicesecretario de Organización Territorial del PP español, Miguel Tellado.

El discurso del PP, como dejó claro Alberto Núñez Feijóo en su enfrentamiento de investidura con Aitor Esteban, se va a centrar en presentar al PNV como kleenex de Pedro Sánchez y su Gobierno «social-comunista». «¿Cómo puede ser que 17 de los 18 diputados vascos en el Congreso hayan aprobado los Presupuestos de Sánchez? ¿Nadie aquí cree que hay una alternativa a la política económica de Podemos?», se preguntaba recientemente Javier de Andrés.

Hace tiempo que ahora como diputado y candidato en ciernes, y antes como tertuliano en Radio Euskadi, Javier de Andrés viene alineando al PNV en el equipo de «la izquierda». Por ahí van a tratar de pillar cacho.

El PNV ha sido refugio de un electorado que antepone que no gane EH Bildu. Pero, tras las elecciones municipales y forales, jeltzales y PSE le han concedido al PP desde Gipuzkoa y Gasteiz el papel de ser determinante también en ese terreno.  

A su vez, el propio PP y sus altavoces están alimentando la posibilidad de que EH Bildu gane al PNV en las elecciones autonómicas. Eso puede provocar que el PNV se convierta en refugio de todos los que no quieran que gane el independentismo. Pero tras las últimas elecciones municipales y forales, jeltzales y PSE le han concedido al PP el papel de ser determinante.

Con el ejemplo de Gipuzkoa, Gasteiz y Durango, De Andrés puede verse como voto útil contra EH Bildu, si los actuales gobernantes no suman mayoría absoluta.