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Interview
Almudena Carracedo y Robert Bahar
Directores de ‘No estás sola’

«La película quiere ser una reparación social para todas las víctimas»

Dirigida por Almudena Carracedo y Robert Bahar, el documental ‘No estás sola’ se estrena este viernes en Netflix. Los autores desgranan en esta entrevista el proceso de creación y la razón de ser de este ejercicio de memoria sobre la violación grupal a una joven en los sanfermines de 2016.

Almudena Carracedo y Robert Bahar. (Nani Gutierrez - Netflix)

«Yo sí te creo» fue la consigna que hizo temblar las calles y las ciudades tras la violación a una joven en los sanfermines de 2016. En 101 minutos de documental, Almudena Carracedo y Robert Bahar relatan lo vivido tras aquella noche y lo entrelazan con otros casos, poniendo voz a las víctimas. Un trabajo de denuncia y concienciación para una lucha que sigue viva.



A pocas horas del estreno, ¿cómo se encuentran?

A.C.: La verdad es que como cineastas casi activistas, en el sentido de que lo que queremos con nuestras películas siempre es generar reflexión y contestación. El estar en 195 países es bastante emocionante. Vamos a ver qué pasa, no sabemos todavía cómo va a reaccionar el mundo, estamos un poco expectantes. Hasta ahora, la verdad, la respuesta ha sido superbonita.

Han puesto voz a unos hechos que marcaron un punto de inflexión en el tratamiento y la visión de la violencia machista: la violación a una joven en los sanfermines de 2016. Tras un juicio donde el cuestionamiento a la víctima fue constante, por primera vez cobra protagonismo su testimonio. No habrá sido fácil. ¿Cómo afrontan este reto?

A.C.: Reto es una muy buena palabra. Cuando empezamos a investigar el tema, que lo habíamos vivido igual que mucha gente, vimos que lo que había quedado era muchísimo ruido. Había quedado una versión bastante inconexa y bastante confusa de lo que había pasado y nos parecía importante contar la historia de manera completa y rigurosa, pero con el relato que no habíamos oído.

Queríamos contarlo desde el punto de vista de las víctimas supervivientes y desde el punto de vista de las personas que las acompañaron y que vivieron la historia desde dentro. Nos acercamos a ellas con la premisa de rigurosidad, respeto, cero sensacionalismo y cien por cien sensibilidad. El reto era también contar no solo esta historia, sino hilar otros casos y entender la magnitud y la universalidad de la violencia sexual contra las mujeres.

R.B.: El tratamiento siempre es el de una película-documental donde, desde el punto de vista de película, sabíamos que queríamos imágenes potentes, una banda sonora, una estructura narrativa como en cualquier largometraje de cine...

También como documental sabíamos que, si íbamos a acercarnos a esto, la obra tendría que ser muy rigurosa. Tenemos entrevistas con 18-20 participantes, 50 horas de material audiovisual original incluyendo un gran rodaje en sanfermines de 2022, trabajamos miles de horas de archivos y con mensajes que habían salido en redes.

 

«Trabajar tres años y medio con violencia sexual es muy duro. A nivel intelectual soy muy consciente de todo esto, pero no había entendido a nivel emocional su magnitud»



¿Cómo ha sido el proceso de recabar el mayor número de testimonios posibles –entre ellos el de la también víctima en Pozoblanco de cuatro de los cinco implicados en la violación de Iruñea– para relatar lo sucedido aquel 7 de julio y el desarrollo posterior?

A.C.: Es importante destacar que lo primero que hicimos en esta investigación antes de seguir adelante fue contactar con la familia de la víctima de la agresión de sanfermines para pedir permiso. Nos parecía que esta historia era suya y no podíamos adentrarnos en ella sin su permiso. Entendimos claramente que ella no iba a participar de manera directa, entonces sus palabras están recogidas textualmente de declaraciones judiciales, de las cartas que envió a los medios y a través de las personas que la acompañaron en el proceso.

Con la víctima de Pozoblanco, por supuesto, también contactamos. Ella quiso hablar en primera persona, nos reunimos e hicimos una entrevista de audio solo. A ese audio le da voz Carolina Yuste. Nos parecía que estas mujeres fueran, no entes abstractos, no la víctima de, la chica de, ni una equis ni una inicial, sino que tuvieran un nombre, aunque sea ficticio, porque sabemos que lo que no se nombra no existe.

Uno de los objetivos es que las personas que vean esto, sobre todo aquellos que no han hecho un seguimiento con una perspectiva feminista, puedan vivir la historia desde el punto de vista de las víctimas y de las personas que las acompañaron. Creemos que esto puede ser transformador a la hora de mirar de otra manera.

R.B.: Fue un proceso que necesitaba mucho tiempo, un año de desarrollo y de investigación. El objetivo era hacer algo riguroso y respetuoso. Iba más allá de contar otra vez los hechos, quería entrelazar tres historias y contar algo más grande. Creo que la película llega a ser un mosaico donde cada persona puede contar su capítulo.

Personalmente, ¿cómo se vive el tener tan cerca testimonios tan crudos?

A.C.: Obviamente, trabajar tres años y medio con violencia sexual es muy duro. Yo vengo del activismo y a nivel intelectual soy muy consciente de todo esto que estamos hablando, pero no había entendido a nivel emocional su magnitud. Por ejemplo, el ver horas y horas de casos pasados era un dolor brutal. El «cuéntalo»: no puedes pasar los diez tuits sin derrumbarte. Te secas las lágrimas y continúas. Esto también era un reto: cómo cuentas el «cuéntalo» sin que la audiencia se rompa cuando el objetivo es activarla. Otro reto era cómo contar lo suficiente para que se entienda de lo que estamos hablando, pero con una línea roja muy clara: no entrar en el morbo. Teníamos claro que queríamos contar lo que había ocurrido sin mostrar detalles, sino centrándonos en el porqué.

 

«El objetivo era hacer algo riguroso y respetuoso. Iba más allá de contar otra vez los hechos. Queríamos visibilizar algo que quizá para algunas personas todavía no era visible»

 

El documental ahonda en cuestiones que se han demostrado fundamentales, como el consentimiento. La propia víctima relata cómo se sometió por miedo. Esto llegó a ser cuestionado y ha hecho falta una gran labor para llegar al punto en el que estamos hoy.

A.C.: Cuando empezamos con la investigación, había una serie de temas que entendimos que atraviesan toda la historia: el cuestionamiento de las víctimas, el terror sexual, la percepción de los agresores como algo externo a nuestra sociedad... Queríamos intentar ver cómo integrar estos temas de manera que salieran directamente de la historia y no imponerlos. Estuvimos montando catorce meses. Teníamos muchísimo material pero, sobre todo, queríamos contarlo bien e incorporar estas ideas.

R.B.: Las tres historias conversan entre ellas. Se ve claramente, por ejemplo, con el tema del cuestionamiento de las víctimas. Queríamos visibilizar algo que quizá para algunas personas todavía no era visible.

«No es abuso, es violación», fue la consigna que tomó las calles tras este caso y la ley del sí es sí interviene directamente en esta cuestión. La reivindicación de una Justicia feminista se hizo más flagrante, si cabe. ¿Cómo lo llevan a su proyecto?

A.C.: Surge todo de manera orgánica de la historia. Empezó a haber una movilización social, en la película se ven las de Donostia y Bilbao, y es interesante el relato de creer a las víctimas, y estar con ellas es que tomas las calles. «Hermana, yo sí te creo». Esto se enfrenta al relato de los medios hegemónicos que tomaron el relato de la defensa y lo multiplicaron. También había medios que ofrecieron otra mirada. Para nosotros era importante mostrar ese relato que surge de las calles.

El estreno llega tras la sentencia contra el futbolista Dani Alves por violación y que ha generado diversas respuestas relacionadas con la credibilidad, con el punitivismo... Estas son cuestiones que se ven perfectamente también en su documental.

R.B.: Creo que algo que la película comunica de muchas maneras es que estamos ante un problema universal y estructural. Nuestro equipo estaba formado mayoritariamente por mujeres, pero para mí hubo un momento en el que entendí, por ejemplo, todas las cosas que había vivido mi madre o mi hermana.

A.C.: Queríamos plantear la película como una reparación social para todas las víctimas y, al mismo tiempo, tiene un objetivo muy pedagógico. Queremos remover conciencias y emociones. Que la emoción se convierta en reflexión, que se hable en las familias. Un mensaje claro que sale de la película es el contarlo, el visibilizarlo.

Hablan del papel de los medios de comunicación, sobre todo de aquellos que adoptaron las consignas del patriarcado. También inciden en esa tendencia a presentar desde la monstruosidad a los autores de violencia machista. Los testimonios del documental rebaten muy bien esa falsa idea que alimenta el terror sexual. ¿Fue algo premeditado?

A.C.: Es innegable que ha habido un cambio en la percepción social de la violencia sexual contra las mujeres. También es innegable que a ese avance se le ha sumado una reacción negacionista. Esta película se enmarca ahí, es una herramienta para muchos públicos. Para que las mujeres sintamos que no estamos solas. Queremos que la gente vea la película con hombres también. Somos las mujeres las que hemos liderado esa visibilización y tenemos que incorporar a los hombres para poder llegar a un punto en que empecemos a ver un atisbo de solución.

«Queremos remover conciencias y emociones. Que la emoción se convierta en reflexión, que se hable en las familias»

El estallido en las calles tras aquellos sanfermines de 2016 permanece en nuestra retina, marcó un hito importante. El «Cuéntalo» fue reflejo de ello. Ustedes también le han dado protagonismo. ¿Qué mensaje les gustaría trasladar?

R.B.: Que vivan la película y que la vean con alguien: amigos, familia, pareja... Compartir ese momento para que tenga más sentido.