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El móvil, una herramienta de supervivencia y salud mental para la persona migrante

Para quien decide emigrar en condiciones precarias, cruzando el mar en patera, tener un teléfono móvil es tener un tesoro. No por su coste, sino porque es una herramienta que aumentará las posibilidades de supervivencia y con la que podrá avisar a su familia de que está bien, si logra llegar.

Dos jóvenes migrantes con sus teléfonos móviles en Málaga. (Álex ZEA | EP)

Aunque son muchos los ciudadanos que se sorprenden de ver llegar a los jóvenes migrantes con móvil en mano, lo cierto es que en 2022 un 51% de la población en África contaba con un smartphone y en África Occidental, de donde proceden la mayoría de migrantes que llegan por la Ruta Atlántica, la cifra aumentaba al 56%.

Así se desprende de los datos facilitados por el último informe sobre la ‘Economía móvil en África Subsahariana 2023’ de la organización mundial de operadores de telefonía GSMA, que además prevé que la región occidental del continente africano sea donde más aumente la penetración de la telefonía móvil, con un 92% en 2030, frente al 88% ese año como media para África.

«Yo creo que hay como mínimo dos problemas de interpretación. El primero, pensar que la gente migra única y exclusivamente porque se está muriendo de hambre y eso no es así, hay muchos motivos, muy legítimos y el único no es la pobreza», explica a Efe Carlos Bajo, periodista e investigador sobre los usos de las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC) como herramienta de transformación social en África.

«La segunda cuestión es que el móvil no es un producto de lujo sino de consumo. Estamos equiparando llevar un móvil con llevar un Rolex, cuando sería más bien equiparable con llevar una mochila o una chaqueta, básicamente porque es un objeto que ayuda en ese proceso migratorio a la supervivencia», agrega.

Bajo recuerda que la ruta canaria es «enormemente mortífera» –el colectivo Caminando Fronteras estima que 6.618 personas fallecieron en el mar en 2023 en las rutas de acceso al Estado español, 6.007 en la ruta Canaria– y que, «muchos naufragios se evitan precisamente porque hay la posibilidad de hacer una llamada a organizaciones que están vehiculando esas llamadas hacia los servicios de rescate».

Además, si la persona logra sobrevivir, una vez llega a destino, el móvil, añade Bajo, mitiga de alguna manera el impacto mental del proceso migratorio al permitirle mantener una conexión con el país de origen.

«Que una persona que se ha metido en semejante viaje pueda hacer una llamada o mandar un whatsapp y decir ‘estoy vivo’, creo que es un mínimo exigible», señala el investigador.

Comunicar con la familia

Preguntado por Efee poco después de llegar a Canarias en una embarcación precaria, Malick, senegalés de 43 años, tiene claro la utilidad del móvil que lleva en sus manos: «Para comunicarme con mi familia».

«No podía venir sin teléfono porque entonces no podría hablar con mis familiares», explica Mohamed (nombre ficticio), mauritano que también ha llegado en los últimos meses a las islas en un cayuco y que tiene un iPhone XS Max que pagó entregando su móvil anterior y 150 euros en dos partes.

Malick explica que en Senegal tener un teléfono inteligente no es muy caro ya que pueden encontrarse por 15, 30, 76 euros, aunque señala que también hay que cuestan 1.200. «Pero esos no los compramos», aclara.

Explica igualmente que si durante el trayecto el aparato ha quedado inservible porque se ha mojado en el mar, las familias les envían dinero para que compren uno y es cuando descubren la diferencia de precio en relación a su país de origen.

Otro joven senegalés de 20 años que recién llegado a Gran Canaria teme decir su nombre por si repercute en su proyecto migratorio, muestra un X Samsung A8 que tiene «desde hace muchos años» y que dice que lo logró pidiendo a su tío que se lo comprara.

«Es de segunda mano», explica. «Lo sé porque me lo dio sin caja».

Según GSMA (la asociación internacional de compañías operadoras), el precio medio de venta de los móviles en África se ha reducido considerablemente en los últimos años, con una afluencia de dispositivos a precios por debajo de 100 dólares, principalmente de marcas chinas, como Tecno, Itel e Infinix, pero el coste sigue siendo inasequible para muchos.

La vida en torno al móvil

La vida en África, al igual que en Europa, gira en torno a estos dispositivos, que pueden obtenerse tanto en el mercado de segunda mano, como de marcas chinas, pero también imitaciones, más baratas que los originales, pero también de menor calidad.

El uso de los teléfonos va desde el envío y recepción de dinero, al pago de facturas de internet, agua, luz o el supermercado y la gasolina, el abono de la televisión o microseguros, así como en sectores como la agricultura, la ganadería o la educación.

Bajo recuerda que, debido a la escasa bancarización en esa región, el uso del dinero móvil empezó a generalizarse en África y es allí donde tiene un impacto que no tiene en ningún otro sitio.

Pero, además, explica que las redes sociales, que en el continente africano comenzaron con un componente más político, «porque de alguna forma era una especie de privilegio y mucha gente decidía usarlo para eso, ahora cada vez está aumentando mucho más el uso lúdico».

«Yo te diría que hoy un chavalito o chavalita de 16 años de Dakar tiene una visión del mundo muy parecida a uno de Roma, de Nairobi o Ciudad de México porque al final hay una capacidad de homogenizar tremenda por parte de la industria del norte global», agrega.

No sorprende pues que el veinteañero senegalés responda extrañado a la pregunta de cómo utiliza su teléfono móvil: «Para usar Facebook, WhatsApp, Instagram, YouTube ¡cómo todo el mundo!».