INFO

El PNV fulmina a Urkullu y la noticia salta con apariencia de descontrol

Fulminado. El EBB comunicó el jueves a Iñigo Urkullu que no será propuesto para la reelección como lehendakari. Por lo visto, sin ni siquiera consultar su opinión. Y la noticia saltó ayer a los medios con apariencia de descontrol.

El lehendakari Iñigo Urkullu y el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, se saludan en un acto del partido. (Monika DEL VALLE | FOKU)

Entrevistado el jueves por la mañana en una emisora de radio estatal, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, aseguraba que «el proceso de elección de candidaturas para las Elecciones Vascas no ha empezado en el PNV. Será cuestión de semanas. Detecto excesiva ansiedad para la apertura del calendario electoral cuando hay leyes importantísimas en tramitación en el Parlamento Vasco» y así lo publicitaba el partido en redes sociales.

A las pocas horas, la dirección jeltzale comunicaba a Iñigo Urkullu que no iba a presentarle como candidato a lehendakari.

Ortuzar siempre había dicho que antes de hacer propuestas debían escuchar al propio Urkullu y el todavía lehendakari había asegurado en varias declaraciones que iba a ser él quien explicara al EBB sus intenciones. Pero no parece que esto haya sido así.

La forma de anunciarlo

Para poner fin a la trayectoria como lehendakari de un hombre que antes fue presidente del EBB y que ha estado en Ajuria Enea tres legislaturas, cabía pensar que sería el propio Iñigo Urkullu quien lo anunciara públicamente e incluso que lo presentara como una decisión personal. Pero bien porque el PNV no le hizo esa oferta o porque él no la aceptó, o tal vez por un auténtico descontrol, el caso es que la noticia saltó a través de una filtración.

La hipótesis había ido ganando fuerza en los últimos días. Algo se había deslizado con muchas dudas en algunos medios. Sobre las 14.00 de ayer fue ‘El Correo’ quien soltó la «bomba informativa» citando «fuentes conocedoras de las conversaciones».

Ante la avalancha de preguntas de los medios, el PNV hizo pública una escueta respuesta asegurando que «el Euzkadi Buru Batzar no ha dado inicio aún al proceso para la configuración de las candidaturas con que el PNV concurrirá a las próximas elecciones vascas». Y añadía que «hasta entonces no entrará a valorar informaciones periodísticas». Pero lo que no decía era más importante que lo que escribía. En ningún caso desmentía la noticia.

Entre tanto, desde Lehendakaritza afirmaban «no saber nada» y que Iñigo Urkullu no les había dicho nada, por lo que nos remitían a los portavoces oficiales del partido. Pese a todo, a la hora de escribir esta información, el PNV seguía sin confirmar oficialmente nada. Sin embargo, los medios más próximos a las estructuras del partido ya lo daban por hecho.

Indicios de ruptura interna

Tanto la manera de comunicarle la decisión a Iñigo Urkullu como la forma en la que acabó trascendiendo una noticia tan decisiva, son indicios de una suerte de ruptura interna entre el lehendakari y la dirección de su partido.

En algunos círculos muy cercanos a los órganos de decisión del partido había comenzado ya a decirse que el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, estaba buscando un relevo a Iñigo Urkullu que sirviera como revulsivo, ante la continua pérdida de apoyos que el PNV ha venido padeciendo a lo largo del último ciclo electoral.

Por contra, interlocutores políticos que han estado reunidos con Iñigo Urkullu en fechas recientes aseguran que en ningún momento de la conversación intuyeron que no estuviera dispuesto a volver a presentarse por cuarta vez y que, de hecho, hablaron sobre la próxima legislatura.

Por tanto, parece evidente que esta no ha sido una decisión consensuada. Tal vez sea una cuestión cíclica en el PNV. Ahora se puede recordar cuando Iñigo Urkullu, siendo presidente del EBB, decía, en referencia a Juan José Ibarretxe, que «hay días en los que tengo que hacer actos de fe para que sigamos unidos». Pese a ello, aquel PNV mantuvo a Ibarretxe como candidato y fue él quien dejó la política después de haber ganado las elecciones de 2009, pero ser desbancado por Patxi López, apoyado por el PP tras la ilegalización de la izquierda abertzale.

Declive electoral

Desde las elecciones autonómicas de 2016 a las de 2020, el PNV perdió 48.208 votos. Lo atribuyeron al aumento de la abstención por causa de la pandemia, aunque un sondeo de Lehendakaritza habló de otras explicaciones para la baja participación y lo cierto es que hubo candidaturas, como EH Bildu, que subieron 24.408 votos.

En todo caso, junto al PSE, Iñigo Urkullu consiguió ser investido con mayoría absoluta. Pero esa mayoría absoluta tiene también una cara b: en esta legislatura, Iñigo Urkullu ha sido el lehendakari del PNV con menos apoyo en votos de todo este siglo.

Después de aquellas autonómicas, en las municipales de este año, los jeltzales perdieron 86.431 papeletas, el 70% de todos los que no acudieron a las urnas para votar a cualquier partido, comparado con cuatro años antes. Si miramos a las elecciones forales, fueron 86.058, el 64,52% del total. Y el 23 de julio, en las elecciones al Congreso, el PNV se dejó 103.220 votos, casi la tercera parte de los que consiguió en la repetición de 2019 (-27,23%).

Un paso arriesgado

La decisión adoptada por el EBB, que pese a la supuesta trayectoria asamblearia del partido no consta que haya sido contrastada con sus bases, es muy arriesgada, sea quien sea la persona que se elija como nuevo candidato o candidata a lehendakari.

Porque es cierto que Iñigo Urkullu representa a un Gobierno al que se le ha apagado la estrella de su supuesta «buena gestión». Pero también hay que tener en cuenta que por su imagen de hombre previsible, serio e incluso aburrido, era un valor refugio para sectores sociales que apuestan por seguir como estamos, sin caer en aventuras que pueden considerar arriesgadas.

Y ahí es donde ahora el PP va a buscar cosechar votos para Javier de Andrés. Dependiendo de quién sea su sustituto o sustituta, el PNV puede perder votos incluso hacia el PSE. No se puede olvidar que Iñigo Urkullu ha sido un abanderado, se podría decir que casi hasta extremos patológicos, de la unión entre ambas tradiciones políticas.

Sin legado

De Carlos Garaikoetxea, lehendakari entre el 9 de abril de 1980 y el 26 de enero de 1985, se recuerda que edificó el entramado autonómico. En el mandato de José Antonio Ardanza (26 de enero de 1985-2 de enero de 1999) se produjo el hito de la firma del Pacto de Ajuria Enea que transformó la política en Euskal Herria. Aquel «demócratas contra violentos» se corrigió con el Acuerdo de Lizarra-Garazi y la posterior llegada de Juan José Ibarretxe a Lehendakaritza (1999–2009). El de Laudio dejó para la historia su propuesta de cambio de estatus político y el intento de consulta. Hasta Patxi López pasará a la historia como el primer lehendakari que no es del PNV.

Pero ¿qué legado deja Iñigo Urkullu? En algún lugar se ha referido la gestión de la pandemia. No parece que eso sea tampoco nada de lo que se puede enorgullecer un lehendakari que incluso ocultó informes a los tribunales para imponer decisiones dudosas. Al menos el EBB da la impresión de que tampoco lo ve como suficiente.