Norman Foster analizará Bilbo en su búsqueda de «la ciudad ideal»
Compacta, caminable, con «buenos barrios», alta densidad de población y, sobre todo, verde. Esas son las características que tiene que tener la ciudad ideal a juicio de Norman Foster y trabajar para que las urbes del futuro sean así es el objetivo del primer máster del Instituto Normal Foster.
El arquitecto y urbanista británico Norman Foster ha explicado a EFE este martes tras la inauguración del Máster en Ciudades Sostenibles, que esas ciudades ideales «consumen menos energía, son buenas para el planeta y son deseables en términos de que la gente quiera visitarlas o vivir en ellas con sus familias».
Aunque ha apuntado a Madrid como una de las ciudades que tiene muchas de esas características, en el curso impulsado desde su fundación han elegido tres ciudades para analizarlas y plantear cómo mejorarlas: Bilbo, Atenas y San Marino.
Foster, que en 1999 recibió el Premio Pritzker no solo por su trabajo brillante si no por ser un apasionado del medioambiente y por diseñar sus edificios en consecuencia, ha resaltado que son tres ciudades muy diferentes que van a tener la oportunidad de ser estudiadas con lo mejor de la parte educativa y con la experiencia práctica.
Se trata, ha explicado, de que los estudiantes del máster, que son líderes cívicos del futuro, tengan acceso «a la tecnología para poder usar datos y mejorar la calidad de vida en las ciudades», es decir, «estar a la vanguardia en la lucha contra el cambio climático».
El máster da continuidad a cursos más cortos que ha desarrollado la fundación de Foster en los últimos cinco años y que se han centrado en buscar soluciones para un futuro que ya es una realidad. «En 2050 dos de cada tres personas vivirán en ciudades (...) se crearán 17 ciudades como Madrid» y las urbes serán las responsables del 70 por ciento de las emisiones de CO2 en el mundo.
Los métodos que se probarán en esas tres localidades se podrán trasladar a cualquier parte del mundo. «Es importante que las ciudades aprendan unas de otras», ha señalado Foster durante la inauguración.
El curso, que tendrá una duración de 12 meses, cuenta con la colaboración de la Universidad Autónoma de Madrid y de arquitectos como el chileno Alejandro Aravena, el indio Vishaan Chakrabarti; la decana de la Escuela de Arquitectura de Yale, Deborah Berke, o el director del grupo de investigación City Sciences del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT), Kent Larson.
Ciudades imán
Para Aravena, Pritzker 2016 por una arquitectura que «conjuga hábilmente la responsabilidad social, las necesidades económicas y el diseño de hábitats humanos», las ciudades actuales «son como imanes que atraen personas, ideas, recursos y en general son mecanismos muy eficientes para mejorar calidad de vida».
Pero al mismo tiempo «son como bombas de tiempo, porque vivir concentrado genera fricciones», por lo que tratar de mejorar las ciudades es una oportunidad «de corrección de inequidades, porque las ciudades son vehículos muy eficientes para mejorar la calidad de vida sin tener que esperar a la redistribución del ingreso», ha resaltado.
Ese planteamiento es el que ha transmitido a los participantes en este máster, tanto estudiantes como profesores o representantes de las ciudades piloto de este programa.
Por parte de Bilbo estaba Eider Inunciaga, del Área Internacional del ayuntamiento bilbaino, que ha destacado la importancia de «participar en un proyecto educativo que busca transformar la realidad desde una mirada integral».
«Foster -que diseñó las entradas al metro de Bilbao, conocidas popularmente como ‘Fosteritos’- es una persona que no solamente hace arquitectura, sino que trae una idea de unión social, de cohesión social», que utiliza la cultura como una herramienta de transformación social.
Algo que también ha hecho Bilbo en las últimas décadas, con la cultura y, especialmente, la arquitectura, como «elemento para revitalizar la ciudad», que además apuesta por el buen transporte, la innovación y el medioambiente para mantener la calidad de vida de una ciudad que se reinventó tras la crisis industrial de los años ochenta.