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Tregua de penuria y miedo en la Franja de Gaza

Ha parado la muerte por fuego, pero otros tipos de muerte siguen hostigando las almas agotadas de los palestinos en la asediada Franja de Gaza. La ayuda que entra no es suficiente, los precios se han disparado y al hambre se suma el miedo a los disparos de los soldados.

Los palestinos siguen huyendo del norte de Gaza, hostigados por los soldados israelíes. (Mahmud HAMS | AFP)

«Los gusanos no comen solo los cadáveres, también los cuerpos vivos», cuenta a GARA Bahaa, un joven fisioterapeuta, voluntario en el hospital Al-Aqsa de la localidad de Deir Al-Balah, en el centro de la Franja. «Las ayudas que entran no son suficientes ni para un hospital –continúa Bahaa–. Aquí estamos colapsados, mojamos telas normales con alcohol o perfume y lo usamos para cambiar las heridas de la gente con miembros amputados. Además, a muchas de estas personas les están saliendo gusanos de las heridas. El número de casos de gangrena es horroroso».

Los bomberos de Gaza han agotado todo el material rudimentario que tienen. Se trabaja ahora con las manos y herramientas manuales básicas.

Aparte de las dos décadas de bloqueo, durante las cuales no ha entrado ni material ni vehículos nuevos, el tamaño del desastre no deja de crecer y seguirá creciendo después de la tregua.

El jefe del Servicio de Defensa Civil (Bomberos) en la Franja de Gaza, Abdulaziz Al-Attar, ha hecho un llamamiento pidiendo ayuda internacional e intervención de equipos de rescate con material y maquinaria especial para desastres. Se estima que hasta ahora más de 4.000 cuerpos estén sepultados bajo los escombros.

Shadi, 45 años, de la localidad de Jan Yunis en el sur de la Franja, acaba de ser padre hace tres días. Manifiesta a GARA su felicidad porque su esposa tuvo un parto natural. «No hay ni epidural ni ningún tipo de anestesia, lo poco que hay lo usan para operación mayores y tampoco cubre todo», señala. «Eso sí, el parto de mi esposa fue una agonía, hemos tenido que ir y volver en un carro tirado por un burro. En tiempos normales, el taxi cobra desde mi casa hasta el hospital 10 shekel (1 euro=4,20 shekels), pero he pagado 100 shekels por ir en carro. El precio sube porque tampoco hay cebada o paja para los animales».

La familia de Shadi –como todas las de Gaza– padece otro problema urgente: conseguir gas butano, imprescindible para cocinar. Según periodistas palestinos, la cantidad de gas butano que ha entrado no supera las 200 toneladas, cuando el consumo diario de la Franja es de 250 toneladas.

«Llevo dos días intentando conseguir butano sin éxito, voy a la estación de gas a las 6 de la mañana, las filas son larguísimas y hay mucha tensión», relata Shadi. «La Policía está ahí para poner orden y no permitir la venta de más de 6 kilogramos de gas por persona, pero no hace nada para controlar los precios. No lo entiendo, ¿por qué antes de la guerra una bombona de 12 kilos de gas costaba 60 shekels y ahora se venden los 6 kilogramos a 75 shekels?», se queja Shadi.

La capacidad máxima de almacenamiento de gas en el enclave costero es de 5.000 toneladas, menos del consumo normal que en esta temporada que es de 7.000 toneladas. Aun así, el Ejército israelí ha bombardeado todos los depósitos de gas, combustible e incluso los silos de trigo.


«Es el caos, no hay lógica en los precios ni control en el mercado. Comemos pasta, nos queda algo de alubias y lentejas, pero no sabemos si podremos abastecernos otra vez»

La población de Gaza critica a Hamas por no haber preparado un plan de emergencias, ya que el movimiento islamista no es una mera milicia, sino el poder administrativo en Gaza, con ministerios, administración civil, servicio de policía y de seguridad.
Asala, una joven emprendedora de 26 años, perdió su casa y su negocio en la ciudad de Gaza y se desplazó a Jan Yunis.

Asegura que la situación «es intolerable» y que hay cada vez menos verdura en los puestos del mercado. «Antes podías comprar un kilo de cebolla o berenjena a un shekel, ahora tendrás suerte si lo encuentras a 10 shekels. Un kilo de sal costaba un shekel, ahora no hay y, si lo encuentras, te cuesta 20 shekels», relata la joven.

Riesgo verdadero de hambruna

En estos momentos no importa el dinero, si lo que lo se encuentra es género, legumbres para comer o fruta. «Es el caos –continúa Asala–, no hay lógica en los precios ni control en el mercado. De momento comemos pasta cocinada sobre llamas de madera, nos queda algo de alubias y lentejas, pero no sabemos si podremos abastecernos otra vez. La ayuda que entra no se ve porque no es suficiente», asegura.

Mohammad, agricultor de 46 años de Deir Al-Blah, a 15 km. al sur de la ciudad de Gaza, dice que tiene la «suerte» de que sus invernaderos de tomate son todavía accesibles y pueden recoger la cosecha. «Menos mal que mis invernaderos no están destrozados u ocupados por las tropas israelíes. Por un lado, es un alivio ver que el esfuerzo no se perdió y, por otro, da gusto que estemos dando algo de comer con precio asequible», dice satisfecho el agricultor. En la actualidad, un kilo de tomate cuesta dos shekels, pero Mohammad está preocupado ya que «en cualquier momento los bombardeos pueden continuar y perderíamos todo, así que estamos intentando recoger lo máximo lo antes posible, antes de que se sequen las plantas porque tampoco estamos pudiendo regar por la falta de combustible».

Los campesinos en la Franja aseguran que no va ser posible volver a cultivar la tierra si Israel no permite la entrada de semillas para los viveros y la entrada de suficiente combustible para operar los motores de agua. Ahmad, fontanero de 40 años de Rafah explica a GARA que está aprovechando la tregua para buscar en tiendas y mercados latas de conserva.

«Casi no queda nada y los precios son delirantes: una lata de atún que te costaba cinco shekels ahora se vende –en caso de encontrarla– a 60 shekels! Hay gente que vende parte de la ayuda humanitaria para comprar otros artículos importantes», afirma Ahmad, y añade molesto: «¿Dónde esta el Gobierno de Hamas? ¡Debería controlar los precios, castigar a los comerciantes parásitos y protegernos del hambre! ¡Son la resistencia!».

Para la brigada Etzioni no hay tregua

Las tropas israelíes que están posicionadas al sur de la ciudad de Gaza han levantado montículos de tierra, dificultando el camino al mismo tiempo que lo controlan.

También han montado puestos de control con sistemas de reconocimiento facial a través de los cuales, y según cuentan civiles que cruzaron del norte a sur en las últimas 48 horas, han detenido a más de 100 personas de todas las edades. No son milicianos, porque estos se encuentran a resguardo, por lo que estas detenciones pueden estar afectando a activistas sociales o políticos o a los familiares de milicianos por pura venganza.

En la carretera Salah Eddin, entre la calle 10ª y el cruce de Al-Mughraga, a lo largo de casi 5 kilómetros, se posicionan formaciones de la Brigada 6 de reservistas de infantería israelíes, Brigada ‘Etzioni’, que forman parte de la división 36.

Testigos visuales han confirmado a GARA que durante la tregua los soldados israelíes mataron en esa zona a tres palestinos y dejaron a una docena de heridos mientras volvían al norte para ver en qué situación se encontraban sus casas. Mientras tanto, los oficiales israelíes confirman que reanudarán el ataque después de la tregua.