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La respuesta institucional ha cambiado al pasar de lo abstracto a lo concreto

En la huelga feminista del 8 de Marzo de 2019, el Parlamento de Gasteiz tuvo que suspender el pleno de control por falta de cuórum. Este jueves solo han faltado EH Bildu y Elkarrekin Podemos-IU. La diferencia puede estar en el paso de lo abstracto a lo concreto.

Por orden de la presidenta del Parlamento de Gasteiz, un ujier retira los carteles de los escaños de EH Bildu. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

El 8 de Marzo de 2018 era jueves, como hoy. Día de pleno en el Parlamento de Gasteiz. Hubo 23 escaños vacíos durante toda la sesión por el seguimiento del paro de las representantes de EH Bildu, Elkarrekin Podemos-IU y PSE. Las parlamentarias del PNV, junto al resto de compañeros del grupo, se ausentaron 15 minutos, para participar en las concentraciones convocadas por el partido. Pero el orden del día se mantuvo.

El 8 de marzo de 2019, viernes, coincidía con un pleno de control del Gobierno, pero la sesión no se pudo celebrar por falta de cuórum, Tras el éxito de las movilizaciones feministas del año anterior, en esta convocatoria todas las representantes del PNV se sumaron a las de otros grupos, por lo que faltaron 36 de las 40 parlamentarias y además, por distintos motivos, tampoco estaban 8 de los 35 hombres. Así que cuatro minutos después de la hora prevista para el inicio del pleno, la convocatoria se dio por imposible. El PNV hizo pública una nota en la que hacía expreso su apoyo al paro y aseguraba que «seguirán trabajando día a día por la igualdad». Anunciaba además que «destinarán su sueldo del día a la lucha contra la violencia de género».

Huelga institucional con servicio mínimo

La huelga feminista de este 30 de noviembre también ha coincidido con plenos en los Parlamentos de Gasteiz y de Iruñea. En el primero de ellos, antes de que comenzara la sesión, todos los escaños de EH Bildu estaban vacíos y sobre la mesa unos cartelitos en los que se podía leer: «Zaintzen duen herria helburu. Greban. En favor de unos cuidados dignos». En cuanto ha llegado la presidenta, Bakartxo Tejeria, y ha reparado en ellos, ha ordenado a los ujieres que los retiraran.

Tanto EH Bildu como Elkarrekin Podemos-IU se han sumado a la huelga, aunque han mantenido una especie de servicios mínimos. Por la formación independentista han acudido Rebeka Ubera, para oponerse a la Ley de Salud Pública, y Josu Estarrona, para votar a favor de la de Patrimonio Cultural Vasco. Los dos llevaban pegatinas de la huelga. Por la coalición morada han acudido Jon Hernández y Gustavo Angulo, también para ir contra la primera ley y a favor de la segunda.

En el Parlamento de Iruñea, el grupo parlamentario de EH Bildu se ha sumado a la huelga feminista, colocando también los mismos carteles en sus escaños. Daniel López, de Contigo-Zurekin, ha comenzado su intervención en la votación de una moción asegurando que «una vida no es posible sin cuidados».

¿Otoño caliente orquestado?

Al contrario de lo ocurrido en 2019, en esta ocasión ni las parlamentarias del PNV ni del PSOE se han sumado a la huelga y, por lo menos hasta el momento, tampoco han explicado por qué. Entre aquella convocatoria y esta ha mediado la pandemia del covid que, entre otras cosas, desnudó las carencias del sistema de cuidados. Y, en buena medida, lo que en las huelgas de los 8 de Marzo había de un cierto sentido de apoyo abstracto a la lucha feminista, en esta ocasión tiene la concreción de exigencia de medidas a las instituciones.

En el imaginario jeltzale, también esta huelga feminista por los cuidados se ha enmarcado dentro del «otoño caliente» que aseguran que la mayoría sindical vasca ha orquestado en contra del Gobierno de Lakua. Y es probable que por eso el PNV, acompañado del PSE, hayan impedido, allí donde tienen mayoría, que las instituciones, incluidos los ayuntamientos, se hayan sumado a esta movilización, a pesar de que grupos como EH Bildu lo hayan pedido.

Porque una cosa es gritar «gora borroka feminista» y otra asumir e intentar dar respuesta positiva a sus reivindicaciones concretas.