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El aumento de la temperatura del agua ya está matando los salmones del Bidasoa

Los peces de río son una de las especies más sensibles a cambios en el ecosistema. El servicio de Biodiversidad de Nafarroa propone una veda de tres años de la pesca de la trucha y el salmón después de una brusca caída que se achaca al aumento de la temperatura en el agua.

El salmón en Nafarroa será vedado por tres años. (Gobierno de NAFARROA)

Pedro Iglesias pescó el último 'lehenbiziko' del Bidasoa, el primer salmón de la temporada de los 51  permitidos y el único que se puede comercializar. Se trató de una hembra salvaje de salmón de 4,4 kilos y 77 centímetros. La vendió, por 1.600 euros, al restaurante Rekondo de Donostia. Era el 1 de mayo de 2022.

Todo apunta a que esta captura seguirá siendo el 'lehenbiziko' durante otros tres años más. El proyecto de orden foral parte, al menos, con otro año más de veda.

El último informe de Medio Ambiente del Gobierno de Nafarroa desaconseja la pesca del salmón durante las próximas tres temporadas. La especie se ha colocado muy por debajo del «límite crítico de conservación». 

Los números también son malos para la trucha, otro salmónido. El servicio de Biodiversidad y Gestión piscícola del Gobierno navarro propone también su veda.

El promedio de truchas (1.737 por hectárea) está un tercio por debajo de la serie histórica en Nafarroa. Ha caído el 11% de un año para otro, «quedando un 13% por debajo de la densidad mínima deseable».

La disminución de estas especies afectará solo a los aficionados a la pesca de río. Es más grave de lo que parece. El problema está en el agua.

Un control exhaustivo que no existe para otras especies

A diferencia de lo que sucede con la mayoría de especies, el control de la población de salmones en el Bidasoa es sumamente riguroso y sirve, por tanto, para apreciar la velocidad de los cambios que se están dan en el entorno.

Los guardas de Medio Ambiente contabilizan todos los ejemplares que suben río arriba. 

Los capturan en una nasa estratégicamente colocada en una presa. Revisan la trampa a diario. Los salmones capturados se anestesian, sexan y pesan. Los guardas analizan, además, sus escamas para determinar así qué parte de su vida han pasado en el mar y qué otra, en el río.

Una vez pasado por todo ese proceso, los salmones se sueltan río arriba para que pongan sus huevos.

Parte de las capturas regresarán al agua con un emisor de radiomarcaje para estudiar después adónde se marchan, o dónde desovan.

Junto con ello, los guardas realizan controles mediante «pesca eléctrica» para contabilizar el número de alevines que se nadan en pozos. Siempre miran los mismos lugares, para determinar así las variaciones de población anuales.

Así, durante 30 años.

Los datos del último informe

En 2021 contabilizaron 59 hembras supervivientes a la puesta, que dejaron 440.000 huevos. En 2022 empeoró, cayendo las hembras supervivientes a 25 (187.000 huevos). La leve mejoría de 2023 no ha satisfecho a los expertos. Remontaron el río 308 salmones, que se estima que pusieron 576.000 huevos.

«La producción de huevos en la piscifactoría en estos dos años (134.000 huevos) no fue capaz de compensar la pérdida de huevos provocada por la pesca (320.000 huevos) agravando la situación», concluye el Servicio de Biodiversidad en su reciente informe.

Perdo Iglesias, con el último Lehenbiziko. (GN)

«El salmón es una especie que nuestros ríos está en su límite de distribución», explica Jose Ardaiz, jefe de negociado de gestión piscícola de Nafarroa.

Salmones hay en Iparralde, Nafarroa y Gipuzkoa. En Bizkaia, ya no. Por su parte, en la Península se encuentran, además, en Asturias, Cantabria y en la cuenca del Miño.

Los esfuerzos por conservar la especie habían dado fruto y estos peces estaban mejorando datos hasta hace tres años. En ese tiempo, Ardaiz, Gipuzkoa y Nafarroa se mueven sincrónicamente.

Por contra, las poblaciones de Asturias y Cantabria han ido decayendo. Como partían de una mejor situación que los ríos de Hegoalde, ahora se han equiparado.

Ardaiz sostiene con datos que el cambio climático es el responsable de que, estas tres últimas temporadas se haya retrocedido tanto tan de repente. Y advierte, además, que las especies de río tienen muchas posibilidades de ser las primeras en desaparecer.

Los peces solo pueden huir río arriba

Debido a los cambios meteorológicos y su afección a los hábitats, los límites de distribución de unas especies se extienden y las de otras, se contraen.

«Cuando cambia el clima, a unas especies les va mejor y a otras, peor. En Navarra estamos detectando por primera vez rapaces como el elanio y gorriones morunos, que provienen de climas más cálidos», explica el técnico.

Es natural que primero se aprecie en las aves, en esos elanios y gorriones, pues vuelan y pueden desplazarse grandes distancias.

Los peces de río no tienen esa suerte. Colonizar nuevos espacios les resulta muy complicado. De ahí que la desaparición del 90% de las poblaciones de trucha en ríos concretos tenga muy preocupado a Medio Ambiente. Les falta poco para perderse para siempre.

Los guardas han detectado dos momentos clave en los que el clima puede afectar negativamente a la especie.

Las hembras de salmón remontan el río para desovar en invierno, cuando no acostumbran a verse grandes venidas de agua. Hace frío, pero no llueve fuerte.

Así, una riada fruto de una lluvia torrencial puede comprometer una puesta de huevos, pues o los salmones no son capaces de remontar o sus puestas pueden ser arrastradas río abajo. Y lo propio puede provocar una ola de calor que provoque un deshielo demasiado rápido y la consecuente riada.

 

Con el calor, cae la cantidad oxígeno en el agua de los ríos. (Europa PRESS)

El otro momento crítico se da en los ejemplares adultos. «Los salmones y las truchas son peces de aguas frías. A más calor, menos oxígeno en el agua. Con el agua por encima de 20 grados, se estresan. Por encima de 25 ya mueren directamente», sostiene Ardaiz.

Lo han detectado gracias a los emisores que colocan a los adultos que atrapan en la nasa. «Hemos detectado una tasa de mortandad del 70% de los ejemplares radiomarcados durante el verano», señala este técnico del Gobierno navarro.

Temperaturas anormales en el río

La anomalía en la temperatura de las aguas en la parte baja del Bidasoa es extraordinaria. En la parte baja del río, en 2022, se alcanzaron los 26 grados. Más arriba, la situación mejora. Porque, aunque también en Mugaire se batieron récords de agua caliente, ahí el río no subió de los 17º.

Según el servicio de Biodiversidad, la conservación de la especie pasa hoy, con suerte, por remover las presas y azudes de modo que salmones (y sus parientes, las truchas) puedan refugiarse aguas arriba durante las olas de calor.

Otras medidas complementarias son intervenciones en las riberas de los ríos y sus afluentes para garantizar que haya suficiente sombra para que las aguas estén lo más frías posible. 

Al mismo tiempo, se continúa repoblando desde la piscifactoría de Oronoz, aunque esta técnica tiene sus limitaciones, pues no esos ejemplares no logran sobrevivir en el río de la misma manera y se corre el riesgo de que transmitan enfermedades.

Hacia una pesca meramente deportiva

Más allá de las citadas actuaciones, solo quedan las vedas o la prohibición absoluta de la pesca con muerte, tal y como funciona en Gipuzkoa.

Nafarroa se apunta a la veda por tres años, pues los ciclos de reproducción del salmón acostumbran a completarse ese tiempo (es una especie de hábitos variables y pueden pasar más o menos tiempo en el río o en el mar, pero de media son tres años).

Pescadores vizcainos y guipuzcoanos abogan por la pesca sin muerte. (Carlos CASTRO/EP)

Martín Lasa, presidente de la Federación guipuzcoana de pesca, describe otra técnica que usan allá, en este caso, para tratar de salvar a las truchas.

«Lo que echamos al río son truchas arcoíris, que sabemos que no van a sobrevivir. Son todas hembras y estériles. De esta forma, logramos que los predadores, como el cormorán, se alimenten de estas y dejen en paz a las autóctonas», asegura.

Richard Guimerá, presidente de la federación vizcaina, donde los salmones llevan tiempo desaparecidos, apuesta por la eliminación de la pesca con muerte, como en el herrialde vecino.

Asimismo, asociaciones de pescadores de Baztan han criticado que se establezcan las vedas solo río arriba, mientras que se permite faenar a barcos de Iparralde justo en la desembocadura del Bidasoa. Aseguran que sus redes también atrapan salones que luego se venden en Donibane. 

¿Bastará con todo esto? Hay dudas. Ardaiz sostiene que, a diferencia de lo que muchos creen, «la naturaleza no es una foto fija, sino que asistimos a una película que se acelera. Hay que asumir que los tiempos pasados, aquellos recuerdos que teníamos de niños, no volverán jamás».