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Interview
Tomás García Azkonobieta
Autor de ‘La filosofía es La Polla’

«Las letras de La Polla cuestionan ingeniosamente las creencias de nuestra sociedad»

En el ensayo ‘La filosofía es La Polla’, el escritor y profesor lasartearra Tomás García Azkonobieta conecta las letras de La Polla Records con diferentes autores y corrientes filosóficas.

Azkonobieta, en la presentación del libro. (NAIZ)

Una pierna rota tuvo la culpa. Gracias a ella podemos parangonar el nombre de Evaristo Páramos, el sabio de Agurain, con los de Diógenes el Perro, Aristóteles, Hobbes… y relacionar las letras de La Polla Records con las teorías y reflexiones de estos y otros filósofos.

El lasartearra Tomás García Azkonobieta, afincado desde hace años en La Rioja, donde es profesor de instituto, escribió ‘La filosofía es La Polla’ durante la convalecencia por una fractura. En realidad, no hizo sino desarrollar más sesudamente algo que ya venía poniendo en práctica con sus alumnos de filosofía, quienes gracias a las canciones de La Polla descubren a Thoreau (‘Voy al campo / abandonaré la ciudad’), a Rousseau (‘Esto es el mundo y yo una persona / todo lo demás llegó después’), a Marx (‘Pobrecito del obrero/ no tiene ni pal sombrero’)... La democracia, la ecología, el capitalismo, la religión… Buena parte de los temas que ha abordado la filosofía a lo largo de los siglos las podemos encontrar también de una manera espontánea e ingeniosa en las letras de La Polla Records; pues, como escribe el autor de este pedagógico y entretenido ensayo publicado por Pepitas de Calabaza: «La filosofía es ‘la Polla’ porque nos hace conscientes de nuestro desconocimiento, nos libera de prejuicios, nos aleja del dogmatismo o nos devuelve la capacidad de admirarnos ante la cruda rareza de ‘la realidad’».

El punto de partida de este libro es puramente pedagógico, usar las canciones a La Polla Records para enseñar a sus alumnos filosofía, pero, ¿cómo y por qué identifica o relaciona a La Polla Records con los temas que aborda la filosofía?

La filosofía debería servir para estimular el pensamiento crítico, para darle vueltas a las cosas y no dar nada por sentado. En ese sentido, no puede negarse que las letras de La Polla cuestionan ingeniosamente las creencias sobre las que se sustenta nuestra sociedad, nos hacen pensar… ¿Por qué aceptamos vivir de este modo a pesar de todos sus inconvenientes?

Para la lectura del libro da en la introducción una serie de opciones a los lectores, tipo ‘elige tu aventura’. ¿A quién diría que va dirigido el libro?

Como apuntabas, la idea surgió a partir de una actividad que se me ocurrió para mis clases, así que la intención inicial era puramente didáctica. Sin embargo, a medida que escribía me vi explicándome a mí mismo muchas cosas que no tenía para nada claras y el libro fue adquiriendo más densidad y páginas. Por temor a resultar pesado, y sabiendo lo mucho que cuesta hoy ponerse delante de un ensayo, decidí incluir esas recomendaciones, pero creo que lo mejor es leerlo del tirón. Hay una trama que guía el desarrollo del libro y un final un tanto sorprendente. Los fans de la Polla lo disfrutarán, pero también lo ha leído gente que no había escuchado sus canciones y les ha gustado igualmente.

«Ser radical significa ir a la raíz de los problemas, y convivir fue, es y será un problema esencial en toda organización humana»

En los primeros capítulos relaciona a filósofos griegos, como Diógenes el Perro o los cínicos, con el punk y con los mensajes del propio Evaristo. ¿Hay algo cíclico también en el mundo de las ideas?

Cuando en los manuales se trata de definir qué es eso que llamamos filosofía suele decirse que una de sus características es su radicalidad. Ser radical significa ir a la raíz de los problemas, y convivir fue, es y será un problema esencial en toda organización humana. Es normal volver una y otra vez sobre nuestros pasos y descubrir viejos caminos para tratar de trazar nuevos senderos.

Sigue, en el resto de capítulos, identificando letras de La Polla con diversas corrientes y filósofos: Thoreau, Rousseau… pero destaca en esas letras, por una parte, una preocupación de Evaristo por un tema como la democracia (o la falta de ella o la manera de interpretarla), que es una de las palabras que más se repite en sus canciones…

Todos conocemos esa tonadilla que cantaba Evaristo y que se convirtió en un himno del 15M: ‘Lo llaman democracia y no lo es’. Y tiene toda la razón. En los estados modernos no gobierna el pueblo, como designa la etimología del término, sino sus representantes. Tanto Evaristo en ‘El congreso de los ratones’ o ‘El Alcalde’ como Rousseau en el ‘Contrato social’ coinciden en criticar la representación como una afrenta a la soberanía personal. Y es que gobernarse a uno mismo es la única forma legítima de aceptar la humillación de ser gobernados. Los griegos llamaron a eso democracia. Y nosotros les hemos robado el nombre para designar a nuestros gobiernos representativos. Pero como bien explica Bernard Manin es una labor de puro marketing. Realmente nadie quiso nunca que el pueblo se gobierne a sí mismo.

Portada de ‘La filosofía es La Polla’.

En ese sentido, usted también aporta alguna consideración, en el caso de la democracia, en favor de la democracia deliberativa o directa...

Se trata de agarrar el toro por los cuernos. ¿De verdad creemos en la democracia? Si la respuesta es sí, una democracia deliberativa del estilo de la que propone James Fishkin sería el camino a seguir. Los gobiernos y los partidos elaboran sus propuestas basándose en encuestas, en sondeos de opinión en los que se pregunta a la gente sobre temas sobre los que no ha tenido la oportunidad de formarse en profundidad. ¿Por qué no hacer esto bien? Se lleva a esa misma gente escogida por sorteo (el elemento fundamental de la democracia ateniense) a reuniones con expertos, se organizan charlas, se lee, se habla y se delibera, y después, solo después de unas semanas de trabajo, se les pregunta. Se hace en Escandinavia, se ha hecho en Irlanda, en Canadá… y funciona. Hay que tener en cuenta que el sistema electoral actual se diseñó para personas prácticamente analfabetas. Clama por reformas.

Por otra parte, en otra parte del libro afirma que también ‘Marx es la polla’, y,  con todas sus particularidades, detecta en buena parte de las canciones de La Polla (‘El disco de Los jubilados’, ‘Delincuencia’, ‘Revolución’, ‘Venganza’, ‘Capitalismo’…) estrofas dedicadas a la lucha de clases, el anticapitalismo…

De hecho, una actividad que se me ocurrió para ver si los alumnos habían entendido los conceptos clave de Marx (alienación, lucha de clases, plusvalía, ideología, etc.) consistía en ejercer de censores para un gobierno que ha decidido ilegalizar las ideas marxistas. Les pasé las canciones sin decirles que eran de La Polla. Las llenaron de tachones. Muchos no podían creer que fuesen de un grupo real.

«Tan loco está el optimista utópico que cree que el mundo se puede mejorar como el pesimista realista que piensa lo contrario. Se trata de elegir qué tipo de loco quieres ser»

Tras analizar diferentes corrientes filosóficas, dedica un capítulo al punk. ¿Lo ve también como tal, como una corriente filosófica propia, aunque no sea académica?

El libro sigue un orden más o menos cronológico. Al llegar al origen del neoliberalismo, Reagan, Thatcher, etc. y con La Polla Records de por medio se hacía casi obligado hablar del punk. En cuanto a sus raíces filosóficas seguí el rastro que propone Greil Marcus en su fascinante ‘Rastros de Carmín’ hasta el situacionismo de Debord y los suyos, en el que Malcolm McLaren estaba bastante metido cuando se pone a trabajar con los Sex Pistols.

Sobre esto, también señala que la contracultura acaba casi siempre siendo asimilada por el sistema –por ejemplo, que hoy la ultraderecha ha adoptado algunas actitudes propias del punk–. ¿Quiere decir eso que el punk, tal como lo entendíamos, ha muerto?

El punk nació ya muerto. ¿Qué podríamos pedirle hoy? Evaristo en una canción (‘Punk’) lo describe como una especie de larva que se alimenta de los despojos de una sociedad en proceso de descomposición. La ultraderecha busca provocar y se alimenta de esos mismos despojos pero sus discursos son tremendamente conservadores, basados en un tradicionalismo rancio, un hooliganismo emocional que cala muy bien entre una juventud atomizada y sin proyectos de futuro ilusionantes más allá de que gane ‘su’ selección.

Al final del libro también se nos dice que hoy ya no se lucha por cambiar el mundo sino por conservarlo, sin embargo, hay también un mensaje de optimismo (‘Mientras no hayas muerto, tendrás que pelear’). ¿Lo detecta también en las letras de La Polla?

En las letras de Evaristo hay de todo, mucha mala leche y pesimismo, pero también aguda ironía y como señalas, notas de optimismo, de alegría, y mucho humor, de ese espíritu que nos lleva a celebrar algún que otro gol de la honrilla en esta ‘absurda derrota sin final’. Lacan decía que si un hombre cualquiera que se cree rey está loco, no lo está menos un rey que se cree rey. Yo creo que podríamos decir a su vez que tan loco está el optimista utópico que cree que el mundo se puede mejorar como el pesimista realista que piensa lo contrario. Al final se trata de elegir qué tipo de loco quieres ser.