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‘La sesión final de Freud’, un cara a cara sobre dios entre C.S. Lewis y Sigmund Freud

Sony Pictures Classics ha lanzado las primeras secuencias de ‘La sesión final de Freud’, drama protagonizado por Anthony Hopkins y Matthew Goode cuya trama gira en torno al constante debate sobre la religión y la existencia de dios que compartieron C.S. Lewis y Sigmund Freud.


En los días previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial, cobró forma un encuentro intelectual entre dos mentes prodigiosas del siglo XX: C.S. Lewis y Sigmund Freud.

En esas jornadas cruciales para Occidente, el padre del sicoanálisis, con 83 años, recibe a Clive Staples Lewis, de 40 años, un prometedor catedrático de la Universidad de Oxford. Los dos genios discreparán, de manera irónica, aguda y mordaz, sobre el amor, el sexo, el arte, la existencia de Dios y el sentido de la vida, veinte días antes de que Sigmund Freud se quite la vida.

Este fascinante intercambio de ideas, plasmado en la película ‘La sesión final de Freud’, dirigida por Matt Brown, nos guía a través de una narrativa que entrelaza las vidas de estas dos personalidades, explorando sus pensamientos y creencias a lo largo del tiempo, incluso a través de dimensiones fantasiosas que transcurren más allá del confinamiento de los muros del famoso estudio del neurólogo.

Basada en el libro de Armand Nicholi, ‘The Question of God’, la película –cuyo estreno está previsto para el 8 de marzo de 2024– tiene su base en un guion coescrito por Matt Brown y Mark St. Germain.

Mitos y creencias

La trama despliega una intrigante historia paralela que se teje en torno a las conversaciones que dieron forma a las reflexiones de Freud y Lewis.

En un juego entre pasado y presente, realidad y fantasía, la película nos invita a explorar la complejidad de las ideas que surgieron a lo largo de sus encendidos debates. Anthony Hopkins, encarnando al renombrado Sigmund Freud, se sumerge en un discurso provocador citando los Evangelios con términos audaces, catalogándolos como ‘mitos’ y desafiando la existencia de Dios como algo propio de una ‘mentalidad infantil’.

Para él, Cristo se convierte en un ‘lunático’, y la máxima de ‘amar al prójimo como a uno mismo’ se desmorona en el terreno de lo quimérico.

El filme, en un constante crescendo, nos descubre a Freud lanzando improperios a Lewis, espetándole que, aunque Hitler pueda estar de acuerdo con él, él no lo está. Además, critica la ‘estupidez de los líderes de la Iglesia’.

Junto a Hopkins, Matthew Goode se erige como C.S. Lewis, contraparte intelectual de Freud en este intrigante debate. La película nos presenta un escenario donde estas dos mentes brillantes chocan, se desafían y, en última instancia, se transforman a través del diálogo y la confrontación de sus ideas opuestas.

C. S. Lewis, a primera vista, podría parecer un contrapeso menor frente a la figura de Freud. Es verdad que su fama no alcanza la fama del neurólogo, aunque su reconocimiento actual, impulsado sobre todo por ‘Las crónicas de Narnia’, ha eclipsado sus eminentes estudios.

Lewis despliega su genialidad mediante un lenguaje fresco, accesible y rebosante de chispa, contrastando notablemente con la formulación tajante que enarbola Freud.

En los paralelismos argumentales trazados por la novela de Nicholi, Lewis no solo enfrenta, sino que desmantela con solidez los razonamientos de Freud, en lugar de ser dominado por ellos, y es aquí donde reside la esencia de sus discrepancias más cruciales que salen a relucir durante la historia.