Biden y Netanyahu, bajo presiones, intentan gestionar el horror de Gaza
Presionado hasta por su esposa para transformar su «indignación» en actos, Joe Biden, reclamó a Benjamin Netanyahu un alto el fuego y «medidas concretas para evitar el daño a civiles».La presión creciente al primer ministro israelí llega a su gabinete de guerra.
Después de expresar su «indignación» por la muerte de trabajadores humanitarios en un ataque israelí, el presidente de EEUU, Joe Biden, bajo una presión cada vez mayor para que traduzca esa indignación en actos, habló ayer con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Pese a exigirle un alto el fuego inmediato, le dio aún más tiempo antes de cambiar su política,
El mismo día del ataque al convoy de World Central Kitchen (WCK), EEUU aprobaba otra ayuda militar a Israel de más de 2.000 bombas y está a punto de aprobar una importante venta de armas por valor de más de 18.000 millones de dólares que incluirá hasta 50 aviones de combate F-15.
En plena campaña electoral para lograr un segundo mandato en noviembre, la presión a Biden llega a su círculos más íntimos, incluso a su esposa, Jill Biden. «Tenemos que detener esto, detén esto ahora», le pidió, según recogió el “New York Times”.
Uno de los senadores demócratas más cercanos al presidente, Chris Coons, afirmó que «hemos llegado al punto» de condicionar la ayuda militar a un cambio en la estrategia militar en Gaza, aunque limitó ese cambio a la posible ofensiva terrestre israelí contra Rafah.
Según Washington, en la conversación de ayer, Biden dijo a Netanyahu que «un alto el fuego inmediato es esencial para estabilizar y mejorar la situación humanitaria y proteger a civiles inocentes», y reclamó «una serie de medidas específicas, concretas y cuantificables para abordar los daños a civiles, el sufrimiento humanitario y la seguridad de los trabajadores humanitarios».
Pero todavía da más tiempo a Israel, tras medio año de matanzas diarias. «Si no vemos los cambios que tenemos que ver, habrá cambios en nuestra política», aseguró.
EXHORTA A NEGOCIAR
Biden consideró que «los ataques a los trabajadores humanitarios y la situación humanitaria en general son inaceptables» e instó a Netanyahu a «concluir sin demora» un acuerdo que facilite el regreso de los israelíes cautivos en Gaza.
Tras la muerte de los siete voluntarios de WCK -organización del chef José Andrés, amigo del presidente-, Biden sostuvo que Israel no está haciendo «lo suficiente» para proteger a las organizaciones que ayudan a la población civil en Gaza, y aseguró que dejaría clara su «indignación» y «frustración» en su conversación con Netanyahu.
El presidente estadounidense ha sido hasta ahora el principal defensor de Israel en seis meses de devastación, masacres masivas y denuncias de genocidio; se ha negado a imponer condiciones a la ayuda militar, dice no ver crímenes de guerra, y lo ha enmarcado todo en «el derecho de Israel a defenderse», rechazando cualquier cese el fuego. Cada vez más, sus apariciones públicas se ven acompañadas de protestas contra este apoyo, reflejado incluso en las papeletas de las primarias demócratas. Según una encuesta de Gallup de principios de marzo, el 55% de los estadounidenses desaprueba la operación militar israelí en Gaza, frente al 45% del pasado noviembre.
La anterior conversación entre ambos líderes se remonta al 18 de marzo. Desde entonces, las relaciones entre los dos aliados se han vuelto algo más tensas, ya que Washington permitió que el Consejo de Seguridad de la ONU votara una resolución que pedía un «alto el fuego inmediato» que Israel ha incumplido, pero de ninguna forma ha afectado a una alianza sólida y estratégica que no se interrumpe por 40.000 muertos.
GANTZ PIDE ELECCIONES
Su interlocutor al otro lado del teléfono también se enfrenta a una presión cada vez mayor por parte de la opinión pública israelí. Incluso desde el propio Gobierno el que era líder de la oposición hasta el pasado octubre, y ahora miembro del gabinete de guerra Benny Gantz reclama que se convoquen elecciones legislativas anticipadas en septiembre.
El Likud, el partido de Netanyahu, rechazó inmediatamente la petición de Gantz, argumentando que las elecciones «conducirían inevitablemente a la parálisis» y «perjudicarían los combates» en Gaza.
Las manifestaciones de los opositores y de los familiares de los cautivos en Gaza han reunido a miles de personas en las últimas semanas y reclaman la dimisión del primer ministro, pero con la popularidad en caída, Netanyahu sigue viendo la agresión a Gaza y la extensión de la guerra a los países vecinos como Líbano, Siria o Irán, como la huida hacia adelante que le permite sostenerse en el poder. Los ataques del 7 de octubre habrían acabado con la carrera política de cualquier líder, pero en Israel nadie ha dimitido y Netanyahu no ve necesidad de dar cuentas.
Hamas denunció ayer que ha llevado las negociaciones a un «círculo vicioso», estancándolas solo para ganar tiempo y «absorber la ira» de las familias de los rehenes, mostrando un falso interés por negociar.
En este contexto, el Ejército israelí continuó extendiendo el terror en Gaza, con operaciones en el centro de la Franja y en Jan Yunis, en el sur. Al menos 62 personas murieron en 24 horas. A la vez, los ataques a la distribución de la poca ayuda que llega retrasa las entregas.
«Dormimos en la calle, en el frío, en la arena, soportando penurias para asegurar comida para nuestras familias, especialmente para nuestros niños pequeños», relataba un gazatí. Cientos de miles de personas en el norte de Gaza están sobreviviendo con 245 calorías al día, menos de lo que aportan 100 gramos de pan, según denunció Oxfam.