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La agroindustria está siendo devorada por las malas hierbas

Un gigante de la industria alimentaria ADM ha perdido en una sesión el 24% de su valoración bursátil. Los agricultores se quejan de maleza resistente a los herbicidas. El modelo agroindustrial intensivo se está agrietando.

Vista de un mosaico de campos cultivados en Orduña (Jon HERNAEZ | FOKU)

El pasado lunes las acciones del gigante de la alimentación Archer-Daniels-Midland (ADM) cayeron un 24%, su mayor hundimiento desde el crack de 1929. La compañía está investigando las prácticas contables de la sección de nutrición y ha apartado de sus funciones al director financiero, Vikram Luthar. Señaló que ha recortado su pronóstico de beneficios para 2023 y que los resultados de cuarto trimestre se retrasarán debido a la investigación en curso en la que está colaborando con la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) de EEUU. ADM es, junto con Bunge, Cargill y Louis Dreyfus, conocidas colectivamente como las ABCD, una de las cuatro multinacionales que dominan el mercado mundial de materias primas agrícolas.

Sobre la causa de los problemas de ADM y su posible impacto en el mercado mundial de alimentos se barajan dos hipótesis. La primera es que ADM haya estado manipulando los precios de transferencia en los intercambios entre sus diferentes secciones para eludir el pago de impuestos. En caso de que se confirme, el impacto en el mercado de productos agrícolas sería bastante limitado.

La otra conjetura apunta a que el segmento de nutrición de ADM no ha tenido los resultados esperados debido a la débil demanda de alternativas a la carne. Esta sección suministra proteínas de origen vegetal, sabores naturales y emulsionantes para la industria de alimentos y suplementos nutricionales. ADM ha realizado también importantes inversiones en piensos y alimentos para mascotas que, al parecer, no han estado a la altura de las expectativas, lo que ha erosionado la estrategia de ADM de ampliar este negocio para protegerse de los vaivenes en los precios de las materias primas. Los ejecutivos de ADM han promocionado este segmento como el futuro de la compañía, con el objetivo de capitalizar la tendencia hacia una alimentación más saludable. Sin embargo, no parece que esté funcionando.

ADM y el resto de grandes han sacado suculentos beneficios estos dos últimos años gracias a la producción de biocombustibles, pero el aumento de la capacidad de procesamiento y el actual exceso de grano ha reducido precios, y con ellos se han estrechado márgenes y beneficios. Y puede que esta sea la razón de la ingeniería contable que están investigando.

Malas hierbas

Este modelo de agricultura intensiva puede haber alcanzado ya su límite. El cambio climático está alterando el rendimiento de los cultivos, pero además es cada vez más evidente que los herbicidas también están fallando. Agricultores estadounidenses denunciaron hace diez días que la ambrosía gigante, el cáñamo acuático y otras malezas están colonizando las tierras de cultivo de las llanuras del norte y medio oeste de EEUU. Las malas hierbas han desarrollado resistencia a los productos químicos mucho más rápidamente que las empresas son capaces de mejorarlos. Según AgBioInvestor, empresa que analiza el sector de herbicidas y pesticidas, las empresas de productos químicos agrícolas gastaron el 6,2% de sus ingresos por ventas en el desarrollo de nuevos principios activos en 2020, frente al 8,9% en 2000. La introducción de nuevos ingredientes activos también se redujo a más de la mitad en 2022 en relación con 2000.

El director del Estudio Internacional de Malezas Resistentes a Herbicidas, Ian Heap, que mantiene una base de datos global, ha constatado que la eficacia del glifosato se ha reducido contra 361 especies de malezas. A pesar de su peligrosidad y de su decreciente eficacia, en noviembre la Comisión Europea prorrogó su uso durante diez años más. Más preocupante es que 21 especies de maleza ya han mostrado resistencia a la dicamba, un herbicida lanzado en 2017, prácticamente ayer.

Los principales productores de herbicida Bayer, Corteva y FMC apuntan a que  ahora los procesos control son más estrictos y los desarrollos más largos, lo que limita la aparición de nuevos productos. El jefe de I+D de Bayer dijo a Reuters que hace dos décadas las empresas comercializaban un producto de cada 50.000 candidatos, pero en la actualidad se necesitan entre 100.000 y 150.000 intentos.

Aquellos que pensaron que podían dominar la naturaleza se están dando cuenta de que siempre irán un paso por detrás. Todas las costuras del modelo de agricultura industrial e intensivo están crujiendo.