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Matanza en Palestina o ataques al euskara; el fantasma de Oldartzen vale para todo

Iñigo Barandiaran y Juan Luis Ibarra. (NAIZ)

A quien haya nacido en este siglo o a finales del anterior no le dirá nada el término Oldartzen. A quienes sí tenían un interés político formado en los frenéticos 80 y 90, sí, pero seguramente en el imaginario quede una imagen distorsionada por años y años de manipulación. Lo evidente es que hay quienes la tienen muy viva y hasta parecen destilar cierta añoranza. Este jueves han coincidido en evocarla un exdiputado del PNV y un expresidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco.

Más llamativo aún es que tanto uno como otro la han traído a colación para cuestiones bien ajenas al conflicto armado de los 90, cuando el manoseo del término fue constante: el conflicto en Palestina en el caso de Iñigo Barandiaran y la ofensiva judicial contra el euskara en el de Juan Luis Ibarra. En la misma dirección, eso sí: para lanzarlo contra la izquierda independentista, e incluso más allá en el caso del exmandatario judicial.

Oldartzen y Hamas. Iñigo Barandiaran ha sido diputado por el PNV en los dos últimos ciclos electorales, hasta perder su escaño este año. Este jueves se ha acordado de Oldartzen de una manera ciertamente estrambótica, lo que le ha dado cierta viralidad a su artículo en ‘Deia’. Se titula ‘Oldartzen, en árabe, se traduce como Hamás», y comienza «argumentando» que «socializar el sufrimiento como fórmula de implicar a toda la sociedad en la actividad de quienes consideraban ‘vanguardia’ de la lucha por la libertad fue la opción política que, en el año 1994 y en este país, tomó la izquierda abertzale».

De la patraña original se pasa, en un salto trascontinental, a una peculiar tesis sobre lo que está ocurriendo en Gaza: «El objetivo de Hamás es tomar como rehén a su mismo pueblo, hacer cómplice de su crueldad a toda la sociedad, secuestrar su representación por un arsenal militar, y sin duda, provocar un sufrimiento insoportable (...) Basta con recordar sensaciones vividas ya en este país, donde algunos pretendieron tomar como rehenes a su propio pueblo, para entender que es algo totalmente inaceptable. Oldartzen, ni en Euskadi ni en Palestina», concluye.

Oldartzen y el euskara. Ibarra se ha quedado más cerca en el mapa, pero con un alegato no menos surrealista. En un seminario de la Fundación Buesa ha cargado contra la respuesta social a la ofensiva de los tribunales contra el euskara, afirmando que en ella «resulta detectable el eco de otras intensas campañas de deslegitimación social del Poder Judicial promovidas, entre 1996 y 2001, en el marco de la estrategia de socialización del sufrimiento».

«Campañas de deslegitimación lideradas por el MLNV que persiguieron articular una continuidad semántica entre la amenaza terrorista y la ubicación social de la judicatura y la Fiscalía ejerciente en el País Vasco en una situación de ajenidad radical, nacional y cultural», ha añadido el presidente del TSJPV. Y lo ha dicho a apenas una semana de la gran movilización que se prevé en Bilbo contra esa ofensiva judicial, convocada por Kontseilua.

Hablando de «ecos», a lo que suenan realmente las palabras de Ibarra es al «todo es ETA» impulsado en 1998 desde la Audiencia Nacional y que ha generado condenas y encarcelamientos hasta fechas bien recientes. Y es que en su crítica Ibarra incluye al MLNV pero también a Kontseilua o al conjunto de alcaldes de PNV y EH Bildu que se concentraron ante la sede judicial en julio. «Todo es Oldartzen», podría haber dicho Ibarra como resumen.

De hecho, el lehendakari de la CAV, Iñigo Urkullu, ha saltado molesto por la afirmación. En un acto público este viernes ha tildado de «impresentables» estas palabras. «Que se vincule el euskera con lo que ha sufrido este pueblo y con la socialización del sufrimiento que ha tenido este pueblo me parece que es un ejercicio en el que cada uno se retrata. Impresentable», ha insistido.

Y eso que no hay tema... Así que, tres décadas después, el fantasma de Oldartzen sigue cabalgando y vale igual para un roto que para un descosido. No está de más recordar que el texto que llevaba ese nombre fue en realidad la ponencia oficial que se impuso en 1995 en HB a la alternativa Iratzar, y cuyo contenido fue simplificado por los medios de comunicación hasta llegar a esa recreación de la «socialización del sufrimiento». Algo que nunca apareció en ella.